Capítulo 7: Nada que temer

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Gracias a Dios llegue a destino. Mi cuerpo no iba a aguantar ni un minuto más sentada en el auto.
No es un viaje que no hice nunca, pero esas cuatro horas de viaje me agotaban como si hubiera   por veinte horas sin parar.
Amaba visitar a mis abuelos, amaba su pueblo, la comida que preparaban, todo amaba. Desde chica venía a visitarlos, antes más seguido gracias a los médicos que buscaban que problema yo tenía que dificultaba respirar ~que al final resultó ser una alergia~.
Siento que se detiene el auto y por instinto lo primero que hago es desabrochar el cinturón de seguridad y bajarme para estirar las piernas.
Veo que mis abuelos se van acercando, pero no iba a correr a saludarlos, ya que si lo hacia al no poder controlar mi cuerpo terminaría chocandolos, los haría caer, y eso haría que yo los tenga que levantar y que mis papás me retén.
-Hola!- los saludé.
-Mi chiquita hermosa!- ¿podría tener una abuela más dulce? No lo creo.
***
- Y el novio, Nair?- este es el momento en la cena en el que te dan ganas de mandar a todos a la mierda.
-No existe- contestó un poquito/muy enojada.
-Cómo que no existe, Nair? Deja de mentir- pregunta mi adorable tío, que además en verdad es el esposo de mi tía y padre de mis primos.
-No estoy mintiendo, no tengo novio. ¿Por qué tengo que tener novio? Yo así estoy bien.
-Está bien, si vos decis.
***
Estaba en la sala de espera de la clínica con mis papás.
-Bertone.- llamó la doctora a mi mamá.
-Yo me quedo acá afuera, pasa vos con papá.
-Bueno.
Pasan al menos veinte minutos ~en donde la gente me miraba sorprendida por el hecho de estar leyendo, parece que nunca vieron a alguien leyendo~ hasta que salen mis padres y la doctora del consultorio. Mi papá se acerca hasta donde estoy, mientras que mi mamá entra a una sala aparte con la doctora.
-¿Que les dijo?
-Ahora la doctora le va a hacer una ecografia mamaria, después nos va a decir que es lo que exactamente que es lo que tiene. Por ahora, por lo que vio la doctora, es lo mismo que nos decían los otros doctores.- al escuchar eso me sentía un poco más aliviada, pero nada estaba dicho.
Veo que mi mamá llama a mi papá y entran junto a la doctora otra vez al consultorio.
En este momento me arrepiento de no entrar con ellos. Antes la gente me miraba raro solamente por leer, y ahora me mira picaramente pensando que hablo con alguien ~pero en verdad sólo estoy sonriendo al ver memes~.
Escucho que se abre la puerta y salen mis papás llorando.
Esto no me gusta para nada. Mis papás son un poco sentimentales, pero en este momento la noticia puede ser buena como también mala.
Me estoy empezando a asustar más de lo normal. Mis papás me están abrázando como si no hubiera un mañana.
-No es nada- esas palabras que me dijo mi mamá al oído me hicieron llorar, pero no de tristeza, si no que era una manera de eliminar mi nerviosismo- No hay nada que temer. Es lo mismo que nos dijeron los demás, es solo un efecto secundario de la diabetes que suele suceder a veces.
Odio estos tipos de momentos en el que te das cuenta que tenes a una persona que amas. Por un minuto pensé que no iba a tener a esa persona nunca más, o que simplemente de a poco no iba a dejar de estarlo.
Pero el ser humano es así, no se da cuenta de las cosas que tiene hasta que lo está por perder.

Nada de cliché Donde viven las historias. Descúbrelo ahora