Capitulo 4:

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Alguien estaba cantando.

Me acerqué un poco más a la entrada de el compartimiento de donde provenía la voz. De repente, un tono alto, y grave salió a la luz y resonó en mis oídos.

Si, alguien cantaba.

Entre con mucho cuidado, con mucho, fijándome en que ninguna cosa sonara debajo de mi, cuando no me di cuenta, que mi mano, con la cual trataba de mantenerme en equilibrio, chocó con una lamparilla que estaba enganchada sobre un pilar. La lamparilla se desengancho, cayó al suelo, y yo también.

-Ay -dije tratando de levantar la cara. Justin estaba frente a mi junto con una guitarra muy vieja. Me miraba como la segunda vez que me vio. Ahora el bicho raro era yo. -¿Qué haces aquí?

-¿Qué haces tú aquí? -dijo dejando la guitarra a un lado. Se acerco a mi, y tomo mis codos. Me levanto y quede frente a el. Sacudí mis rodillas, y pelo, que habían quedado sucios y llenos de astillas de la paja.

Mierda. ¿Qué hacia aquí?

Como en los típicos momentos incómodos como estos, enarqué una ceja.

El levantó la suya en señal de respuesta.

-Me voy -salió de mi boca. Me di media vuelta y comencé a caminar. El se quedo tras de mi, o, al menos, eso creía, hasta que se apareció frente a mi y apoyo su mano derecha en mi hombro.

-¿Qué haces en mi refugio, Amy?

¿Refugio? ¿Quién mierda le llama a esto refugio? Acabó de caer accidentalmente por tocar fuertemente una lamparilla. ¿Este lugar esta a salvo?

"Piensa, Amy"

-Ammm... -dije mientras pensaba -he venido a darte las malas noticias.

Justin seguí con una cara de in expresión. Proseguí.

-Mis abuelos han decidido quedarse con tu presencia.

Y ahora si, chicos. Esa maldita cara se volvió una pequeña bola en la que sólo existía una sonrisa gigante. Apenas se le veían los ojos.

-¿De verdad?? -contestó extasiado.

-No, estoy jugando... -reí.

Bajo su sonrisa y ésta se convirtió en una mueca.

-Estoy jugando... -trate de parecer de que seguía la frase anterior -a decirte la verdad. Bienvenido a la granja, Biebs.

Estaba tan feliz como un pequeño niño al que le han dado una paleta de dulce. Abrió los brazos y me apretó junto a el. Sentía su corazón saltar de alegría. No pude evitar sacar una sonrisa.

-No sabes lo feliz que estoy...

-Oh, claro que lo se -le interrumpí.

Sonrió y comenzó a caminar a buscar su guitarra.

-Ven, te llevaré a mi casa para darle la noticia a mi madre. Y de paso, la conocerás -se agachó y me rodeó las piernas por debajo de las rodillas. Comencé a sentir que me levantaba del piso, y un segundo después, estaba sobre su hombro.

-¿Qué? -mis manos se volvieron puños y comencé a pegarle en su espalda. Aquella era dura como metal. No me importo y seguí -No quiero ir. ¡Déjame ya! -Su pecho empezó a saltar, y me di cuenta de que estaba riendo -Cállate, idiota. Odio estar así, ¡es horrible!

Aunque no del todo. Desde aquí podía ver su culo. Algo bueno tenía que pasarme.

No volví a reñir.

Casualidades de la vida ( J.B )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora