Capitulo 13:

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Me desperté, otra vez, justo para almorzar. El día anterior no tenía ganas de hacer nada, por lo cual me quedé en la cama todo el día, viendo series de televisión en ella. Había traído mi ordenador desde la cuidad, pero aquí no había internet. Quizás qué haya de nuevo en Netflix cuando entre otra vez. Dios bendiga a quien lo creo.

Me había quedado dormida con unos pantalones cortos de tela elástica, y una camisa que había encontrado en mi casa hace unos años. Era como XXXL.

Bajé las escaleras fregándome los ojos. Podía oler el exquisito estofado que hace mi abuela. Bajé corriendo y llegué a la cocina. Mis abuelos ya estaban sentados en ella y cuando me vieron sonrieron. Mi abuelo apuntó la silla y fui hasta ella.

-Dios, qué maravilla -dije picando el primer trozo. Me metí uno a la boca y suspire cerrando los ojos. Hablé con la boca llena -Mmmmmmmmm.

Escuché la carcajada ronca de mi abuelo. Sonreí.

-No hables con la boca llena, Amanda -replicó. Asentí con un movimiento de cabeza al entender.

El almuerzo pasó rapidísimo. Ellos me contaron como les estaba yendo últimamente. Creo que habrá una feria en la que mi abuela podrá mostrar sus tejidos la próxima semana. Me pidió que la ayudara.

Ayudé a limpiar los trastes y entonces sonó el teléfono. Corrí hasta el pasillo, y justo al lado de reloj de pared, estaba el teléfono rojo.

-¿Hola? -solté. Odiaba este tipo de teléfonos en los cuales no podías ver quien llamaba. Por lo menos algo en lo que entretenerse si estaba aburrida la conversación. Jugando con los contactos ingresados en la agenda o con otras opciones.

-¿Amy? -dijo una voz femenina -¡Hola! Habla Pattie -suspiré -Justamente contigo quería hablar.

Oh, no. ¿Se habrá enojado por qué dejé a Justin?

-Solo dime -mi nerviosismo me hizo soltar una risa, quizás demasiado forzada para soñar creíble. Ups.

-Bueno, linda. Hace ya un tiempo que he querido hacer un cambio en la casa, ya está vieja y bueno, ya la viste... Hoy queríamos empezar pintando las paredes.

Pintando. Eso incluía a Justin. ¿Cómo diablos solucionaré esto?

-Y quería preguntarte si podías venir a ayudarnos -añadió.

-Umm -dije. ¿Debía hacerlo? Estuvo correcto lo que hice? -Claro, claro. Me pasaré allá en un rato.

-Muchas gracias, Amy. De verdad. Nos vemos.

Colgué.

Corrí hasta mi habitación y me cambié mi pijama por otra remera grande y unos shorts holgados. Bajé a la cocina y les dije a mis abuelos que estaría donde los Bieber.

Salí de la casa y miré mi celular.

15:30. ¿Hasta qué hora me quedaría allá?

Llegue hasta la casa y suspiré . Me mire las manos y las restregué en mis muslos. Toqué tres veces y espere.

Tranquila, nada pasara. Será mejor si haces como que no pasó nada.

El pomo de la puerta comenzó a girarse. Tomé aire y la puerta se abrió. El estaba en frente de mi. Con una remera negra y pantalones de gimnasia. Tenía el pelo revuelto. Y su sonrisa no estaba.

-Bien, ¡empecemos! -grité y pase a su lado.

Oí que la puerta se cerró y un suspiro. Vi a Pattie en la cocina y fui a saludarla.

-Oh, querida. Ni sabes cuanto me alegra que estés aquí -me dio un abrazo y tomó mis hombros al separarse. -Gracias.

-Oh, no es nada. ¿por dónde empiezo? -¿será mucho entusiasmo?

Apuntó las escaleras y subí tras Justin. Notaba cómo los músculos de su espalda se contraían al subir. Su piel estaba un poco bronceada. Llegamos al pasillo y recordé cuando estuve aquí.
Justin abrió la puerta de la última habitación y me hizo un gesto para que entrara.

Estaba demasiado serio y eso me asustaba.

Cuando entre en ella, vi una gran cama doble en el medio. Un velador en un lado y un ropero en el fondo.

-Esta es la habitación de invitados. Normalmente está vacía -Dijo el. Se acercó al ropero y sacó un gran plástico blanco de él -Debemos ponerlo para prevenir manchar algo. Toma -extendió sus manos para entregarme un pedazo. Lo tome teniendo en fuentes no tocar sus dedos.

El comenzó a tapar el ropero porque era más alto. Yo comencé con el velador. Finalmente tapamos la cama.

-Y con lo que sobra debería ser suficiente para cubrir el piso -fue hasta la pared de la derecha y estiró el platico. Levantó los tarros de pintura que estaban en el pasillo y los dejó ahí. Los músculos de sus brazos se marcaban al alzarlos. -Mamá dijo que debía ser un color neutral -comenzó a destapar los tarros -el blanco es demasiado triste, entonces eligió amarillo.

Cogí una brocha de uno de los tarros y la unte en pintura. El hizo lo mismo y comenzó a pintar la pared. Lo hacia con movimientos bruscos y abarcaba gran cantidad de pared procedí a hacer lo mismo. Untó una vez mas pero estaba vez se cayó la brocha al suelo, salpicando para todos lados.

-Mierda -soltó. La levantó de mala gana y siguió haciendo su trabajo.

Lo mire y vi que tenía sus labios firmes en una línea recta. El ceño fruncido pero relajado y nunca perdía la posición de ataque.

Decidí atacar.

-¿Estas bien? -pregunté si dejar de pintar mirándolo por el rabillo de mis ojos.

-Mm-hm -murmuró. Paró un poco al oír mi pregunta. Frunció mas en ceño y siguió pintando.

-¿Seguro?

Y están fue la gota que rebalso el vaso.

Lanzó la brocha al piso sin importarle qué o a quién le salpicara. Se dio la vuelta hacia mi y me miro.

-¿Que si estoy bien? ¿Qué si estoy jodidemente bien, Amy? -sus ojos lanzaban llamas y sus manos expresaban todo lo que quería decir -!Claro que no, maldita sea! -pateó otra brocha que estaba seca y esta chocó contra el ropero. -¿Cómo mierda se supone que esté si beso a la chica que me gusta y ésta se va corriendo como si nada hubiera pasado?

¿La chica a la que me gusta?

Estaba como una estúpida. Tenía las manos entre las piernas y la mirada en sus ojos. Temí que si seguía mirando podría empezar a incendiarme.

-Joder, Amy. No eran ni siquiera las 12 para que fueras Cenicienta.

Su pecho subía y bajaba y recordé como lo hacia ayer. Ahora sus sentimientos eran diferentes y me odiaba por eso. Mire hacia la habitación y contemplé que nada había cambiado. Qué curioso cómo puede ser todo. La puerta estaba cerrada y agradecí que Pattie no escuchara esto.

-Justin, yo...

-No, Amy -dijo interrumpiendo -tuviste la oportunidad de hablar cuando debiste, ahora no se te ocurra venir y tratar de solucionar todo esto porque no se puede. !Ya no! -avanzó hasta recoger la brocha con pintura amarilla -Y que no se te ocurra preguntar cómo estoy cuando la repuesta es bastante obvia.

Y siguió pintando.

Y yo seguía de pie, como una estúpida. Mirando a un hombre que tenía razón en todos los sentidos posibles, pero ¿qué podía hacer yo? Lo miré tratando de hacer que el me mirara pero no lo hizo, siguió pintando y pintando. Así que decidí hacer lo mismo.

Tomé la brocha y seguí mi camino.

Casualidades de la vida ( J.B )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora