Forest (Nuevas Especies 4)

Final: Jamás Solos

El viaje a la reserva fue meramente silencioso, sólo uno que otro gruñido de parte de Alysia sonaba en la parte de atrás y todo porque Caleb se acercaba cada vez más a su hermana, pero no le molestaba. Estaba feliz y nadie, ni si quiera ella misma, iba a lograr cambiar eso. Al llegar a su destino, fue recibida por la familia que en su momento no valoro; Gabriel, Alegría, Erendi, Demmon y las pequeñas Lamat y Cib, toda una familia, incluido el tío loco, Nathaniel.

Las lágrimas no las pudo contener, tampoco la sonrisa que se dibujó en sus labios. Se lanzó a ellos, abrazando a Alegría con fuerza y adorando el sentir de la mano de Gabriel acariciándole la cabeza. La burla de parte de Demmon no se hizo de esperar, tampoco la recriminación de Erendi y las obvias preguntas de las pequeñas, pero Nathaniel estuvo muy callado, aunque no le tomo importancia.

Después de la calurosa bienvenida, todos, excepto Forest quien tenía que ir con su propia familia y Alysia quien fue llevada por Caleb al centro médico, Gabriel ofreció platicar en su hogar, para que ella tomara algo. Con un té caliente y bajo la atenta mirada de los Beck, ella les conto todo... menos las partes calientes que paso con cierto lobo, mentira, también se las contó, pero sin mucho detalle.

— Mi dulce niña – murmuro Alegría, quien estaba sentada frente de ella, soltando un suspiro. – yo me haré cargo de hacer sufrir a esa mujer.

— No te preocupes, Caleb ya se hizo cargo de eso. – dio un sorbo a la bebida. – Le rompió el cuello.

— Vaya muchacho tiene Justice. – comento Gabriel, él estaba parada tras de Alegría y a su lado estaba su gemelo. Entonces el menor rio bajo, tomando de los hombros a su gemelo y dándole una pequeña sacudida. – Por cierto, Lucy, Nathaniel tiene algo muy bueno que contarte.

— Gabriel...

— Nada de "Gabriel", me aseguraste que llegando ella se lo ibas a contar.

— Pero es que no estoy listo. – se quejó Nathaniel, dejando caer los hombros.

— Venga, ¿qué es lo que ocurre?

— Lucy, mira – Nathaniel se sentó a su lado, le asir la mano con la suya y la cubrió con la otra. – Cuando dos personas, animales, lo que sea, se quieren y quieren estar juntas, debes aceptarlo.

— ¿Ajá?

— Entonces, yo quiero a tu hermano, mucho, y él me quiere a mí, entonces pues soy tu cuñado, pero que eso no te haga creer que me faltaras al respeto.

— Nath...

— Porque yo intente, juro que intente detenerlo cuando me agarro contra la pared y...

— ¡Naty! ¡Basta! – se cubrió las orejas. – Soy feliz de que mi hermano este contigo – sonrió al verlo sonrojado. – no hay mejor humano para él que tú.

Cuando aquel momento paso, Gabriel le informo de lo sucedido con Susykyo y aunque no se llevaban bien, le alegraba de todo corazón el que todo hubiese salido tan bien. Pensó en ir con ella, en ir y hacer las paces, pero en el camino se encontró con Ángel, la tierna primate de ojos caramelo.

Aun no se podía creer que el Gran Demmon hubiese preferido algo sumamente tierno para... Negó con la cabeza, no debía de pensar así. Se acercó a ella, viendo el cómo regaba un jardín un poco, bastante, lleno de flores y se detuvo justo a sus espaldas.

— Hola Ángel. – saludo de repente, la primate pegó brinco del susto y al girarse, y percatarse que era ella, sonrió tiernamente. En verdad que se le hacía difícil imaginarse a tan tierna hembra con semejante macho de poderío.