Día ocho.

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Ya no lloro. Es más, creo que ya estoy seca por dentro. Seca y medio muerta, porque no siento nada. Fue difícil al principio, pero ahora caí en la cuenta de que llevo bastante tiempo en este estado, sólo que no me percataba.


Hoy salí a la luz del día. Al balcón. El tacto de los rayos solares en mi piel, luego de tantos días, fue incómodamente placentero. Puede que me haya desconcentrado de lo que en verdad amo - mis plantas, por ejemplo - pero ya estoy nuevamente en mi eje. Me siento mejor.


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