Risa para remediar los males.

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Una joven ama de casa fue a una librería a comprar una obra titulada Lo que usted quiere saber del instinto sexual y no se atreve a preguntarlo. El dependiente le dijo:

—¿Puedo servirla en algo?

La joven señorita vaciló, y en seguida dijo que no, que simplemente estaba curioseando. Hasta eso temía preguntar.

—G.D.

Después de oír cantar por la televisión a Joe Frazier, campeón mundial de peso completo, un televidente comentaba:

—¿Quién habrá dicho a ese que sabe cantar?

La actriz Mitzi Gaynor respondió:

—¿Y quién se atreve a decirle que no sabe?

—E.W.

Cierta joven dio a luz en el ascensor de un hospital y se sentía consternada por ello. Una de las enfermeras, para consolarla, le dijo:

—No se mortifique usted. Hace apenas dos años una madre trajo a su hijo al mundo en el jardín delantero de la clínica.

Al oír eso, la joven se echó a llorar desconsolada.

—¡Ya lo sé! —exclamó—. ¡Esa fui yo también!

—V.T.H.

—Dime, Tom, ¿qué resultados te ha dado la cama de agua que compraste para añadir algo de emoción a tu matrimonio?

—Te darás cuenta por el nombre que le puse.

—¿Cuál es?

—El mar Muerto.

—P.M.

Ayudaba al médico del instituto a examinar la vista de los muchachos de 16 años que terminaban su ciclo escolar, y descubrí que un chico padecía daltonismo (incapacidad para percibir o distinguir algunos colores). Como temía destrozar alguna aspiración juvenil le pregunté si pensaba ingresar en las Fuerzas Armadas.

—No, señor —respondió.

—¿En el cuerpo de policía?

—No, señor.

—¿En los ferrocarriles?

—No, señor.

Suspiré aliviado y luego le pregunté qué deseaba ser.

—Pintor y decorador —contestó.

—A.L.S.

De todo, para todos.Where stories live. Discover now