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Esa mañana el cielo parecía querer caerse sobre todos nosotros.

Algo normal  considerando el clima de la ciudad.

Caminaba por una de las calles centrales aferrando el paraguas para evitar que saliera volando de mis manos. El viento se colaba por mi abrigo y la bufanda flotaba detrás mío intentando estrangularme. Apenas era capaz de andar pues el viento me empujaba hacia atrás, y entonces la vi. Densa, pesada, de un asfixiante color gris; avanzaba aterradoramente rápido, cubriendo no sólo la calle en toda su extensión, sino que también había hecho desaparecer por completo a los edificios de alrededor. Me paré en seco. Miré a todos lados sintiendo las pesadas gotas de lluvia sobre mi cabello, no había manera de escapar. Cerré el casi destrozado paraguas y me pegué a la fría pared de ladrillo rojo.

Y entonces todo desapareció.

El Chico Que Quería Saltar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora