Día cinco.

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Fui tonta y no me percaté de que, si no respondía las llamadas durante cuatro días, mi madre se empezaría a preocupar. Mandó a mi hermano hasta mi departamento para asegurarse de que todo estaba bien. Y todo lo está, mis muebles limpios y ordenados, el fregadero sin vajilla para limpiar, mis mascotas bien alimentadas y con agua, mis plantas están regadas y, para mi dicha, mi hermano no es muy observador. Se fue al cabo de diez minutos en los que apenas me habló, pero le fueron lo suficiente para confirmar que has terminado conmigo, y que quiero estar sola.

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