Capitulo 7

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-¡Mickaa! -gritó Danielle acercándose a ellos con tanta rapidez a la que una chica descalza puede correr. Danielle empezaba a pensar que correr sin zapatos era definitivamente lo suyo. Llegó jadeante hacia ellos, el hombresote junto a Micka sonreía en gesto amargo.

-¿Acaso eres estú...? -empezó Micka

-¿Tu tío te mandó acá, cariñito? ¿Ya te dijo quiéns soy? -Con esto cortó el hombre gigantesco la oración de Micka.

Danielle escogió muy bien las palabras.

-Me ha dicho que no sabe quién eres y que vendrá para hacerte pagar por llevarte a Micka de esa forma y tratarlo así como lo haces.

Bueno, no escogió las palabras tan bien como esperaba.

El hombresote se echó a reír dejándole bien claro a Dani que con él no podía sacar de mentiras, verdades.

-Claro que vendrá. Nosotros somos un dúo, somos tu pesadilla.

A Dani se le heló el corazón pero se controló para no dejar que sus miedos se la coman viva. Dio un paso más al frente, sostuvo con fuerza la jeringuilla que llevaba en la mano.

Ahora todo tenía sentido para ella, él era el hombre que había estado en su casa pero no lo recordaba, creía haber visto a otra persona pero era él, y si él estaba ahí quería decir que su queridísimo tío también... Ellos habían acabado con su familia, con lo único que le importaba. Una rabia desconocida llenó a Danielle en ese momento.

-No, yo soy su pesadilla. -susurró antes de actuar con destreza inigualable y clavar la aguja de la jeringuilla en la pierna del hombrezote. A este se le abrieron los ojos grandes como platos, cuando trato de quitarse aquello de su pierna, Danielle sacó otra jeringuilla de su bolsillo y se la clavó en la mano. El hombre chilló de dolor. Dani se giró hacia Micka, lo ayudó tan rápido como pudo, en menos de lo que creyó posible ya corrían ambos, dejando atrás al hombresote chillando de dolor. Danielle no sintió remordimiento, Micka tampoco.

Giraron en una esquina, giraron en otra. Pronto se hallaban frente a frente con la estación de policía. No fue la intención de ninguno de los dos llegar ahí, no habían podido tomarse el tiempo para decidir con paciencia a qué lugar correr.

-Tal vez tenemos que informar esto -empezó Dani jadeante.

-No -cortó Micka, con el estómago hecho un nudo.- No te creerán una sola palabra. Dirán que es efecto de alguna anestesia o algo así -Micka rogó a los cielos que Danielle creyera su argumento, la verdadera razón por la que no podían ir con la policía era que cuando atraparan a los asesinos y casi secuestradores lo culparían a él también.

-Tienes razón... -dijo Dani meditando la situación.- Pero no tenemos otro lugar a dónde ir, ¿o sí?

-Tengo varios departamentos cerca de aquí. No sirven de nada ya que irán a cada uno de ellos en busca de nosotros. -reflexionaba Micka al tiempo que se pasaba las manos por el húmedo cabello. Gotas de sudor corrían desde su frente hasta su cuello, se perdían por dentro de su camisa y Danielle no quería, pero se preguntó si esas gotas llegarían más allá de la pretina del pantalón, y si llegaban, cómo se veían ahí.

-¿No tienes una amiga que nos pueda ayudar? -preguntó Micka al ver que Danielle estaba perdida en sus pensamientos, se mordía el labio con gesto nervioso pero sus ojos no dejaban adivinar nada acerca de lo que pensaba.

-Todos los amigos que tengo me venderían a mi tío por cualquier precio que les alcance para comprarse un carro. ¿Tú no tienes un amigo o una amiga o tu familia o alguien? -Dani lo miró a los ojos esperanzada.

Micka pasó su peso de un pie al otro, se rasco la nuca y finalmente respondió: -Tengo una amiga...una ex novia que vive muy lejos pero estaría aquí en un segundo si así se lo pido

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Las quiero

Créditos a: Jamie Patricia Celi Andrade

Aliada con el enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora