Capítulo 26

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Los huevos estaban borboteando en la sarten listos para ser servidos junto con las tostadas y el café previamente preparados, fue cuando estaba pasando el alimento a uno de los platos que la oí detrás de mí.

-Buenos días- murmuró una voz suave a mis espaldas.

-Buenos días- saludé en respuesta, colocando el recipiente de porcelana a mi lado para voltearme a ver su rostro.
Mi cuerpo se paralizó al ver a la hermosa mujer enfrente de mí. Sus ojos somnolientos brillaban, celestes con matices verdosos, sin la necesidad de que los iluminaran los rayos del sol que se colaban por la ventana. Su cabello caía enmarañado sobre sus hombros y detrás de su espalda, enmarcando su rostro el cual irradiaba una belleza plenamente natural, puesto a que no había ni siquiera una ínfima parte de él cubierta con maquillaje y sus labios rosados me sonreían perezosamente. -Veo que has encontrado la ropa- titubee señalando el atuendo que la ojiverde traía, unos pantalones de chandal grises junto con una camiseta blanca con la leyenda "I love donuts" que casualmente, era una de mis favoritas.

-Si, estaba en la cama y supuse que la habías dejado para mí...por cierto quiero una camiseta como esta- rió señalando su pecho.

-Lo sé, es genial- asentí eufórica mientras devolvía la sonrisa- te preparé el desayuno.

-No era necesario...

-Es todo un placer- aseguré mientras acercaba una taza de café a sus manos.

-Siento haberme embriagado anoche- susurró apenada mientras se ubicaba en una butaca delante de mí.

-Fue divertido- bromeé mientras dejaba un plato con huevos y tostadas delante de ella.

-No recuerdo mucho, pero seguro lo fue- sonrió con nostalgia para luego darle un trago al contenido de la taza amarilla.- no sabía que podías cocinar- añadió mirando inquisitivamente el plato que tenía delante.

-No sabes muchas cosas de mí- respondí con tono juguetón, recibiendo una mirada amenazante en respuesta a mis palabras.

-Entonces deberé pasar más tiempo a tu lado, para conocer cada rincón de tu ser...eso sonó algo psicópata- finalizó soltando una suave carcajada.

-No es nada nuevo que se obsesionen conmigo- contesté con jactancia , ganándome un golpe en el brazo de su parte.- ouch! - exclamé en respuesta mientras sobaba la zona golpeada fingiendo una mueca de dolor.

-Por cierto, gracias- dijo de manera repentina interrumpiendo el juego.

-No tienes que agradecerlo, para eso están las...amigas- asegure dándole un bocado al alimento en mi plato para ocupar mis ojos en algo que no fuera su intimidante mirada.

-De todas formas, gracias. -insistió elevando sus brazos para tomar su cabello entre sus dedos y comenzar a guiarlos hasta formar una coleta, la cual aseguro con la ayuda de una goma elástica que llevaba consigo en la muñeca.

-Bueno...hoy tengo la mañana libre, así que puedes quedarte todo el tiempo que gustes- replique elevando las cejas logrando que una sonrisa se formara en sus labios.

-Yo debo ir a trabajar, tengo reuniones que realmente no puedo posponer.- al decir esto sus ojos se encontraron con los míos, y un casi inperceptible brillo de tristeza se vio reflejada en ellos.

-En ese caso, puedes quedarte mientras puedas- intente animarla mientras sobaba su brazo, permitiendo que mis dedos recorrieran la suavidad de su piel, el contacto produciendo una revolución en mi estómago.

-Será mejor que me cambie- anunció al terminar de degustar su desayuno, para luego desaparecer por la entrada a mi habitación.

No fue hasta varios minutos después que su presencia reapareció en frente de la butaca en la que anteriormente se había sentado.
Llevaba el vestido de la noche anterior el cual, ceñido a su cuerpo, hacia que su figura reluciera, causando que la mujer enfrente de mí me provocara más nerviosismo del habitual. Volví en mí cuando caí en la cuenta de que sus palabras llegaban a mis oídos como zumbidos debido a mi ensimismamiento.

-y por eso debo irme ahora mismo- esas fueran las únicas palabras inteligibles que logré procesar.

-Oh, si... te acompaño a la puerta- titubeé intentando ocultar los nervios provocados por su imponente belleza.

-Gracias por todo Kara, en serio, esto significó mucho para mí.- dijo en tono sincero mientras cruzaba el umbral. 

-Cuando quieras- garanticé mientras la parte izquierda de mi cuerpo descansaba sobre la pared. 

-Bueno...hasta pronto- dijo acercándose algo insegura para plantar un casto beso en mi mejilla.

-Adiós- saludé mientras su cuerpo me daba la espalda, alejándose por el pasillo. Fue cuando su último mechón de cabello desapareció de mi campo de visión que cerré la puerta de entrada, y me dirigí hacia la cocina, para fregar el desastre que habían provocado mis dotes culinarias.

Había tomado la esponja cuando oí un familiar golpeteo en mi puerta, caminé inconscientemente a grandes zancadas hasta que el picaporte finalmente estuvo entre mis dedos, abrí lentamente, pero antes de que lograra articular palabra debido a mi sorpresa, ella se abalanzó sobre mí, conectando nuestros labios, no fue hasta que mi cerebro asimiló lo que ocurría, que le correspondí, permitiendo a nuestros labios danzar acompasados, mientras mis manos recorrían su cintura por simple inercia. Pude sentir las manos de la ojiverde que se posicionaban detrás de mi cuello, una de ellas con algo de dificultad (la cual intuí era la que había necesitado el cabestrillo), provocando que el beso se intensifique, demostrando la necesidad de nuestras bocas por sentirse, algo que hasta el momento ambas habíamos reprimido, de mi parte desde el momento en que nuestras vidas se cruzaron. Lena cortó el contacto cuando el beso comenzaba a tornarse demasiado salvaje y sus pulmones reclamaban la necesidad de oxígeno. 

-Lena...- pero antes de que pudiera terminar mi oración, mis oídos se vieron aturdidos por un gran estruendo, aturdida, mi primer instinto fue verificar el estado de la ojiverde, esta se encontraba enfrente de mí, inalterable, con las mejillas encendidas, mirándome confundida ante mi reacción. En ese momento comprendí que lo que acababa de oír no era una explosión cercana, sino que se debía a algo externo, ajeno a nosotras.- lo siento pero debo irme.- finalicé cerrando la puerta, para correr a vestirme con el traje de Supergirl. 

Minutos después de salir disparada por el ventanal, fue que asimilé lo que acababa de hacer, había dejado a Lena plantada, en mi puerta, luego de habernos besado. Comencé a maldecirme a mi misma por no haber controlado mejor la situación, cuando algo me golpeó en pleno vuelo. Salí expulsada varios kilómetros hacia atrás, hasta que logré estabilizarme antes de caer encima de una automóvil. Identifiqué el objeto como una especie de misil, muy extraño, el cual era de la estatura de un niño pequeño, y tan ancho como mi antebrazo, por mera intuición lo lancé por los aires, suponiendo que estallaría, y efectivamente, segundos después, miles de pedazos metálicos  comenzaron a llover interrumpiendo el celeste del cielo. 

Retomé mi vuelo en busca de la explosión anterior, la que había oído en mi departamento, pero todo parecía estar en buenas condiciones, no había heridos cerca y las estructuras de los edificios se encontraban en perfecto estado. Extrañada, comencé a elevarme para así tener una mejor vista de la ciudad, pero no logré divisar nada fuera de lo normal. 

Había alcanzado un altura considerable, cuando un ruido sordo inundó mis oídos, en ese momento mi cabeza fue golpeada por una superficie metálica la cual presionaba la parte posterior de mi cráneo provocando que mi cuerpo cayera en picada. A pesar de la fuerza descomunal provocada por el impacto, pude detener mi vuelo nuevamente, pero esta vez la explosión se produjo detrás de mi, expulsando mi cuerpo hacia delante, aturdida no fui capaz de reducir la velocidad, y caí en picada, aterrizando en medio de una autopista, entre varios autos, los cuales rodeaban el cráter en el cemento, provocado por el impacto de mi cuerpo al caer.
Intenté incorporarme rápidamente dispuesta a enfrentar aquello lo cual estaba enviando esos misiles, pero fallé en el instante en que mis brazos quisieron esforzarse, mis musculos negandose a funcionar, mi visión, algo borrosa, pudo distinguir diminutos cristales clavados en mis brazos, eran de un verde brillante, incrustados cual espina en mo piel, impidiendo que mi cuerpo se regenere, no tardé en reconocer que se trataba de kryptonita sintética. Pronto asimilé lo que acababa de ocurrir. Misiles repletos de kryptonita, la trampa perfecta. Y solo un rostro pasó por mi cabeza antes de que mis parpados se rindieran dejandome inconsciente , Lillian Luthor. 

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Bueno, fue un capitulo corto, pero esta semana voy a intentar subir varios nuevos. Gracias por acompañarme en esta historia y por votar. 

Siempre tuya (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora