Basta de Juegos

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Soltó un suspiro, vio sus rasgos en el espejo y se limpió las mejillas, que aun mantenían rastro de lágrimas. estaba tan cansada de llorar, en su vida había llorado tanto, bueno sólo aquella vez que Demmon le dijo plana y que la comparo con un hombre humano de sobrepeso, solo recordaba aquella vez, pero de ahí en más, las palabras del lobo le habían afectado demasiado.

Tal vez no habían sido las palabras, sino porque había sido él quien las había dicho. Debía ya admitirle lo que sentía por él antes de que la lastimara tanto que ya no hubiera vuelta atrás, sí él supiera lo mucho que sentía hacia ese carácter suyo, de su forma de acunarla cuando los demás no los veían o la forma tan protectora que a veces mostraba; soltó un suspiro, se levantó con pesadez y salió de la habitación de Forest para irse a la suya, al entrar se lanzó a la cama.

La mujer que decía Forest era su tía era una maldita, había tenido por muchos años a los Nuevas especie, volviéndolos indefensos y tímidos, dándoles un trato similar o peor que un hembra regalo, ¿quién le aseguraba que su madre no era así? Tal vez era peor, tal vez incluso asesinaba niños y se los comía. No. No podía pensar así. Eso sería juzgar, eso era malo, cruel y dolía como el infierno, tan doloroso como comenzaba a ser aquellas punzadas en su vientre.

Necesitaba calmar ese dolor y no iba a ser masturbándose; iba a ir por Forest, le diría las cosas lo suficientemente claro para que entendiera ese cerebro de macho y la noche seria larga para ellos, sí. Eso iba a hacer. Abrió su maleta, sacando no una falda cualquiera, era La falda, esa que la hacía sentirse bien y le lucia mejor. Saco una ombliguera de color rosa, colocándose y admirando en el reflejo del espejo el cómo sus cuervas se marcaban, Forest no iba a poder negársele.

Ahora el problema era encontrarlo, los olores de colonias y perfumes dificultaban la misión, pero al ver el bar sonrió de lado. Ahí iba a estar su lobo, estaba cien por ciento segura de ello. Con paso sensual y la barbilla en alto entro, pero dio un pequeño traspié ante la escena que se le presento. Una humana mantenía una mano en el hombro de Forest.

En los Voraz era de las hembras que se debían cuidar, pues para ellas no había más ofensa que alguien tocando lo que era suyo; similar a lo de los machos Nuevas Especie, pero en vez de ponerse agresivas una absoluta tristeza las invadía y ella a pesar de su carácter no estaba a salvo de eso.

Trago, reanudo su paso y fue hasta la mesa que estaba vacía, queriendo que él la detectara con el aroma y la viera, que se diera cuenta de lo que se estaba perdiendo e ir a por ella, pero no fue así. Él solo seguía con esa humana apestosa lame botas. Soltó un bufido, molesta, podría simplemente follar con cualquier humano del lugar, pero es que no podía, el simple hecho de pensarlo le daba asco.

— Hola, bonita. – volteo, un hombre con un bigote demasiado descuidado la vio risueño. - ¿Gusta tomar una copa con mis amigos y yo?

— No.

— ¿Tal vez un juego? Somos unos viejos, pero te aseguro que somos buenos jugando a las cartas.

— No quiero, váyase. - echo una mirada a Forest, seguía con la morena.

— Oh... ya veo.

Lucy volteo a ver al hombre, este miraba a Forest reprobatoriamente y eso la hizo sonreír, de seguro era un padre de familia que venía con sus amigos a jugarse un par de juegos. Soltó un suspiro, jugueteo con una servilleta, no estaba segura el por qué seguía ahí, debía darse del respetar y...

— ¿Sabes lo que hace a un hombre apreciar lo que tiene?

— ¿Verla con alguien más? – pregunto sonriente, arqueando una ceja y el hombre se ruborizo. – No es mi tipo, lo siento.

Forest (Nuevas Especies 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora