Parte 13

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Los días siguientes no habían dejado de entrenar. El enfrentamiento personal era el más importante de todos, mientras mejor condición tuvieran, mayor sería su resistencia en el campo de batalla. Edmund había quedado encantado con la rapidez con la que Lucy se movía, alejándose a gran distancia cuando era perseguida por tres, y escalando con gran precisión cada árbol lo suficientemente alto como para protegerla.
-¡Increíble Percy! -gritó Ginny cuando Percy había hecho saltar el agua del arrollo para evitar que Ron lo atacara.
-Bien, ahora, corran mientras lanzan hechizos a quien sea -indicó Peter-. Annabeth, debes desarmarlos cuando esten de espaldas; Susan, eres mejor disparando desde los árboles, así podrías salvar a muchos.
-¿Uso flechas?
-Si.
-¡¿Qué?! -gritó Clemence- ¿y si nos mata?
-Draco y yo las encantamos, no les harán daño alguno -dijo Hermione-. Les atravesaran la piel, pero solo sentiremos un pequeño cosquilleo, saldrán sin dolor y sin dejar marcas.
Se separaron en grupos. Harry, Ginny, Ron, Hermione, Clemence y Draco en uno; Peter, Edmund, Lucy, Annabeth y Percy en otro.
-Percy y Annabeth están acostumbrados a las peleas con espadas, ¿cierto? -Annabeth asintió- Bien. Narnia es nuestro territorio, así que mis hermanos y yo debemos usar más que nada nuestra armadura y espadas, Susan siempre atacara desde el aire para salvarnos -indicó Peter.
-Por lo tanto nosotros debemos ocuparnos de que ningún mortifago los dañe -siguió Harry-. Pero en este caso, nosotros seremos los malos que queremos acabar con ellos.
Hermione y Draco se sonrieron y miraron a sus parejas.
-No tendremos piedad -dijo Draco.
-Ni nosotros -contestó Susan.
-¡Prohibidas las Imperdonables! -gritó Ginny.
-Eso es obvio, Weasley -dijo Edmund poniendo los ojos en blanco.
-¿Listos? -preguntó Harry.
Todos asintieron.
-¡Ahora!
Salieron corriendo, atacándose unos a otros, esquivando espadas, esquivando hechizos, recibiendo ligeros cosquilleos por las flechas que Susan lanzaba con suma precisión. Ron sonrió al ver que la chica tenía una excelente puntería.
-¡Ron! -gritó Hermione en cuanto Ron sintió el peso de Annabeth sobre su cuerpo.
-Caíste, Weasley -dijo la chica con una sonrisa.
-¡Incarcerous!
Lo siguiente que Annabeth supo era que estaba rodando fuera del alcance del hechizo y que Edmund estaba sobre ella.
-No te distraigas -le susurro antes de levantarse y derribar a Clemence.
Media hora más tarde sólo quedaban en pie Harry, Hermione, Ron y Draco de un equipo y Peter, Annabeth, Percy y Edmund del otro.
-No puedo creer que te derribaran Lucy -decía Clemence.
-No puedo creer que se haya subido al mismo árbol que yo -dijo Susan entre risas.
-¿Yo cómo iba a saber que el árbol iba a cobrar vida y a atarnos con sus ramas? -preguntó la pequeña de los Pevensie.
-Excelente encantamiento, Ron -lo felicito Hermione dándole un gran abrazo.
Vieron a Angela salir de la cabaña y sonreír en cuanto estuvieron dentro de su campo de visión. La chica llevaba puesto un vestido blanco recto y una corona de flores.
-Es hora de hablar sobre las dimensiones -les dijo con una sonrisa.

•●Potter●• •●Pevensie●•

-¡Minerva! -gritaba la profesora Sprout con desesperación-. ¡Merlín! ¡Minerva!
La regordeta mujer corría por los pasillos de Hogwarts, mientras que algunos alumnos de los cursos menores la miraban con curiosidad, no era común ver a un profesor perdiendo los nervios.
-Pomona -respondió Minerva McGonagall mientras salía del gran comedor acompañada por Merlín.
-¿Pero qué significa este escándalo, mujer? -preguntó el poderoso mago mientras la miraba con curiosidad.
-Oh, los invernaderos, han explotado la mitad de mis plantas -decía entre jadeos.
-¿Cómo es eso posible?
-Estaba dando clases a los Gryffindors y Hufflepuffs de sexto cuando de repente explotaron.
Un grupo de aurores que estaba en los terrenos haciendo guardia entro con paso calmado.
-Tonks -dijo McGonagall con desaprobación mirando a la líder del escuadrón- ¿quieres explicarme que fue lo que paso?
-No fue un ataque, Minerva -le dijo en tono tranquilizador-. Esto lo provocaron.
-¿Puedo saber quien?
Tonks miró a su equipo con nervios.
-No lo sabemos, no se dejaron rastros.
-¿Fue mucho el daño?
-El suficiente como para hacer desaparecer el invernadero uno -explico la auror.
Un molesto pitido empezó a sonar en las cabezas de todos los presentes, haciéndolos tapar sus oídos para evitar un profundo dolor de cabeza, entonces una voz, distorsionada, empezó a hablar.
-Reunión de merodeadores -dijo simplemente y después dejo de escucharse.
-¡Esto es una locura! -gritó Minerva perdiendo la paciencia- Estos últimos días hemos estado teniendo grandes problemas de bandalismo en Hogwarts y es hora de que paren, tenemos que hacer algo ahora.
-Si, señora -asintieron todos los profesores.
Merlín fue directamente hasta el despacho de McGonagall, tenía que arreglar el uso deliberado de magia dentro de los terrenos de Hogwarts, así, esperaba, toda esa locura terminaría.

Harry Potter y la última batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora