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Después de tres semanas, quisiera poder decir que estoy en un vuelo rumbo a casa con papá a mi lado, pues sí, en este momento me encuentro sentada en la butaca delantera del avión,una sección muy silenciosa donde él sonido de los motores no se percibe, aparentemente estoy lista para volar, pero no, no estoy junto a mi padre, estoy portando una vestimenta totalmente de color negro, mi madre está junto a mi, pues mi hermano debía regresar a Italia, el trabajo no lo espera, la gente nos observa extraño, supongo que es lógico, nuestro rostro no es para nada atractivo con ojeras e hinchazón en los ojos.

Los doctores dijeron que ya no había nada más por hacer, únicamente teníamos la opción de esperar, días meses o años, a que su corazón volviera a latir por si mismo, y no por aquellas gigantescas maquinas que lo rodeaban junto con toda esa cantidad de mangueras que se conectaban a su cuerpo.

¿Verlo sufrir? Definitivamente eso no estaba en nuestros planes, mi padre prácticamente ya no estaba con nosotros, tomar esa decisión fue bastante complicado, y muy doloroso, pero a mi parecer sería algo egoísta de nuestra parte tenerlo ahí postrado en cama un largo tiempo, almenos ahora sé que está en un lugar donde indudablemente debe sentirse pleno.

¿Alguna vez han querido adelantar él tiempo? Así me siento ahora, sería maravilloso que pasaran 5 años en un abrir y cerrar de ojos, pero mi madre siempre ha dicho que los golpes de este tipo te ayudan a valorar ciertas cosas y creo que tiene razón, me siento agradecida con mi papá, por todos los hermosos recuerdos que me llevo de él.

Hemos llegado a nuestro destino después de aquellas 6 fastidiosas horas de vuelo, observo mi reloj, es tarde, 5:47 pm para ser precisa, me bajo del avión junto con mi madre y nos dirigimos al estacionamiento colosal del aeropuerto, donde guardamos él automóvil, al subirnos en el se puede sentir un silencio realmente perturbador, no me encuentro en la mejor postura para hablar, y percibo que mi madre tampoco, talvez solo necesitamos llegar a casa, ducharnos y descansar.

—¡TOBYYYY!— Cargué y abracé a mi pequeño al entrar a casa, dejando a un lado mi maleta.
—Me daré una ducha ¿Quieres pedir algo de comer?— Dijo mi madre subiendo las escaleras lentamente.
—¡Cocinemos juntas!—Dije entusiasmada, quería mejorar el ambiente.
—Cathy, perdona, estoy muy cansada— Respondió mi madre sin voltear.
—Bueno te cocinaré entonces— Sonreí aún con Toby entre mis brazos.
Mi madre volteó a verme.
—¿Segura?— Preguntó confundida.
—¡Claro! ¿Se te antoja algo en especial? Nada de que no tienes hambre, debes comer— Respondí mirándola fijamente.
—¿Burritos a tu estilo?— Brotó una pequeña sonrisa del rostro de mamá.
—Burritos a mi estilo será, ve a ducharte y a descansar un poco en lo que preparo todo— Sonreí dirigíendome a la cocina.

Cuando era niña mi padre nos cocinaba burritos, él únicamente les agregaba trozos de bistec, queso mozzarella y un delicioso adherezo, siempre me agradó ayudarlo, en el momento en que mi padre se iba a trabajar yo se los preparaba a mamá, solo que con algunas variantes, les agregaba champiñones, tocino e incluso aguacate, sin sonar vanidosa los burritos "a mi estilo" eran los preferidos de la familia.

Saqué los ingredientes de la alacena y el refrigerador, únicamente me hacía falta el aguacate, está bien, esta vez serán sin aguacate.
—Lalalalala— tarareaba mientras cortaba los champiñones para ponerlos en él sartén con un poco de mantequilla.
En ese momento tocaron la puerta de una forma insistente, Toby comenzó a ladrar, cabe destacar que eran las 7:12 pm, seguramente amigos de mi padre que se enteraron sobre lo sucedido, me dirigí a la puerta de la entrada y observé por la mirilla.
—¿JACOB? ¿PERO QUE... QUE HACE ACÁ?— Me dije a mi misma bastante sorprendida... ¿Quién le dio la dirección? ¿Cómo sabe que ya llegué?
Desde hace 3 semanas que pasó todo apagué mi móvil, decidí no responder llamadas, no quería dar explicaciones ni mucho menos preocupar a más personas.
No dejaba de tocar él timbre junto con la puerta, parecía que no estaba dispuesto a irse, así que decidí abrir, de cualquier forma iba a llegar el momento en el que lo tendría que ver.

—Jacob.. ¿Que haces aquí?— Dije desconcertada.
Él me miró, miró mi decaído rostro y la forma en la que me encontraba vestida.
—¿Jacob? Como conseguiste la direcc...— Apenas pude terminar la oración cuando sentí un fuerte abrazo; sin dudarlo mis brazos rodearon su atlética espalda aferrándome a el como si tuviera temor a que en cualquier momento se fuera de mi lado.
—¿Porqué no me dijiste?— Dijo al separarse de mí.
—No quería hablarlo aún— Mis lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas.
—Estuve viniendo estos últimos días, pero nadie atendía, la dirección me la proporcionó Melissa..
—¿Melissa?— Lo interrumpí —¿Ella sabe de esto?—Pregunté aturdida.
—No, tranquila, le dije que te pasaría algunas investigaciones de la universidad— Respondió colocando su mano derecha sobre mi mejilla.
Tomé su mano e intenté sonreír, una sonrisa realmente mala para ser sincera.
—Gracias por preocuparte— Mencioné con mi voz bastante quebradiza.
—No me agrada la idea de que estés triste— Limpió mis lágrimas —Me alegra saber que ya te encuentras en casa, espero vuelvas pronto a la universidad, no estarás sola Cathy, lo prometo— Me mostró su hermosa y delicada sonrisa, aquella con la que a mi parecer conquistaría a cualquier persona.
—Volveré pronto— Dije observando su mirada tan profunda.
—No dudes en llamarme si necesitas algo, siempre te escucharé— Dijo dándome un abrazo acompañado de un beso en mi mejilla, a unos cuantos centímetros de mis labios.
Dio media vuelta para irse, pero en ese momento le tomé la mano evitando que lo hiciera —Aguarda— Dije acercándolo nuevamente a mí.
—¿Qué ocurre?— Respondió preocupado.
Rápidamente saqué de mi maleta aquel llaverito en forma de chocolate.
—Toma, te lo traje de Philadelphia— Le dije mientras lo colocaba en su mano.
—Oye, no debiste— Se mostró conmovido.
—Es lo mínimo que puedo hacer, me has apoyado demasiado—Sonreí— ahora sí, puedes irte— Comencé a reír.
—Gracias, de verdad lo hago con gusto, así quiero verte siempre— Sonrió y me abrazó nuevamente.

Lo observé mientras se alejaba, las ganas de correr hacía el y abrazarlo eran inmensas, cerré la puerta y me percaté que su aroma había quedado impregnado en mi blusa, era como sentirlo cerca, sé que suena cursi, pero teniéndolo cerca realmente todo es más fácil.

Terminé de preparar aquellos burritos y le llamé a mi mamá para que bajara a cenar, la mesa estaba lista.

—¿Con quién hablabas?— Dijo mi madre mientras se sentaba en la mesa.
—Jacob Mami— Respondí sirviendo el agua de fresa.
—Tus ojos brillan— Comentó mamá dándole un sorbo a su vaso.
—¿Te gustó?— Pregunté sobre el agua.
— Terminarás enamorada— Dijo mientras tomaba un burrito.
—Es mi amigo mamá— La miré.
—Lo sé, pero no le das la importancia que le darías a cualquier otro amigo— Levantó sus cejas al verme.
—Te aviso que les faltó aguacate— Decidí cambiar el tema.

Finalizamos con la cena, ayudé a levantar y ordenar todo, me percaté de que mamá se miraba muy cansada, así que le dije que se marchara a dormir, seguramente mañana volvería al trabajo.

Subí a mi recamara y lo primero que hice fue meterme a la regadera, fue muy relajante sentir las gotas de agua sobre mi cuerpo, salí de la ducha y me puse mi pijama azul de ovejas,me encanta porque es muy cómoda, sequé mi cabello y lo cepillé para después hacerme una trenza, me gusta dormir así, siento que mi cabello no se maltrata tan rápido.
Me recosté y llamé a Toby para que estuviera a lado mío, antes de dormir recordé aquel abrazo que Jacob me dio, y la suavidad de su mano al ponerla sobre mi mejilla, las palabras de mi mamá me venían a la mente pero me resisto a creerlas... "Terminarás enamorada"

Dolorosamente perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora