Capitulo 18:

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Maldición.

¿Maldición? No, Amy. Esto no merece eso. Merece un "mierda" expulsado a los siete vientos, parada en la punta de un precipicio sobre una jungla repleta de deprimentes serpientes inundadas en niebla escuchando el eco de mi voz.

Me levanté rápidamente de la cama y pesqué la brocha de un tirón. El cepillo estaba reseco por la ultima vez y al sumergirlo en la pintura quedó igual que antes. Pasé la brocha por mi pierna derecha y luego me manché la remera.
Me senté en el suelo e hice cómo si estuviera pintando un rincón.

¿Quién diablos es tan sucia para pintar por Dios? Debí sentarme a pintar solamente.

En eso, la cabeza cobriza oscura de Pattie apareció en el umbral. Justin apareció detrás de ella con la mano en el cabello y una mueca de no se qué.

-¡Querida! Déjame decirte que estas hecha un asco -se acercó a mi y sacó una mancha que había caído accidentalmente en mi hombro. -Creí que eras mas limpia...

-Y lo soy, es solo que su hijo me ha manchado sin si quiera percatarse de que vendrías y me verías así -comenté levantándome y mirando a Justin con una ceja enarcada. El pareció recibir la indirecta y levantó los brazos modulando que no sabia nada con los labios.

-¿Por qué eres así con ella? Es un amor de persona -correspondió su madre dando la vuelta a mirarlo.

¿Qué tienes ahí, Justin? Dos hembras enfadadas por un cabo suelto. ¿No crees que deberíamos atarlo, Pattie?

-Claro que me he dado cuenta, mamá. Es un encanto -y a continuación pasó un brazo tras mi hombro. Sentía su calor traspasar la prenda y estaba casi quemándome. Me aparté rápidamente sacudiéndome donde había estado semejando que expulsaba una especie de ácido mortal.

-Bueno, los dejo trabajar, aunque veo que no les queda nada. -retrocedió hasta la puerta y cerró ésta a su paso. Justin me tomó del codo y me acorraló entre pared y pared. Creo que tenía una especie de afición por acorralar gente.

Me sentía una oveja.

-La próxima vez que me acuses de haber pintado tu cuerpo debido a tu deficiencia mental, te las veras conmigo -podía sentir su aliento rebotar en la punta de la nariz. Tenía que inclinar mi cabeza para poder ver sus ojos de modo la punta de mi nariz apuntaba el punto de conexión de sus labios.

Quise reír.

-Beeee -balé y me zafé rápidamente. Tenía una ceja enarcada y sus hombros se movían al compás de su risa muda -No me amenaces jamás.

-¿Por qué haz hecho como una oveja?

-No tienes derecho a cuestionar mis balidos -respondí apuntándolo con el dedo índice. Tenia puesto un anillo con un tallado de espinas. Mi madre me lo había regalado cuando había cumplido 14. Me dijo que recordara lo del Principito.

Abrí la puerta y salí deslizándome por el pasa manos en vez de bajar las escaleras. Fui hasta la cocina donde Pattie preparaba el almuerzo. En una cacerola tenía arroz y estaba preparando el pollo para luego freírlo. Cuando se volteó para verme, sonrió.

-¿Te quedarás a almorzar, Amy?

Me lo pensé. Justin quizás se molestaría por eso, entonces obviamente debía decir que si.

-Claro, muchas gracias -pasé por su lado y me apoyé del otro lado del mesón frente a ella. -¿Necesitas ayuda?

Ella se limpió las manos en un mantel blanco con unas rosas bordadas. Pescó un trozo de pollo adobado y lo echó con cuidado al sartén.

-Podrías poner la mesa, ahí, delante de ti, en el último cajón, está el mantel central -dijo sin levantar la vista del sartén y apuntando hacia atrás.

Bajé y me puse de cuclillas para inspeccionar. Abrí el cajón y saqué un mantel de color rojo. Cuando me levanté dejé la vista abajo para poder ver mi pie cerrar el cajón. Cuando cerró, levanté la vista.

-¡Ah! -grité al ver a Justin apoyado igual como estaba yo hace un rato solo que del otro lado. Tenía una sonrisa enorme y sus ojos reían. -Deja -comencé a golpearlo con el mantel rojo -de -golpee su codo, el lo escondió -hacer -golpee su hombro -¡eso! -finalmente iba a golpear su cabeza pero el se echó hacia atrás en el momento justo. Sonrió aun mas y se escondió tras de Pattie.

-Ya te dije que no fueras mala con ella, cariño -dijo y Justin reposó su cabeza en su hombro. Esta reposó la suya en la cabeza de este.

Desearía que mi relación con mi madre hubiera sido así.

-Ya no soy malo, mamá, de hecho, soy buenísimo con ella ahora -tenía los ojos abiertos y me hizo pensar cuando el malo en una película trata de hacerse pasar por el bueno y al momento de abrazar a la víctima con una cara de lastima, se convierte en una sonrisa malvada al abrazar su cuerpo.

-Si, si. Cómo no. Qué va -avancé y salí de la cocina y camine hasta la sala. Tenían una sala enorme, más que la de mis abuelos. Un comedor estaba en una esquina junto a un sillón en forma de ele que estaba en el rincón opositor. Había una chimenea de cerámica, creo, que tenía una especie de alféizar encima. Había fotos en ella que me morían por ver pero me contuve. No quería parecer intrusa.

Estiré el mantel y me voltee para volver a la cocina, pero Justin venia saliendo de ella mirando hacia atrás.

Mi momento perfecto.

Me posesioné en la esquina detrás de el ropero que tenía las toallas de ayer y aguardé. Cuando vi el mechón dorado emerger, salí.

-¡Buuuuu! -grité abriendo los brazos y piernas de modo que parecía una estrella. Justin gritó roncamente y se llevó las manos a la cara. Me tuve que apoyar en el ropero para no caer mientras reía -me lo debías.

Justin tenía la cara roja como un tomate mientras se acercaba a mi. Tenía la mandíbula apretada y se veía más cuadrada que antes. Tomó mis caderas con sus dos manos para inmovilizarme y atrapó su labios con los míos.

Fue un beso suave y rápido. Pero eran de esos que son dados a propósito para dejar queriendo mas.

-Me lo debías -sentenció mirando mis ojos.

Casualidades de la vida ( J.B )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora