~1~

77 2 0
                                    


-Hija despierta, hemos llegado.- después de que mi linda madre me moviera para despertarme de mi reparador sueño, con mucha fuerza de voluntad abrí mis ojos provocando que la claridad del día hiciera que por inercia los volviera a cerrar de golpe.

-M, despierta ¡llegamos a nuestra nueva casa!- decía totalmente emocionado Tommy mientras brincaba en el asiento trasero del auto, no entiendo como puede estar así de emocionado... bueno, es un niño que a penas y comprende lo que ocurre a su alrededor, así que supongo que para él está bien.

-Ya Tommy, andando.- dije mientras tallaba mis ojos y comenzaba a salir con él en brazos.

-¡Bienvenidos a su nuevo hogar mis amores!- dijo papá extendiendo sus brazos para que contempláramos la casa frente a nosotros.

Era grande, de unos tres pisos si contamos lo que pareciera ser el ático. Sus ventanas eran grandes y pequeñas, algo sucias por el polvo, y el color de ella no era tan agradable. Me gusta el negro, pero pareciera que se hubiera carbonizado por completo, las tejas parecieran que en cualquier momento se iban a desplomar una por una, sin mencionar que el jardín estaba más muerto que mí tía abuela Grace. Una casa de locos en pocas palabras.

-¿Y bien? Les ah gustado tanto que se quedaron sin palabras.- dijo papá mientras comenzaba a sacar las cosas del camión de mudanzas.

-Parece la casa de un delicuente.-mencioné.- ¿Verdad Tommy?
Mi pequeño hermano asintió y lo bajé, enseguida se fue corriendo en la dirección de papá para ayudarlo con las cajas más pequeñas.

Miré con detenimiento la casona delante de mí, uno de los ventanales del tercer piso llamó mi atención, pareciera que alguien nos observaba.

-No está tan mal, con unos cuantos arreglos podremos hacerla sentir como nuestro nuevo hogar.- dijo mamá mientras me abrazaba por la espalda.

-Eso mismo has dicho unas cinco veces atrás mamá, y justo cuando comienzo a sentir una como mi hogar, pfff, nos tenemos que marchar.- me giré para verla a los ojos.- mamá, este lugar no me gusta, y no hablo solo de la casa.

-Cariño, prometo hacer todo lo posible por que tu hermanito y tú se sientan cómodos y felices estando aquí, recuerda que hacemos todo esto para que ambos que son lo más importante para nosotros salgan adelante, es por eso que aceptamos este cambio.

-A el costo de mis primeros amigos.

-Morgana sabes que lo siento mucho, esto es...

-Por su bien, entiendo.- rodé los ojos suspirando con cansancio.

Comencé a notar miradas en nuestra dirección, un par de vecinos se acercaron a nosotros para darnos la bienvenida, luego otros más, mamá y papá se quedaron conversando con ellos, pero al parecer los vecinos estaban confundidos y no acababan de entender como es que mi familia se había hecho dueños de aquella casa, les resultaba extraño ya que el tiempo que ellos llevaban ahí, la casa había estado abandonada.

El aburrimiento vino a mi cuando comenzaron a charlar de cosas que para nada son de mi interés, iba a ir por Tommy para jugar a algo, por que sí, a pesar de mi edad sigo jugando con mi hermano, pero me llevé la sorpresa de que se encontraba jugando con el hijo de los vecinos, así que coloqué mis audífonos y November Rain comenzó a reproducirse.

Estaba escuchando justo mi parte favorita cuando mamá me tomó de un hombro para luego quitar uno de mis audífonos de mi oreja, odio cuando lo hace.

-Si quieres puedes ir a darle un vistazo.- movía las llaves delante de mi cara con una sonrisa, las tomé luego de dudar por tres segundos.

-Ya que no hay nada mejor que hacer.- retiré mis audífonos y los guardé junto con mi celular en el bolso.- Vamos a ver que tal está el lugar.

INFIRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora