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Este capítulo está dedicado a: alizz29. Podrías aparecerte mas seguido por el grupo, te extrañamos TnT.
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•Anteriormente en Cloud•

Sea armó la espada de papá y, con un firme movimiento, le corto la cabeza a una de las aves que se había lanzado contra nosotros. Me miró por sobre el hombro y habló.

-Si planeas hacer algo, que sea rápido.

Y ese era el problema, no tenia nada planeado. Ojalá las flechas salgan volando solas y maten a los bichos esos.

Me sobresalté cuando cuatro flechas salieron disparadas de mi carcaj y se elevaron hacia el cielo. Lo único que pude distinguir fueron los cuerpos de los monstruos cayendo a toda velocidad y luego convirtiéndose en polvo. Las flechas volvieron a mi carcaj, salpicando mi pantalón con sangre.

-Sea-llamé, pero ella siguió corriendo-. ¡Sea!-clavé los pies en el suelo y la obligué a detenerse.

-¿Que?-preguntó y se dio vuelta repentinamente.

Señalé el cielo con mi dedo y ella alzo la vista para mirar, luego me miro a mi y frunció el ceño.

-¿Como lo hiciste?

-Yo no lo hice, las flechas lo hicieron.

Su vista se desvió a mi pierna y observó las varas metálicas con extremo puntiagudo.

-Pero tú lo hiciste-me miró a los ojos y yo la miré confundido-, tu les ordenaste que hacer.

-No, no lo hice-fruncí el ceño-. Solo pensé que seria genial que salieran volando y mataran a los pájaros esos.

-¿Lo ves? Les indicaste lo que querías y ellas lo hicieron-sonrió ampliamente-. Creo que estas comenzando a controlar tu poder.

•Capítulo 7•

Para cuando llegamos a la estación de trenes la noche ya había arribado y mis pies me mataban, no dude ni un segundo en lanzarme hacia una banca en cuanto la vi. Mi hermana me miró como si solo hubieran sido un par de minutos de caminata y fue a comprar los tickets.

Recosté mi espalda contra la pared y procuré dejar mis pies colgando para poder descansarlos lo mas posible mientras esperaba a mi hermana y, además, el tren.

Con un simple vistazo a mi alrededor pude notar como toda la estación estaba llena de gente con maletas y bolsos. Muchas de las personas empujaban a otras para poder pasar, recibiendo palabras un tanto groseras de su parte. Las pocas bancas desocupadas eran ocupadas con rapidez por gente que se encontraba parada por el lugar. Habían niños pequeños saltando, riendo y jugando entre ellos.

No pude evitar sentirme celoso.

Mientras ellos viven tranquilamente acorde a su edad, yo tengo que estar en un viaje que pone en peligro mi vida y del cual no quiero ser parte. Es muy injusto.

-Oye, ¿que sucede?

Alcé la vista y me encontré con la mirada preocupada de mi hermana, quien se había sentado a mi lado. En ese momento sentí mi cara húmeda y me regañé por haber dejado que mis ojos soltaran lagrimas por algo tan estúpido.

-Nada, no te preocupes-negué con la cabeza y sequé violentamente nos lagrimas.

Ella se sentó a mi lado y no dijo nada más, aunque podía sentir como quería soltarme un sermón sobre que yo soy increíble y bla bla bla.

El tren llegó al poco tiempo, lo cual me hizo sentirme bastante agradecido. Por fin podemos avanzar en la cruzada. Sin embargo, me aterra pensar en todas las cosas a las que nos vamos a enfrentar. Se supone que una de las pruebas debo hacerla yo solo, ¿no? ¿Como se supone que haga eso?

Decidí eliminar esos pensamientos de mi cabeza y dejar de preocuparme por lo que pueda llegar a pasar, ya veremos que sucede.

Sea y yo nos pusimos de pie e ingresamos a uno de los vagones del tren, el mas vacío de todos. Sea argumentó que quería tener un viaje tranquilo y silencioso, y que estar rodeada de gente solo la estresaría.

Guardamos nuestras mochilas en los compartimientos superiores de los asientos y nos sentamos enfrentados, divididos por una pequeña mesa. Al parecer este es el vagón-comedor o algo así. Sea se recostó contra la ventana y observó hacia afuera mientras el tren se alejaba mas y mas de la estación. Bajó la vista hacia su mano y se quedó observando el anillo posicionado en su dedo anular.

-¿Cuando será la boda?-pregunté.

Ella se tomó un momento para responderme en el cual siguió observando el anillo.

-No lo sé, no tuvimos tiempo para arreglar nada-se encogió de hombros-. Supongo que lo hablaremos cuando terminemos esta cruzada.

-¿Lo extrañas?

-Si-suspiró-. Más que a nadie en este mundo.

La miré en silencio durante unos segundos, interrogándome si hacerle la pregunta que tenía en la cabeza o no. Al final, lo hice.

-¿Extrañas a Sky?

Sus ojos se dispararon hacia los míos. No podría decir si en ellos brillaba enojo o tristeza, o quizás un poco de ambos.

-Es mi hermana gemela y mi mejor amiga, ¿que esperabas?-respondió de mala gana.

-Todo esto es mi culpa-gruñí.

-No, no lo es.

-Si que lo es. Si yo no la hubiera desafiado, ella no se hubiera enfadado, yo no hubiera terminado lastimado, y ella estaría aquí con nosotros.

-No es tu culpa, ella te estaba estresando.

-Si, porque no me salían unos simples movimientos con mi habilidad-me crucé de brazos y me recosté sobre el respaldar del asiento.

-Tienes solo once años, Cloud, no puedes exigirte tanto. Sky y yo ni siquiera podíamos entrenar con armas a esa edad, o al menos no en una lucha real.

-Que suerte para ustedes que no tuvieron que preocuparse por luchas reales a mi edad-respondí de mala gana y observé por la ventana, dando a entender que la conversación finalizó.

Ella no dijo nada mas. Se puso de pie y sacó un libro de su mochila, para luego sentarse y comenzar a leer.

No me acuerdo como ni en que momento, pero terminé quedándome dormido con la cara aplastada contra la ventana.

*-*-*

Cuando desperté, las luces del vagón estaban apagadas y la poca gente que había, estaba dormida. Sea dormía con su cabeza levemente inclinada hacia atrás en el asiento, y yo tenia un enorme rastro de baba en la cara. Limpié el fluido con la manga de mi remera, y de repente sentí unas incontrolables ganas de ir al baño.

Miré a Sea, pero estaba muy dormida como para despertarla solo para anunciarle que iba a ir al baño, así que simplemente me puse de pie y, sosteniéndome de los lados de los asientos, caminé por el vagón en busca del baño.

Con las luces apagadas era casi imposible ver algo, lo cual me dificulto moverme, y para agregar algo a la situación, el tren se balanceaba de lado a lado, lo cual provocaba mi desequilibrio. Y ni siquiera se donde queda el baño.

Llegué a una puerta, la cual abrí y crucé al siguiente vagón. Este vagón estaba repleto de gente, todos dormidos, y no habían mesas entre asiento y asiento, si no que todos los asientos miraban hacia un mismo lado. Este vagón no tenia ni una pequeña pinta de que se encontrara el baño, así que lo ignoré completamente y crucé al siguiente vagón.

Al entrar en este vagón, lo primero con lo que me encontré fue con una pared frente a mí con carteles que indicaban donde queda cada cosa. Para mi suerte, el cartel del baño era el que mas sobresalía, y éste indicaba que quedaba por el pasillo izquierdo, así que por ahí fui.

Luego de recorrer el vagón de lado a lado, por fin encontré la dichosa habitación, y sin dudar entré.

Creo que no hace falta que les describa que fue lo que hice allí dentro.

Luego de lavar mis manos, cuando estuve a punto de salir, oí voces del lado de afuera. Voces un tanto... interesantes. Pegué mi oreja a la puerta he intenté oír lo que decían.

-¿Estás seguro?-habló una voz femenina rasposa.

-Más que seguro-respondió una voz masculina profunda-. Están en este tren. Ambos. Puedo sentirlos.

Ok, llámenme loco, pero me da la sensación de que esos dos están hablando sobre mi hermana y yo.

-Entonces no perdamos el tiempo, busquémoslos ahora que están dormidos-sugirió la mujer.

Oí sus pasos alejarse hacia el lado del vagón donde está Sea y no pude evitar alarmarme. No lo pensé, porque si lo hubiera hecho, no me hubiera animado. Mis instintos me obligaron a salir del baño y gritar:

-¡Oigan, ustedes dos!

Ambos se voltearon, y al ver sus rostros casi vuelvo a hacer pipí, pero esta vez en mis pantalones.

Tenían toda la cara deformada por lo que parecían ser quemaduras graves. Ninguno de los dos tenían cabello, pero la mujer tenia finos mechones dispersos al azar por su cabeza. El hombre era grande y robusto, tenía la nariz torcida y un ojo mas arriba que el otro, dando la sensación de que se está derritiendo. La mujer era mas bajita y pequeña, pero sus enormes y musculosos brazos no me dejaban tranquilo. Ambos parecían enfadados.

-Piérdete-gruñó la mujer.

-Oblígame-contraataqué.

Ella dio un paso al frente y sacó una daga de un soporte escondido en su pantalón y me apuntó con ella.

-No querrás que tu sangre se derrame, renacuajo.

-La única sangre que va a derramarse aquí es la de ustedes si no se van en este instante.

Disimuladamente comencé a poner mi reloj en la hora que debía estar para poder armarse.

Ambos rieron luego de mis palabras.

-¿Nuestra sangre?-habló el hombre- ¿Que te hace pensar que un pequeño e indefenso niño podría contra dos adultos armados?

Presioné el botón del reloj y en un segundo ya estaba apuntándoles con mi ballesta.

-Yo no diría que estoy indefenso.

Ambos se habían quedado mudos, observándome. Pero poco a poco, enormes sonrisas comenzaron a aparecer en sus rostros.

-Te lo dije, sabía que habían semidioses en este tren-habló el hombre y luego relamió sus labios, como si estuviera viendo un sabroso banquete.

Esperen... oh, oh...

Ningún pensamiento atravesó mi cabeza en ese momento, lo único que se es que mis piernas comenzaron a moverse a toda velocidad y salí corriendo hacia el lado contrario del vagón de Sea.

Abrí la puerta para pasar hacia el siguiente vagón y corrí entre los asientos con personas dormidas, sin importarme si llegan a despertar. Repetí el mismo proceso en los siguientes tres vagones hasta que, después de cruzar una puerta, me encontré con las vías. Ya no había otro vagón, había llegado a la valla final.

Desesperado, lo único que se me ocurrió hacer fue pegarme contra la pared y pedirle silenciosamente a los dioses que el par no me encontrara. Mi espalda se sintió incómoda en cuanto me apoyé contra la pared, y no pude evitar voltearme.

Me encontré con una escalera empotrada contra la pared del vagón, y aunque dudé durante un momento, terminé subiendo por ella y llegué al techo. Allí, un extraño vértigo me golpeó y tuve que gatear para no marearme y caerme por uno de los costados.

A mis espaldas oía los gruñidos de el hombre y la mujer, aunque con mucha dificultad debido al viento que golpeaba furiosamente mis oídos. Volteé por un instante, pero realmente desearía no haberlo hecho. Detrás de mi pude divisar dos enormes siluetas que caminaban tranquilamente por el techo, mientras yo estaba muriéndome de miedo.

Tosí furiosamente cuando sentí presión en mi cuello y no pude respirar con normalidad. De repente, mis manos ya no tocaban el techo del tren, de hecho, ninguna parte de mi cuerpo lo hacía.

El hombre había llegado a mí y me había alzado, sujetándome de la capucha de la "capa" que mi madre me había dado. Las tiras atadas que la ajustaban, estaban presionándose con fuerza en mi cuello, y eso me dificultaba respirar.

-¿A donde crees que vas, pequeño mono?-preguntó el hombre y me sacudió de lado a lado.

-Ahora, si no quieres morir, nos llevaras con el otro semidiós a bordo de este tren-esta vez fue la mujer quien habló.

Negué con la cabeza mientras forcejeaba para soltarme.

-N-nunca-respondí con dificultad.

-O lo haces por las buenas o lo haremos por las malas.

Por el rabillo de mi ojo pude ver como el sol comenzaba a salir en el horizonte. Ellos no podrían hacer mucho a bordo del tren si ya es de día, el personal y los pasajeros estarían despiertos y sería dos contra cientos. Mi hermana probablemente esté despertando, o en cualquier momento lo hará, se que suele despertarse temprano, y ahora deben ser como las cinco y media o seis de la mañana.

-¿Por las malas, entonces?-preguntó la señora, con una malévola sonrisa en su rostro.

Aún tengo mi ballesta en mi mano, pero siento como mis dedos están débiles a falta de oxígeno en mi cuerpo. Con un último esfuerzo, alcé un poco la ballesta, apuntándole en la pierna al hombre. Y disparé.

Él gritó con potencia y soltó su agarre de mí. El airé entró complacido a mis pulmones y me sentí aliviado, pero al mismo tiempo sentí aire cubriendo mi cuerpo al caer por uno de los lados del tren.

El impacto fue duro. Recuerdo haber sentido un inmenso dolor, luego toda mi vista se oscureció. Mis parpados habían caídos pero yo aún seguía consciente, sintiendo todo el dolor.

Y luego ya no pude resistir más.

Cloud - [LHDZ#3] (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora