~20~

35 1 1
                                    

Pov Suga

Justo cuándo el sueño estaba logrando vencerme, unos ruidos fuera de la habitación me hicieron despavilarme. Me precaté de que no me encontraba en la habitación, ni siquiera en mi casa, y es que había olvidado que me encontraba en las entrañas de ahora la casona Hyde para acompañar a M esta noche.

Me senté tratando de prosesar las cosas, los ruidos paraban y luego continuaban, como si estuvieran moviendo los muebles en los pasillos fuera de las habitaciones. ¿A caso a Morgana le dió por hacer una remodelación a plena madrugada? Salí de la cama ¿a que horas dijeron su padres que vendrían? Seguramente en cuanto saliera el sol, los señores Hyde eran lo suficientemente jovenes para saber como divertirse. Cuándo mis pies descalzos tocaron la madera fría del piso, di un respingo, estaba tan cálido entre las sabanas, que saliendo de ellas había un frío polar.

Pegué mi cabeza a la puerta esperando escuchar alguna pista de que me dijera que era realmente M, pero no se oían más que pequeños golpes en las paredes, y cosas arrastrándose sin sesar. Me sobresaltó la vez en que un golpe algo leve se impactó en la puerta asiendome golpear mi mejilla. No, obviamente no era Morgana.

Tomé todo el valor que tenía y mi falta de sueño, y fue así como salí de la habitación para encontrarme en los pasillo. No había nada, ni sillas o mesas que pudieras mover, nada que se pudiera arrastrar, tan sólo la alfombra viejisima. Giré mi cabeza alrededor buscando alguna anomalía, pero no había nada, tan sólo oscuridad y un insesable silencio.

Iba a regresar a la habitación, pero mi mirada se fijó en la puerta que daba a la habitación de M ¿y si ella se encontraba asustada? ¿si no se encontraba bien? Mi cabeza comenzó a maquinar pensando en cosas realmente malas, así que para asegurarme, me planté delante de la puerta pensando que hacer, tratando de escuchar algún sonido, pero el silencio era lo único que podía escucharse. Giré el pomo de la puerta, y para mi suerte, esta se encontraba abierta ¿que ella no me dijo un vez que la mantenía con seguro para evitar algún problema? Extraño, pensé.

Abrí la puerta en compañía de un chirrido, asomé mi cabeza y al acostumbrarme a la oscuridad y la poca luz emitida de la lampara de noche, pude divisarla durmiendo entre muchas almohadas y enrollada en sus sábanas, me acerqué tratando de hacer el menor ruido posible, pero mis pasos eran un poco torpes al no ver en la oscuridad.
Me percaté de que tenía sus cascos puestos en sus oídos, posiblemente esa era la única manera de que pudiera dormir por las noches en este lugar, con la música sonando en sus oídos aislando los ruidos a su alrededor, aunque si lo vemos de otra forma, de igual manera es peligroso y arriesgado no escuchar nada, provoca que bajes la guardia.

Acaricié su cabello por inercia, iba a irme pero un estruendo fuera de la habitación me hizo pegar un brinco del susto, y posiblemente también a M, por que ahora estaba sentada en la cama con sus ojos esmeralda totalmente  abiertos y su pecho subiendo y bajando rápidamente. Se retiró lo cascos de los oídos.

-¿Que fue eso?- pregutó exaltada mirándome a los ojos, esos ojos que brillaban tan bonito en la oscuridad, como dos foquitos verdes que hay en los árboles de navidad.

-No lo sé, yo vine por que escuchaba ruidos fuera de la habitación, y quise venir a asegurarme de que te encontrabas bien.- me alegraba de que no preguntara cuanto tiempo llevaba o ahí, o que hubiera notado como mis manos acariciaban sus rizos.

-Estoy bien ¿que horas son?- miré el reloj en su escritorio.

-Las tres quince de la mañana.

-Sólo eh dormido media hora, no eh podido dormir.

-Igual yo, y ahora tal parece que menos lo haré.

-No quiero saber que fue ese estruendo, la cosa esa no debe de estar en su mejor momento.

INFIRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora