CIENTO DIECIOCHO

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-¡Cabro culiao, sacowea, yo no te crie así aweonao! -gritó la mamá del Javier en cuanto lo vio entrar.

-Mamá...

-¡Callate, weon! ¡Me vai a escuchar comchemimaire, te fuiste a webear con otra mina!

El Javier miro al Gabo en brazos de su mamá que parecía estar recontento de que le estuvieran gritando.

-¡La Belencita vino y trajo weas pa distraerte, cabro culiao de porquería, esa cabra es la mejor que hay encontrado y la perdiste por tula loca!

-Mamá... -dice el Javier tapándose la cara.

-¡Callate por la chucha! ¡Te están diciendo que no la cagui con la Belencita y vo vai y las cagai! ¡Piensa un poquito po merme!

Después de un poco más de griterío y muchos "¡Callate, weon!" la mamá del Javier lo dejo irse. En cuanto el Gabo estuvo en brazos del Javier comenzó a chillar y lloriquear.

-Vei ahora ni la guagua te quiere. -dice todavía enojada la mamá del Javier.- Pasa pa acá la guagua.

El Gabo volvió a los brazos de su abuela y esta se fue diciéndole que el Javier era un aweonao y que no fuera como él.

Y el Javier supo que la había cagado, pero por alguna razón le importo un pico.

Te amo, weona (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora