Fantasías

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Capítulo 8:

Justin recorrió el cuerpo de Abby tantas veces como pudo, quiso disimular pero le era imposible, la forma en la que la piel de la joven se deslizaba a través de la seda blanca de las sábanas, como sus músculos se tensaban con cada movimiento, el brillo juguetón de los ojos y la sonrisa provocativa, estaban haciendo estragos en él.

-Duermo de este lado.- Dijo Abby mientras colocaba un par de almohadas como barreras entre ella y el espacio vacío del otro lado de la cama, Justin sonrió y pensó que si ella quería detenerlo tendría que realizar un esfuerzo un poco más decidido.

-Esa barrera de contención no va a ser necesaria.- Justin se acercó al borde opuesto de la cama y tiró de ellas arrastrándolas directo al piso, Abby no se inmutó, sabía que algo así podría pasar, así que solo procuró girarse y darle la espalda.

Ella estaba tan cómodamente arropada y caliente entre esas sabanas que no demoró en caer rendida ante el reclamo del sueño, la oscuridad la invadió y no se resistió en ningún momento. Sintió como un calor abrazador la envolvía, era placentero y enloquecedor.

En su sueño estaba tendida sobre una playa desierta, como las que hay en el olimpo, el agua cristalina bañando esas extensas costas y cubría gran parte de la inmensidad de un intenso verde azulado, el sol golpeando decidido sobre su cuerpo y haciéndola encender. Estaba relajada y respirando profundamente, cuando siente unas sedosas manos recorriendo sus hombros y bajando lentamente por su espalda, ella se gira y ve que es Justin, él sonríe y continua con la deliciosa caricia, Abby no se niega sino que sucumbe ante su tacto. Relaja su cuerpo y él se arrodilla a sus espaldas para realizar mejor su labor, Afrodis lanza un pequeño suspiro cargado de deseo, éste es seguido por un leve gemido que fue lanzado desde la parte baja de su garganta. Siente como juegan los dedos de Athos sobre su piel y ella se enciende cada vez más, el leve rose de sus labios recorre su cuello y muerde lentamente su clavícula, otro gemido incontenible es lanzado fuera de su cuerpo.

-¿Te gusta ángel?- Su voz sonó tan real, tan próxima y cercana que se estremeció cuando el aliento de Justin golpeo su delicada y sensible piel, él se levantó y rodeó a Abby que estaba todavía sentada sobre la fina arena dorada. Se arrodilló a su lado y la tomó de la nuca mientras ayudaba a que ella se recueste por completo, su espalda chocó suavemente contra la arena y le raspó haciendo cosquillas. Justin se depositó sobre su cuerpo y comenzó a besarle el cuello con pequeños besos intercalando chupones, lo rosaba con su lengua y mordía levemente su piel. Abby no podía resistir estar así, tirada sobre el piso y sin hacer nada, llevó sus manos hacia el cabello de él y tiró con fuerza, Justin gimió grave y agudizó sus besos.

Dejó un camino de besos, bajando desde el cuello hasta su vientre, chupando y lamiendo sin parar, Abby no dejaba de retorcerse bajo su contacto y él estaba disfrutando inmensamente estar en esa situación. Cuando Justin muerde el interior de su muslo, Abby abre los ojos ampliamente y descubre que no estaba soñando sino vivenciando todas esas caricias. Él estaba sobre ella haciéndola disfrutar como nunca lo hizo, ningún hombre había osado tocarla o rosarla con un dedo, como mucho la habían mirado, pero nada más. Cuando por fin recobró la consciencia de lo que estaba pasando, se incorporó en la cama y empujó a Justin por los hombros, él rodó sobre su espalda y aterrizó de rodillas en el piso, detrás de la base de la cama. Levantó atónito la mirada y la escrutó en silencio, ella no dijo nada, solo se bajó de la cama y corrió hacia el baño, pero Justin fue más rápido y la tomó por la cintura.

-¿A dónde crees que vas?- Abby forcejeó con él, sin implicar ni un solo gramo de fuerza, no quería zafarse de sus brazos, las piernas le flaqueaban y su contacto y olor la hipnotizaban.

-Quítame las manos de encima.- Él carcajeo levemente en el oído de ella, mandándole una corriente eléctrica directa a su zona baja.

-Si quisieras alejarte de mí lo harías, no estas utilizando tu fuerza.- La empujó más cerca de él y sus cuerpos chocaron con fuerza, no había ni una línea de aire separándolos. – Me deseas puedo sentirlo, ¿Sentís?- No realizó ningún movimiento, rodeó su cuello con los brazos y dejó que él la sostuviera.

-¿Sentir qué?- Ella era tan novata, tan nueva en esto, que no se había dado cuenta de las reacciones que su cuerpo estaba realizando.

-Como tu cuerpo tiembla con mi contacto, como tu respiración te entrecorta y se aflojan las extremidades de tu cuerpo.- Abby se mantuvo en silencio por unos cuantos minutos, disfrutando de la calidez de su piel y la suavidad de sus manos, él no era inmune, Justin inspiró profundamente el aroma exquisito que el cuerpo de ella emanaba, y sintió como su corazón dio un agitado sacudón, comenzó a latir más y más rápido, el bello de su nuca se erizó y su piel comenzó a quemar, cualquiera podría decir que eran indicios de sentimientos, de amor o al menos de cariño, pero tratándose de Athos eso no era ni cercano. Pero algo ocurría en su persona, nada estaba como antes de conocerla, sus emociones no eran las mismas y hasta su forma de ver el mundo no era igual. Ella había socavado hondo en su interior, estaba desbaratando todo su mundo y comenzaba a desordenar los estantes emocionales que tan cuidadosamente había ordenado y almacenado en el fondo de su negro corazón.

Justin se alejó solo unos centímetros y la miró a los ojos, una corriente eléctrica atravesó el cuerpo de los dos, pero para ella fue tan placentero como sus caricias pero parecía más íntimo, no tan carnal, esa reacción que su cuerpo captó lo enloqueció, lo confundió tanto que decidió alejarse de ella de un solo tirón. Caminó hacia el baño a paso apresurado mientras se restregaba la cara con las manos, de arriba hacia abajo, con violencia y confusión, no estaba entendiendo nada y tampoco quería entender. La puerta resonó a su espalda, una vez que entró al baño.

-¿Qué carajo te pasa Justin?- Se preguntó mientras miraba el reflejo de su rostro en el espejo. – Esta niña te está volviendo loco.- Negó efusivamente mientras bajaba la cabeza, mirando el lavamanos. Realmente Abby estaba escarbando en las profundidades de Justin y sin hacer muchos esfuerzos o por lo menos no era aparente.

Afuera del baño Abby estaba sentada sobre el borde derecho de la cama, detrás de ellas las sabanas estaban desparramadas de forma irregular, en su cuerpo todavía estaba plasmada la sensación de los besos y las caricias de Justin, para ella no fue solo un contacto corporal sino que involucraba un poco más que eso, pero bien sabía que él no era un hombre para fiarse, directamente no era un hombre, era el dios de la maldad, de la muerte y su línea de sangre no le permitía sentir ningún sentimiento que sea bueno, ni siquiera uno pequeño.

Sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas, no quería llorar pero no podía contenerse, algo comenzaba a florecer en su pecho y cuando él la alejó de sus brazos y prácticamente corrió hacia el baño, todo su universo se desplomó a sus pies. Sonaba loco e irracional, pero ese sujeto frío, cauteloso, malvado, calculador, sanguinario, desprejuiciado, baboso, lujurioso, tenaz y soberbio estaba invadiéndola y consumiendo su vida interior, aunque ella no se diera cuenta, cada gesto, cada sonrisa o palabra que él hacía o decía, se imprimía en su alma a fuego. Muy a su pesar no debía confiar en Justin y mucho menos caer rendida a sus pies.

Abby parpadeó repetidamente para despejar las molestas lágrimas que amenazaban con caer, no iba a demostrar debilidad y menos por un hombre como Justin. Acomodó las sabanas y se metió en la cama sin realizar ningún ruido, apoyó su cabeza en la almohada ahora fría e intentó dormir, a pesar de su cansancio se le estaba haciendo imposible, en su mente millones de pensamientos la consumían. Después de un largo tiempo la puerta del baño se abrió, pero
Abby ya estaba siendo devorada por el sueño, escuchó el leve chirrido pero no abrió los ojos, se dejó introducir al mundo irreal y durmió.

Justin había tomado un baño y la imagen de su cuerpo semi-seco era digna de ver, los músculos perfectamente torneados con alguna que otra gota recorriéndolos, su piel bronceada y el pelo mojado que caía sobre su frente de forma desprolija,  era merecedor de ser llamado el dios más hermoso del inframundo, su título está bien ganado.  Quitó la toalla que cubría la parte baja de su cuerpo y se secó efusivamente el pelo dejándolo aún más alborotado que antes y sin más rodeos se metió en la cama, desnudo y solo lo cubrían las sabanas de seda blanca. Al mover su pierna hacia la derecha, su piel rozó con la de Abby y un suspiro profundo se liberó desde su pecho, se removió entre las sabanas y se acomodó de lado mirando fijamente la nuca y el cabello de ella, reprimió un impulso de acariciarla y cerró los ojos entregándose al sueño.

Novela "El amor Vs. La muerte" F. A. B. AgustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora