Jaramith seguía lavándose la piel con fuerza, sin importarle la frialdad de la noche, del lago o de su desnudez. Tampoco le importaban los moratones que empezaban a aparecer en sus brazos por la fuerza con la que se frotaba, su piel arrugada por el tiempo que llevaba dentro del agua o los gritos de Liliath en la orilla que le pedían con desesperación que parase, que se acercase a la hoguera para calentarse y se calmara.
Pero Jaramith no haría caso a nada, sentía la suciedad tanto en su piel como por debajo de ella y no pararía hasta deshacerse de ella o arrancarse la piel en el intento.
Lo más seguro es que ocurriese la segunda opción, ya que la suciedad que Jaramith sentía no podía limpiarse con agua y jabón; Jaramith quería limpiar la muerte en sus manos y eso no lo conseguiría ni con agua Santa.
Liliath miraba desesperada a Jaramith desde la orilla y por más que sintiese que no tenía derecho a sacar a Jaramith del lago a la fuerza, debía hacerlo.
-¡Para!¡No!¡Déjame limpiarme!- Gritó Jaramith encolerizada.
-¡Estas limpia, Jara! -Contestó Liliath mientras cogía las temblorosas manos de Jaramith y se las enseñaba.- Estas limpia , tranquila.- Su voz había pasado de un tono autoritario a el más tranquilizador.
Liliath deseaba con todas sus fuerzas que Jaramith se calmase , se sentía morir por dentro al ver a su mejor amiga , a su hermana del alma , en ese estado y por su culpa. Jaramith y ella tenía el peor de los destinos, habían sido seleccionadas para formar parte del juego atroz que entretenía a la alta sociedad del siglo XXI y por si eso no fuera poco ,Jaramith tenía que seguir las espantosas ordenes del mayor millonario conocido, o sus hermanos y Liliath morirían .
Como si tener las mayores fortunas, las mejores casas, las mejores ropas, y los mejores entretenimientos no hubiese sido suficiente para los millonarios de su época, ellos había creado el más cruel de los juegos.
Hacía ya diez años desde que los trece mayores millonarios habían firmado un tratado con el resto del mundo: A cambio de eliminar la pobreza del mundo con su dinero , tenían derecho a escoger a 100 personas cada 10 años y llevarlas a "Pida" ,un mundo medieval impenetrable para la gente "normal", donde esas personas -llamadas hincas una vez están en el juego - ya sean niños, adultos o ancianos, mujeres u hombres , enfermos o sanos, luchan entre ellos por sobrevivir y volver a casa en igualdad de condiciones.
Solo uno gana y vuelve a casa.
Todo ello para entretenimiento de la alta sociedad.
Al principio todo el mundo estaba feliz de poder erradicar la pobreza en el mundo por el precio de SOLAMENTE cien personas cada diez años, pero claro, eso fue hasta la primera selección. Una vez escogieron a un hijo , una amiga , una madre , un abuelo , un vecino , un novio , una prometida , nadie fue feliz. <<¿Por qué tengo que entregar a mi niña por unos pobretones que no conozco? ¿Por qué mi padre tiene que ir a ese sitio a morir por esas personas que no conocemos? >> - Esas fueron unas de las preguntas claves que desencadenaron la rebelión.
"Rebelión que si hubiese llegado un poco antes igual nos habría salvado" -Pensó Liliath sin poder evitar sentirse rencorosa.
-Soy una asesina- Gemía Jaramith entre hipidos y lagrimas.
- No , eres una heroína Jara ,ese hombre era un borracho que maltrataba a su mujer. Con su muerte no solo nos salvas a mí y a tus hermanos , salvas a su mujer y quizá a sus hijos si hubiese tenido .Nadie se merece la vida que él estaba dando a los de su alrededor. Has hecho bien. - Intentaba convencerla Liliath sin conseguirlo.
Jaramith deseaba morir. Merecía morir. Había matado a un hombre hacía apenas unas horas y aunque su mente no le dejase pensar, repetía la muerte del hombre una y otra vez. Ella intentaba creer a Liliath; quería creer que quizá la muerte del hombre era lo mejor para los de su alrededor; su mujer no podría separarse de él si él no quería y estaría condenada a una vida de maltrato para siempre, al igual que sus hijos ,si hubiesen llegado a tener. Pero eso no hacía que Jaramith dejase de ser una asesina. Eso no borraba la escena de la muerte del hombre de su cabeza. Jaramith nunca podría olvidar los gritos del borracho pidiendo ayuda mientras se ahogaba en el puerto y ella se quedaba quieta, mirándolo morir en silencio.
ESTÁS LEYENDO
Ángel de colores
RomanceJaramith y Liliath se encontraban en un mundo desconocido de la época medieval con un cometido tan repulsivo como necesario. Jaramith sabe que se odiará a si misma eternamente si cumple con la misión que "El Jefe" le ha impuesto, pero negarse no es...