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Al día siguiente Félix se levantó un poco más temprano de lo normal. Después de un baño rápido y después de haber agarrado un desayuno rápido y salió de su casa. No sin antes haber dejado una nota a sus padres diciendo que se había ido un poco antes de lo usual para que no se preocuparan. 

No era raro que de vez en cuando Félix decidiera caminar a la escuela. Había veces en que lo único que quería para empezar el día era un poco de aire freso, buena música, y tiempo para poder estar solo un rato. Su cabeza era un lío estos últimos días, por lo que pensó que sería una buena idea despejarse de esa manera. Tras unos cuantos minutos Félix se encontraba en la entrada de la escuela. 

Ya que no había nada de ruido y el ambiente estaba tranquilo, Félix decidió sentarse en la entrada de la escuela. Al tiempo que sacaba un libro de su mochila para pasar el tiempo en lo que las clases comenzaban, y también mientras esperaba a Tiana. 

Era raro que Tiana se tomara tanto tiempo en llegar, especialmente cuando Tiana normalmente llegaba a la escuela antes que Félix. Pasaron 10 minutos, 20, 30... Tiana nunca llegó, pero Marc si.

—Hola —saludó tratando de obtener la atención de Félix— te estuve esperando en la parada del autobus pero nunca llegaste.

Félix balbuceo un poco, por alguna razón Marc lo estaba poniendo nervioso. No sabía que contestar sin sonar grosero.

—Quise caminar —contestó después de unos cuantos segundos en lo que organizaba sus pensamientos.

—Oh —hizo una pausa— esta bien, para la próxima me avisas —otra pausa, está vez un poco más larga— es más, te daré mi número, préstame tu celular —extendió la mano.

Félix, quien había vuelto la vista al libro, saco su celular del bolsillo y sin desconectar los audífonos se lo entrego a Marc para que agregara su número a los contacto. Era mucho más fácil que negarse, al final, bien podía borrar el número. 

—Listo —sonrió, entregándole su celular el cual Félix tomó y guardo—me mandé un mensaje para tener tu número en mi celular también —dijo mientras se sentaba junto a Félix en los escalones de la entrada, un poco más cerca de lo que a Félix le hubiera gustado— igual y nos podemos poner de acuerdo para hacer algo después de clases. 

Félix levantó la vista, aunque sin mirarlo. Algo debía estar pasando. Marc no era el tipo de persona que podía entablar una relación, aunque sea amistosa, con un chico como Félix. ¿Por qué? Era fácil, por la simple razón de que a un tipo como él le importa más su vida social y lo que los demás digan de él. Viven de los comentarios de todos y el siquiera hablarle sería motivo de burla por sus amigos. Aquella era la conclusión a la que Félix había llegado mientras trataba de dormir la noche anterior... le había dedicado tanto tiempo a pensar en todas las posibles razones por las cuales Marc estaba siendo tan insistente con él, y la única conclusión a la que había llegado era esa. Que debía haber algo de por medio para que Marc tan de repente quisiera hablarle.

—No te entiendo —dijo Félix, al cerrar su libro y al mismo tiempo que ponía un poco más de distancia entre los dos. No estaba molesto, pero no quería verse envuelto en rumores tontos si es que esto continuaba.

—¿A qué te refieres? —preguntó Marc confundido, tratando de buscar la mirada de Félix.

—¿Qué es lo que quieres de mi? —contestó Félix, en un tono que salió más grosero de lo que Félix anticipaba. 

—¿Cómo? —repitió, balbuceando un poco.

—¿Por qué de repente me hablas? —no era como que Félix realmente estuviera enojado, pero estaba un tanto frustrado. 

Retos y Apuestas |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora