V E I N T I S I E T E

182 19 6
                                    


-¿Qué haces aquí?

La miro fijamente a los ojos, los cuales por un momento me hacen olvidar el enojo por su intenso color gris que tanto me gusta... ¿Qué estoy diciendo?

Ella me recorre con la mirada y sonríe de forma ladeada. Frunzo el ceño cuando me mira a los ojos de nuevo y eso la hace sonreír más. Rara.

Ni siquiera preguntaré como sabe donde vivo, ya noté que siempre me espía. Algo bastante extraño...

-Te dije que me verías hoy.

-No son las 15:00 y tampoco estamos en la cafetería.

-¿Acaso importa? Vine a visitarte, no te comportes como un idiota. Me arriesgué a parecer una acosadora por saber donde vives.

-Porque eres una.

Mamá carraspea y dice que nos dejará solos. Cuando se va, me arrojo al sofá y observo a Lucía.

-Y... ¿no dirás nada?

-Eres tan idiota.-rueda los ojos.-¿Puedo sentarme?

Me encogí de hombros pero aún así se sentó. Hubo un silencio incómodo que no quise romper. Sentía cierto enojo hacia ella.

-Seguro te preguntarás porque te dejé plantado...

-Como un perro abandonado.

-Sí, eso. Lo hice porque sentí que no estaba lista para hablar contigo.

-Si no lo estabas, pudiste decirme antes, no esperar a que esté allá esperándote como un idiota.

Me levanté del sofá y fui directo a la cocina. Sentí sus pasos detrás de mí pero no me inmuté.

-Calmate, ¿sí? No fue mi intención. Pero debes entender que es extraño conocerte en persona si solo hablamos por chat...

Busqué una manzana en la nevera pero solo habían peras. Genial, tanto que las amo (que se note el sarcasmo). Aún así tomo una y cuando la muerdo, de inmediato me dan ganas de escupirla pero me contengo. Volteo a verla y le ofrezco una pera, pero ella niega con la cabeza y yo me encojo de hombros.

-No iba a hacerte daño, Lucía.-hablé con la boca llena. Ver su mueca de desagrado casi me hace reír, pero me contuve.-Solo quería conocerte y crear una amistad normal.

-Lo sé, y...-suspiró.-Lo lamento.

-Me da igual.

Caminé de vuelta a la sala. Sabía que mi actitud la haría enojar, y de verdad quería hacerla enojar. Sé que no sentirá lo mismo que sentí cuando no fue al lugar pero... ¿Qué mierda estoy diciendo? Ella está aquí, en mi casa. Vino a visitarme y yo solo actúo como un idiota porque me dejó plantado. Que estupidez.

-Estoy dando un paso grande para que nuestra "amistad"-hizo comillas con los dedos.-funcione, y tú actúas como el gran idiota que eres. Que te den, Jake.

Fue hacia la puerta y justo cuando la iba a abrir, la tomé de la mano y la atraje hacía mis brazos. Sí, justo eso quería sentir desde un principio.

No sé durante cuanto tiempo la abracé, pero ella aún no me abrazaba de vuelta.

-¿Por qué no me abrazas?

-Eres tan bipolar.-apenas pude entender lo que dijo porque su cara está aplastada contra mi pecho. Forcejeó un poco para que la liberara y así lo hice.-No me gustan los abrazos.-sacudió su blusa, tratando de quitar pequeñas arrugas que se formaron. Me reí un poco.

-Era de esperarse.-le sonreí.-Perdón por mi actitud, es que cuando me dejaste plantado, me sentí como...

-Un perro abandonado.-completo la frase.

-Sí y no te quería perdonar tan fácilmente.

-Repito: eres un idiota.-rueda los ojos pero sonríe.-Al menos recapacitaste.

-¿Por qué robaste mi teléfono?-cambio de tema abruptamente. Por su expresión, creo que la sorprendí con mi pregunta.

-Ehm...-pestañea continuamente.-Ya te dije que no robé tu teléfono, lo encontré.

-Claro. Responde con la verdad, por favor.

-Esa es toda la verdad. Estaba en una mesa y solo lo tomé porque no vi al dueño. No te vi.

-Lucía...

-Bien, pero siéntate. Te contaré todo.

¡Es Mi Teléfono!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora