Capítulo 9:
El sol se colaba entre las cortinas de terciopelo rojo sangre que adornaban las enormes ventanas, del otro lado el amanecer estaba en su apogeo y la vista desde el balcón era privilegiada. Abby refregó su rostro en la almohada de plumas para cubrirse los ojos, parecía que había dormido tan solo minutos, no había descansado mucho y sentía el cuerpo pesado. Giró rápidamente sobre su cuerpo y chocó con el de Justin, él estaba estirado sobre el colchón completamente cómodo, los brazos detrás de la cabeza, las piernas abiertas y la sabana a la altura de su cintura, a Abby le fue imposible no guiar sus ojos hacia su cuerpo, parecía una estatua de mármol perfectamente tallada, su piel parecía de porcelana y los músculos estaban relajados, su pecho subía y bajaba sin prisa y los cabellos revueltos le daban un aire rebelde.
Afrodis no pudo resistirse y estiró su mano hacia su pecho, dibujó con su dedo índice los pectorales y luego los abdominales de Athos, la piel de él tembló bajo su tacto y se movió haciendo que la sabana se desplazara hacia abajo, su intimidad quedó al descubierto y ella clavó su mirada en esa zona. Justin se aclaró la voz y sonrió, llamando su atención.
-¿Te gusta lo que ves? Puedo dejar que lo toques.- Comentó con voz somñolienta. Su miembro estaba rígido y duro, completamente erecto e imponente frente a ella, lamió sus labios queriendo pasar su lengua por el pero al darse cuenta de su gesto, el calor se profundizó, un fuerte rubor rojo le cubrió las mejillas y se levantó de la cama de un salto.
Prácticamente fue corriendo hacia el baño, entró y cerró la puerta de un portazo. Pero eso no frenó que oyera la risa burlona de Justin del otro lado de la habitación, lo había hecho a propósito había dormido desnudo para sorprenderla en la mañana y avergonzarla por dejarlo caliente en la noche. Era tan calculador y metódico cuando se trataba de venganzas, por más que sea insignificante, él deseaba causar daño a toda costa.
Ella permaneció más de lo necesario en el cuarto de baño, se bañó lentamente, refregó su cuerpo con una pulcra esponja de baño de algas marinas, se untó jabón líquido de menta y jengibre, utilizó un caro shampoo de baño con olor a melocotón y comenzó a pensar en todo lo que no había pensado hasta ahora. Su familia, sus amigos ¿la extrañarán? ¿Podrá tener un descanso para visitarlos? Necesitaba tanto un abrazo de su madre, una palabra alentadora de su padre y esas cosquillas y jugarretas con su hermano mayor. Extrañaba a su fiel amigo compañero, hermano de otra madre, hacia tanto tiempo que se había marchado, lo que daría por volver a ver esa hermosa sonrisa, Marcus había estado presente en gran parte de su existencia, desde pequeños y un error lo arrebató de su lado. Tres fuertes golpes sacudieron la puerta y la despertaron de su recuerdo, la arrancaron de su memoria y vio la imagen de Marcus disolverse frente a sus ojos.
-Vamos sal de ahí, tenemos que irnos y necesito el baño.- Después de eso escuchó los duros pasos de Justin alejarse de la puerta. Se paró y tomó una de las batas blancas colgadas de un perchero de aluminio calado con pequeñas flores, se introdujo en ella y luego secó su cabello con una toalla que estaba sobre una pequeña silla de madera. Lavó sus dientes y se peinó, luego de media hora estaba decidida a salir y enfrentarlo, pero él se adelantó y como un suspiro apareció a su lado.
-Odio tener que invadir tu privacidad pero necesito que te retires.- Ella brincó del susto y ahogó un pequeño grito, él sonrió y la tomó suavemente de brazo mientras la guiaba hacia la salida, abrió la puerta y la empujó fuera. Como si fuera un pequeño perrito o un animal que no entendía si no fuera a la fuerza, eso la indignó tanto que tuvo la mala idea de arrojar toda la ropa de Justin por el balcón.
Tomó toda la ropa que estaba prolijamente estirada sobre la cama y fue directo a la ventana, la abrió y salió al balcón, una suave brisa acarició su piel y quedó anonadada por el hermoso paisaje que se levantaba frente a ella, la ropa cayó sobre las baldosas de mármol y caminó unos cuantos pasos por el enorme balcón, que tenía más aspecto de terraza privada, se apoyó sobre la baranda de piedra y contempló la vista, todo su enojo e indignación fue suplantado por tranquilidad y emoción. Ella había presenciado todas las bellezas posibles, pero las terrenales habían escapado de sus manos y gracias a Justin estaba vivenciándolas. Perdió la noción del tiempo, porque a los pocos minutos Justin apareció detrás de ella y lanzó un leve bufido.
-¿Pensabas arrojar mi ropa por la cornisa?- Justin se agachó y tomó sus pantalones, dejó caer la toalla que cubría la parte baja de su cuerpo y después de colocarse el bóxer se enfundó en unos jeans negros que lo favorecían sobre todo en la parte de su trasero, tomó la camisa blanca que estaba abollada a sus pies y la estiró.
-Sí pensaba hacerlo, pero la vista te salvó.- Él rio por lo bajo y se acercó a ella, se apoyó en el borde de la baranda de espaldas a la hermosa vista, que ya había contemplado innumerables veces, y de frente a ella, admiró su perfil y el brillo que provocaba el sol naciente en sus ojos, sus labios rosados y los cabellos mojados cayendo como una cascada de tinta negra sobre sus hombros. Tubo que obligarse a hablar, alejó la vista de ella buscando un punto fijo para concentrarse.
-Debemos irnos en pocos minutos. Pedí el desayuno, está sobre la mesa de la sala, ¿Me… me acompañas?- Nunca había dudado, pero al sorpresa en los ojos de ella y la forma en la que se volvió rápidamente para mirarlo, lo hicieron titubear.
-Claro.- Ella le sonrió y las ganas de arrojarla por el balcón se esfumaron, Abby podría ser terca, cansadora, habladora, insoportable y otra infinidad de cosas, pero lo hacía reír como nunca nadie lo hizo, lo divertía y sobre todo lo encantaba con cada gesto de su cuerpo. Pero reprimía todos esos hermosos sentimientos guardados en un rincón de su pecho, él era la muerte, era cruel y despiadado, no podía caer arrodillado ante el amor, ante esa diosa tan bella, sería una locura, una hermosa locura.
Después de desayunar y terminar de cambiarse, Justin comentó a Abby lo asombrado que estaba sobre la forma en la que ella había devorado esos enormes panecillos con fresas y chispas de chocolate, seis en total. Ella no se sonrojó ni se sintió abochornada, al contrario, le gustaba la comida y no iba a negarlo, disfrutaba comer, era una forma de acallar sus deseos.
Ya estaban saliendo del edificio cuando una jovencita rubia y muy dotada de curvas se paró frente a ellos y le habló a Justin.
-¿Jared, eres tú? ¡Oh por dios!.-
F.A.B Agust
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Novela "El amor Vs. La muerte" F. A. B. Agust
Научная фантастикаEl amor y la muerte prosiguen su camino en este mundo, una intenta salvar las almas y el otro quiere que se pudran en el infierno. Lo malo es que ambos deben viajar juntos y el final no será el mejor ni el más esperado.