Aline despertó aquella mañana en su sillón de terciopelo azul, cosa que no le sorprendió en absoluto ya que a veces, en las noches en las que no podía conciliar el sueño iba a su sillón de terciopelo azul para recobrar tranquilidad y sentir la suave brisa de la noche en su cara. Por ese inconveniente había colocado el sillón pegado a la ventana.
Esas sensaciones reemplazaban la presencia de su madre en las noches en las que era niña y tenía miedo de los monstruos bajo la cama.
Primero entraba y se sentaba en su cama, después le daba un suave beso en la frente, luego acariciaba su mejilla con el cariño que solo una madre puede ofrecer, le susurraba un 'buenas noches', le daba un abrazo y, a veces, cuando tenía energía, le cantaba una canción que la hacía dormir.
Cuando salió de la preparatoria Aline alquiló un apartamento en Summerville. Lo único que ella buscaba era independencia, eso la hacía sentirse libre y feliz. Pero eso no significaba que no extrañara a sus padres.
A nuestra Aline no le gustaba socializar. No se sentía bien comprendida por las personas, y eso la hacía sentir incómoda todo el tiempo. Y Aline odiaba sentirse incómoda.
Simplemente era difícil encontrar a alguien como ella, alguien que la comprendiera.
Aline permaneció en el sillón un largo rato. Estaba disfrutando del silencio de aquella mañana.
No todas las personas son capaces de sentirse cómodas con el silencio. Algunos disfrutan del bullicio, otros disfrutan de la oscuridad y otros disfrutan de la compañía.
Una fría brisa sopló y Aline se acurrucó en su sábana. También le gustaban los días fríos, le gustaba saber que si el día era frío ella podría ir a su cama y acurrucarse en ella. Era agradable la idea de calor en un día frío.
Aline se levantó del sillón y se desperezó. En el extremo del sillón estaba Coky, su peluche guardián. Era un perro al que le faltaba una oreja, pero aun así Coky era el favorito de Aline.
De repente una suave melodía irrumpió el silencio que reinaba en el apartamento. Era la alarma de las 7:00 a.m. Esa alarma le indicaba a Aline que tenía que comenzar a hacer sus labores.
Hacía el desayuno, lavaba los trastes, barría el apartamento, se iba a bañar, se vestía y después tomaba clases de literatura online. Después haría los deberes y si tenía tiempo leía un libro. Almorzaba, leía de nuevo y hacía alguna actividad que deseara hacer. Navegaba en internet, jugaba, cenaba, se daba una ducha, se cepillaba los dientes y veía televisión y luego podría hacer algo como dormir o estar despierta mientras observaba el techo. O si no seguía leyendo otra cosa. Esa era la rutina de todos los días.
Y así ella era feliz.
Así que caminó a la cocina, si es que podía llamarse así debido a que ocupaba un pequeño espacio. Nevera, fregador, estufa y algunos electrodomésticos. Aline sacó unos waffles para calentar en el microondas y los programó para 15 minutos. Regreso a su cuarto y buscó su celular para revisar su cuenta en goodbooks, una aplicación sobre libros y autores y publicaciones, eso la mantenía al tanto delos nuevos y mejores libros.
En su cuenta ya habían muchos libros leídos y en sus mensajes habían mensajes de fans con sus mismos gustos y algunas respuestas de autores a los que le escribía. En la bandeja de entrada había un mensaje nuevo de parte de C.J. Storm, autora del libro The Night Castle. * Era una respuesta típica de autor.
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Lo que toda lectora quiere.
PertualanganLo que toda lectora quiere. ¿Qué es eso que buscamos todas sin parar? Aventura, amor, fantasías, conocimiento. ¿Qué harías si terminas dentro de la historia de un libro? Vivirías cada minuto, captando todo lo que te rodea. Todas queremos oír suave...