Despierta.

Sin pensarlo.

Pasaron 2 meses desde que Aurora se detuvo a pensar en sus sentimientos, pero desde entonces se sentía mucho mejor.
Los días se le hacían más cortos y la angustia que le recorría todo el cuerpo al pensar que cada mañana tenía que ir a trabajar había desaparecido. Los temores por sus compañeros ya le daba igual, solo pensaba en ella y en pasar un buen día.
Había cambiado. Sí, entera. De los pies a la cabeza, físicamente y psíquicamente. Llevaba ropa nueva, se había cortado el pelo, pero aún lo llevaba largo y su rostro era increíble, nadie paraba de mirarla por su impresionante cambiazo. Era más viva, menos tímida, no tenía vergüenza para pedir algo o para responder si le estaban echando las culpas de algo que ella no había hecho o tan solo para hacer cosas que no pudo hacer por tal cosa como la timidez.
Pero en fin, para ella era como si acabara de nacer, era una persona nueva.
Ese día 14 de Diciembre, Aurora estaba muy cansada, se había levantado bien temprano para hacer las tareas de casa, estaba feliz y también en la noche anterior pensó en que hacía tiempo que no limpiaba su hogar. Estos meses estuvieron limpiando sus padres. Triste día, justo por la tarde ellos regresaban a su ciudad.

Hacia las 17:25, Aurora estaba en la estación de autobuses ya que se disponía a ir a trabajar.
En ese momento alguien le tocó el hombro, oyó su nombre y ella se dio la vuelta. Por un instante se quedó impresionada pero le dio una gran alegría volver a ver a su viejo compañero de escuela. En los pocos segundos que pasaron, en esos cruces de miradas este se lanzó a darle un abrazo, con las manos caídas Aurora elevó sus brazos y con sus largas y secas manos también lo abrazó agarrándose de sus anchos hombros. Pues tuvieron una pequeñísima conversación mientras estos tenían juntos esa muestra de cariño al verse desde hace mucho tiempo. ¡Madre mía Aurora! Cuanto tiempo sin verte. Le dijo él ilusionado dando el primer paso. ¿Qué haces aquí?, qué alegría verte. Le preguntó y contestó ella. Jajaja, bueno, he venido a ver a unos amigos. Siguió respondiendo. En ese instante el autobús llegó, se soltaron y los dos sonrieron. Ya es mi hora, tengo que montarme, dijo ella. Pero él le cortó diciéndole que podrían seguir hablando. ¡Vale! Dijo la chica. Se sentaron juntos y este la invitó a un viaje con más personas. También le dijo que podía traer una amiga si le daba vergüenza verse entre tanta gente sin conocerlas, pero que pronto tendría una gran fluidez para hablar. Pues aquellas personas eran simpáticas y amigables, según lo que él le dijo. Sabía como estuvo estos últimos años de deprimida su compañera.
Aurora ya tenía en mente que invitaría a Marga en cuanto salió de la boca de Diego pronunciar las 5 palabras; puedes traer a una amiga.
Ella le preguntó por el sitio al que iban a ir, pero este le respondió con una sólida pero alegre palabra y una sonrisilla que se le escapaba. Sorpresa. Le dijo él.
Esta le volvió a preguntar sin saber. ¿Cómo? Él ni si quiera le respondió, solo le amortiguó su aturdida cara de no saber nada con una leve risa.
Diego ya llegaba a su destino así que se despidió y bajo. Aurora vio a una persona cogiendo de la mano a Diego. ¡Plaf! Se cerraron las puertas. Mientras el bus seguía la carretera, ella pudo ver quién era.
¡Oh vaya una chica! Debe ser su novia, dedujo.
Después de 15 minutos ya llegó a su destino. Sus padres estaban a punto de irse, eran las 17:45. Se despidió como bien merecían y se marcharon.
Ella decidió hacerse la cena, una sola ensalada bien condimentada como le gustaba, una manzana y una botella de agua. Encendió la tele, terminó la cena, la apagó y subió. Empezó a leer y después de 35 minutos, guardó el libro y se dispuso a dormir.
Sonaban las sábanas, vuelta para la izquierda, vuelta para la derecha. No podía dormir, hacía calor. Se levantó y se mojó la cara. ¡Hey! Hace tiempo que no miro las estrella, a lo que se sentó en su balcón y las observó durante un buen rato. Vio muchas estrellas fugaces, ya tenía frío así que se acostó y durmió cómoda y tranquila.