Bien, comencemos por algo simple, algo como, por ejemplo: El puto karma.Aquella fuerza sobrenatural que te golpea en tú peor momento con lo mismo que alguna vez golpeaste. Es aquella magia extraña del mundo que te dice: ¡Hey! ¡Mira! ¡Todo lo que arrojas vuelve! Si, el karma era una perra muy agresiva cuando se lo proponía.
Pero no lo decía exactamente por el chico que me miraba como si hubiese encontrado un tesoro perdido de Piratas del Caribe, sino por el ojiazul que no me quitaba los ojos de encima, mirándome de arriba abajo como si fuese un fantasma y viniera pura y exclusivamente a robarme su alma.
Quizás no robaba almas, pero daba unos buenos puñetazos para que nadie me olvidara.
–Travis –siseé.
–Alisa –murmuró removiéndose con incomodidad en el sofá.
Lo miré de arriba abajo, curiosa.
Llevaba el cabello rubio completamente desordenado. Vestía una playera negra con el logo de una vieja banda de rock y unos vaqueros azules desgastados. Ya no lucía tan delgado como la última vez que lo había visto, sino que había ganado unos cuántos músculos que estaba segura le atraían a muchas chicas. Sus ojazos azules, igual que un océano, le hacían justicia a la belleza que desprendía.
No estaba bueno, estaba buenísimo.
Alguien se aclaró la garganta y dirigí la vista hacia la voz, dándome cuenta que era el mismo chico que me había desafiado a una carrera anoche.
Que pequeño es el mundo.
–Entonces... Así te llamas –murmuró dando un paso hacia mi, pero retrocedí al instante, sin muchas ganas de simpatizar.
Le di una mala mirada que solo logró hacerlo sonreír con diversión.
Y lo que más odié es que su sonrisa era hipnotizante ¿Por qué? ¿Por qué sonreía de esa forma? ¿Qué acaso no ve que soy una mujer hormonal?
–No estaría entendiendo nada ¿Quién es ella y qué hace aquí? Ian ¿Trajiste otro de tus ligues? –protestó un chico que desconocía su nombre, pero a juzgar por su semblante, nada de esto le hacía gracia.
Para mi suerte Nathan saltó en mi rescate, parándose a mi lado y colocando gentilmente una mano en mi hombro para luego ver al grupo de chicos.
–Ella es Alisa West y vivirá con nosotros por órdenes de Frank –respondió con suavidad.
Miré sus expresiones, notando que pasaban desde la confusión hasta el enojo.
–Déjame present... –estaba diciendo Nathan, pero Ian dió media vuelta sobre sus talones en dirección a la puerta de salida, la abrió, salió y cerró de un portazo que hizo caer un florero que estaba en la mesita de la entrada, haciéndose añicos.
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¡Adoptemos a la Rubia!| Resubiendo y Pausada
Teen Fiction*PRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA: ADOPTEMOS «El mundo nos rompe a todos, más después, algunos se vuelven fuertes en los lugares rotos.» Alisa poseía un don para esconder los fantasmas que la perseguían cada vez que cerraba los ojos, e Ian buscaba algo c...