Una nueva amenasa

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Emma corría por los pasillos, no.
Más bien sentía que volaba por los corredores, lo que había sucedido hace unos momentos la tenía por los cielos, jamás pensó que podría sentir algo como esto, había leído cientos de novelas románticas, todas describiendo lo inmenso o grandioso que era enamorarse, pero nunca pensó que podía pasarle a ella, cada una de esas palabras podía describir lo que sentía, pero a la vez no, ya que al mismo tiempo sentía que no eran suficiente para hacer justicia a lo que pasaba en su interior.

Llego a la sala común y corrió directo a su habitación, ignorando los saludos de sus amigos y pasando de largo la cara de asombro y duda que tenía Johnny al verla, definitivamente no estaba en condiciones para hablar con él aún, ya que podía jurar que tenía las mejillas ruborizadas, sentía su cara en llamas.

Llegando a su habitación y dando gracias al mismísimo Godric Gryffindor porque no había nadie en la habitación de chicas, se tiró en su cama y cerró las cortinas, tomó su almohada y gritó sobre ella para amortiguar el sonido; no cabía en la dicha que la invadía. Aún traía la levita consigo, por lo que podía sentir el aroma de Severus, repasó en su mente una y otra vez lo sucedido, desde que despertó con su embriagador aroma hasta el beso que le dió y así fue cayendo en un profundo sueño con una sonrisa plasmada en el rostro; con la levita del pocionista rodeando su cuerpo y por su puesto con la dulce imagen de él, con el rostro sonrojado.

Mientras tanto en la sala común de Gryffindor se encontraba un confundido Jhonny, ¿Qué caracoles había pasado?, primero se entera por parte de las chicas que Emma no llegó a dormir, segundo Emma regresa de Merlín sabe dónde y ni siquiera le dice nada, solo pasa como cohete ignorando a todos, con algún abrigo o chaqueta negra que jamás había visto y por ultimo lo más importante y sospechoso, se saltara el desayuno, esto no es posible, ella nunca se pierde ninguna comida, pero bueno, sea lo que sea lo averiguaría. Así que decidió dirigirse al comedor a tomar su desayuno, después de todo, ella no se veía preocupada o triste, más bien todo lo contrario, estaba radiante, una pequeña sonrisa se asomó en su cara, sí, definitivamente se moría por saber qué era lo que la ponía así.

Por otra parte Severus se dirigía hacia el despacho de la directora, debía informar de lo sucedido la noche anterior, cuando estaba subiendo por las escaleras de la gárgola de piedra se topó con la Directora Mcgonagall, esta se sorprendió mucho al verlo.
- Buenos días profesor Snape, ¿Qué lo trae por aquí tan temprano? – le saludó de una manera muy gentil, pero escondiendo un poco de preocupación. Tener a Severus tan temprano en busca de ella, sin que ella lo haya mandado a buscar, eso no pintaba bien.
- Directora. – la saludó con un asentimiento de cabeza. –Necesito hablar con usted.– su tono no revelaba nada y su rostro  mucho menos.
-Iba a tomar el desayuno pero si es muy urgente podemos pasar a mi oficina. -No tomaré mucho de su tiempo.– le replicó el pocionista.
Sin más se encaminaron a la oficina de la directora, cuando llegaron a esta tomó asiento en frente de su escritorio y con una seña le indicó al pocionista que él también tomara asiento; entrelazó las palmas de sus manos e inclinándose un poco hacia Severus, con un movimiento de cabeza lo insitó a hablar.
Severus se aclaró la garganta y empezó a relatar los sucesos, la cara de McGonagall se desencajó un poco cuando el relato llegó a la parte en la que encontró a la chica enfrentando a la quimera y su cara de sorpresa cada vez era más evidente, rayando casi al terror, sin embargo no interrumpió al pocionista en ningún momento, obviamente Severus omitió las partes en la que había sobrepasado su relación de alumno-profesor con Emma, sin embargo no pudo evitar sentir como su corazón latía tan rápido, cuando llegaba a esa parte y rápidamente la omitía.
Cuando Snape término su relato, el simplemente dejó su expresión impasible y aguardó a que la directora hablara, sin embargo por dentro el ex-mortifago aún sentía su corazón latir tan fuerte que por un momento pensó que McGonagall lo podría llegar a escuchar y por eso no hablaba. Por suerte el primero en hablar fue el mismísimo Albus Dumbledore.
-Vaya que alegría averiguar que la dinastía de los jinetes de dragones no acabó en la 2 guerra mágica.- los interlocutores voltearon a ver al recuadro del ex-director, él tenía una sonrisa plantada en la cara.
-¡Imposible!, el último heredero sanguíneo de la familia Dragomir fue Mattheo Dragomir.- dijo exaltada Mcgonagall.
-Emma Dragomir es su hija, y su sangre corre por sus venas.- dijo Albus sin inmutarse, dejando que sus antiguos profesores deduzcan la respuesta.
-Pero... la madre de la chica no era pariente de la familia, nunca se reportó que su habilidad se presentara entre mestizos.- dijo Snape un poco alterado por el descubrimiento y lo que este implicaba.
-Al parecer su legado es más fuerte de lo que pensábamos.- dijo Dumbledore como si fuese algo obvio. -Si lo que dices es cierto, la chica corre un gran peligro.- Snape estaba un poco exaltado por el rumbo que tomaba la conversación.
-Los mortifagos... por eso están rondando el castillo.- dijo McGonagall casi como un susurro, como sí sus pensamientos se convirtieran en palabras. Severus asintió con la cabeza, pero sus pensamientos estaban entrelazando los hechos, los ataques cercanos de los mortifagos, el ataque de la quimera. Nada era coincidencia. Están tras de ella.
El hecho de que Emma pueda controlar a los dragones la hacía un arma muy poderosa, después de todo los dragones son criaturas fuertes, durante siglos los magos intentaron domarlos pero estos eran recios, territoriales y letales. Sólo una familia logró fraternizar con ellos, llegando al punto de que sus vínculos eran fuertes, y con esto, misteriosos.
Pero esta habilidad no se presentaba en todos los descendientes, sólo de aquellos que pertenecían a la familia principal y se emparentaban con parientes de la familia, mientras que cuando estos se veían emparentados con personas fuera de esta, sus descendientes no presentaban el don de crear vínculos con los dragones.

Durante la primera guerra Voldemort intentó manipular a los dragones pero estos no cedían ante él, por lo que se vió obligado a reclutar a los Dragomir; sin embargo estos lo rechazaron, ante esto el señor tenebroso los capturaba y por medio del maleficio imperios logró controlar a los dragones, debido a que los dragones eran fieles a sus jinetes, por suerte debido a la caída del señor tenebroso la primera guerra no pasó a mayores, pero para la 2 guerra la familia se vió de nuevo amenazada, pero esta vez pelearon en contra del señor tenebroso, costandoles la vida.

Si los mortifagos están al tanto de que Emma heredó este don, entonces estarían tras ella para someterla y tener en su poder a los dragones, lo cual representaba una gran amenaza para el mundo mágico y una gran oportunidad para un nuevo levantamiento por parte de los enmascarados.
Pero Severus sólo podía pensar en el peligro que estaba corriendo Emma, bueno, al menos dentro del castillo estaría a salvo. Pero fuera de este sería otra historia.
-Debemos hacer algo, hay que preparar a la chica, debe tomar un entrenamiento intensivo para que pueda defenderse.- Dijo McGonagall con un poco de exaltación, mientras Severus figuraba esa idea como lo mejor posible por hacer, decía empezar clases de duelo con ella lo antes posible, pondría cara de hastio por supuesto, pero en el fondo de corazón latía fuerte al pensar que pasaría más tiempo a solas con ella. Eso fue algo que lo tomó un poco por sorpresa, debía tratar de controlarse.
-Debo informarle al maestro Eider cuanto antes, para que pueda separar espacio en su agenda y pueda preparar a la señorita Dragomir.- Continuó hablando. Snape no podía cree lo que escuchaba, el renacuajo de Veldier sería el encargado de entrenarla, debe estar bromeando, él mismo era la mejor opción por todos los cielos.
-¿Veldier?, debes estar bromeando.- dijo Severus tratando de que McGonagall reconsiderara su elección.
-Por supuesto que tendrá que ser él, después de todo, él es el maestro de Defensa contra las artes Oscuras.- dijo Minerva como si fuese lo más obvio su decisión.
-¿Qué acaso no escuchó lo que la chica hizo con la quimera?, ella definitivamente sabe cómo defenderse, no necesita un maestro que le enseñe como tener un duelo. ¡Estamos hablando de mortifagos!, ella necesita aprender a jugar sucio, a esperar lo peor, a pensar rápido, porque cada paso que dé será de vida o muerte!.- Severus cada vez estaba más exaltado.
-Severus tiene razón Minerva, no dudo que Eider no sea un buen duelista, pero necesitamos a alguien astuto, ágil y que ya haya tratado con mortifagos.- dijo un calmado Dumbledore. Severus pensó que después de todo el viejo no estaba tan chiflado como creía y se sintió orgulloso al escuchar como lo reconocía el vejete.
-Tienes razón.- dijo Minerva, el pocionista se disponía a negarse un poco y luego de que le insistieran un poco y lo adularán por el gran trabajo que hizo con el trío de oro, entonces él terminaría ceptando de mala gana.
-¿Crees que Harry Potter tenga tiempo para darle clases particulares?.- Volvió a hablar Dumbledore.
¿!Quéeee¡? Severus no podía creer lo que escuchaba, definitivamente el estar chiflado era requisito para ser director de Hogwarts; por un momento no supo si podía ser la estupidez más grande que había escuchado, como se atrevía a siquiera pensar en Potter por encima de él.
-Potter está sumamente sobre valorado, si no fuera por la insufrible sabelotodo y por mí, él ni siquiera hubiese estado cerca de derrotar al señor tenebroso.- Snape proyectó toda su cólera que había acumulado en una frase.
-Severus, ¿Es que acaso quieres decir que tú quieres entrenar a la señorita Dragomir?, por supuesto que serías la mejor opción; es sólo que no te podría pedirte tan grande favor, porque ya has dado mucho por el mundo mágico, no quisiera que arriesges tu vida de nuevo.- dijo una Minerva algo nostálgica.
-Debo ser yo quien le enseñe si queremos que la chica tenga una oportunidad de sobrevivir y no ser sometida por los mortifagos.– dijo un molesto Severus.

Después de eso acordaron que Minerva le diría la noticia a Emma y que sus clases debían iniciar lo antes posible, Severus por su parte se encontraba en un mar de sentimientos encontrados, temor por lo que pudiera pasarle a Emma, culpabilidad por desear a Emma y por supuesto una mescolanza de sensaciones que sentía al estar cerca de su alumna que aún no podía ponerle nombre o no quería más bien, porque definitivamente Severus Snape nunca admitiría que estaba enamorándose.

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Chic@s que tal como están?, espero que muy bien, ya estoy de regreso con nuevo cap. Espero que les guste.

Como siempre muchas gracias por seguir la historia y por sus comentarios y apoyo, son l@s mejores.

Bueno está un poco largo el cap y ya estamos conociendo un poco más del
Pasado de Emma, se que quieres  más acción por parte de snape y Emma y prometo dárselas, sobretodo ahora en las clases privadas 😏

Bueno sin más me despido hasta pronto

SLM

Que me esconde tu mirada (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora