Prólogo.

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Aline aún se encontraba leyendo libros en la oscuridad de su  habitación. Prefería leer libros de noche porque cuando todos dormían todo era paz y silencio. Había comenzado a leer el libro la tarde anterior y aún seguía leyendolo, con pocas páginas ya por delante. Era una historia medieval, como las que siempre leía. 

Aline estaba sentada en un largo sillón azul de terciopelo, era 'su lugar especial de lectura'.  No hacía nada más allí si no era leer un libro o un diccionario. 

Aline vivia completamente sola, feliz, y tranquila en su apartamento. Piso 14, habitación 541f.

El libro se trataba sobre un caballero inglés, su nombre era Sir Charles Marins. El mejor caballero que todo rey podría desear. Sir Charles Marins era la mano derecha del Rey Peter V, y también su amigo. Pero cuando estás en un puesto de tal importancia, cierta gente se vuelve  contra tí.

Así pues, otros caballeros que estaban cansados de Sir Charles y del favoritismo que el rey tenía por él, crearon una trampa para el noble caballero, haciendo que el rey, decepcionado y triste, lo acusara de la más alta traición y lo explusara del reino para siempre. 

El caballero, derrotado, aceptó su condena, y esa misma noche abandono el reino. Se fue sin rumbo alguno en su caballo, hasta que el amanecer lo guiara a su próximo camino. La aventura.

Después de ser expulsado del reino, Sir Charles Marins dejó su nombre, y las personas que presenciaban sus aventuras, lo llamaron 'El caballero solitario'.  Al final El caballero solitario pasó por mucho, y un buen día regreso al reino del que fue expulsado.  Muchas personas se sorprendieron, pero el que más se sorprendió fue el rey, que estaba viejo y enfermo y que, frente toda su corte le gritó al caballero que cómo pudo atreverse a volver. Lo que no sabía el rey era que el caballero traía la cura para su enfermedad. El rey ordenó a los guardias que lo echaran al calabozo junto a los otros traidores, y el caballero no opuso resistencia alguna. 

Pero la gente del reino no había oído de las aventuras del asombroso caballero solitario, y desconocian sus habilidades. 

En la noche el caballero escapó de su celda tan sigiloso como un gato y llegó hasta la recámara del rey.  

El libro se había puesto demasiado interesante, pensaba Aline, no sé si el caballero le contará la verdad o lo castigara con su espada por ser tan malagradecido.

Pero como ya estaba muy cansada, Aline dejó el libro para el  día siguiente.

Dejó el libro de portada dura sobre su sillón de terciopelo azul, y cayó dormida en cuanto se acomodo en su almohada.

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