Capítulo 4

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- ¡¿Qué quieres decir con que todas las tropas están ocupadas?! - le exclamó Bowser a Kamek, quien hacía lo posible para que el rey estuviese calmado.

- Lo siento, señor. Usted los mandó, a todos, a que reconstruyeran la Torre Oeste del castillo por el último ataque que ocurrió, ¿Recuerda? - Contestó Kamek, intentando refrescarle la memoria a Bowser. - ¡Pero podemos llamar a los Koopalings! - Dijo el Magikoopa sin pensarlo. Repentinamente tapa su boca con una de sus manos. 

Resulta que el hecho de tener que llamar a los Koopalings implicaba hacer que le hagan caso, y esto era algo casi imposible. Los Koopalings eran los ayudantes más fieles de Bowser, su arma secreta; pero para Kamek estos aspectos no eran precisamente positivos pues Bowser lo ponía a cargo de ellos y a Kamek no se le daba muy bien el trabajo de niñero, y mucho menos con los Koopalings.

La última vez que Kamek tuvo que hacerse cargo de los Koopalings, tuvo que releerse todos sus libros de magia, pues su cabeza había quedado con la forma de la aleta de un pez CheepCheep y no hallaba cómo revertirlo; y los Koopalings se rehusaban a hacerlo porque decían que les parecía muy divertido. Obviamente, a Kamek no.

- ¡Qué buena idea! - Parecía que el rey se había alegrado un poco. - Llama a los Koopalings, ¡y no te olvides de Junior! Tengo el plan perfecto, y estoy seguro de que a todos les va a agradar. - Después de haber dicho esto, Bowser suelta una risa malvada; una que casi hacía temblar los suelos del Reino Koopa.

Kamek suelta un suspiro de frustración - En seguida, su vileza. - El Magikoopa se voltea sin ganas y se dirigía hacia la habitación en la cual estaban los Koopalings, preguntándose de qué forma iba a quedar su cabeza esta vez; tal vez de la forma de la cabeza de un Yoshi, o de la forma de un Champiñón. Lo que si sabía era que le esperaba un oscuro destino, lo peor era que no podía evitarlo.

Antes de llegar a la habitación, notó que dentro de esta salían unas extrañas luces parpadeantes, algo que le confirmó que los Koopalings definitivamente se encontraban allí. Kamek se acercó a la puerta y antes de abrirla soltó un profundo suspiro.

- Niños, debo informarles algo de parte de Bowser. - Soltó el Magikoopa rápidamente mientras abría la puerta.

Para su sorpresa, solo habían tres de los Koopalings en la habitación, dos estaban jugando con una consola en uno de los rincones de la habitación, y la otra, maquillándose. Al entrar Kamek, solo dos voltearon hacia él.

- ¡Hey, llegó Kamek! ¿Quieres jugar? - Dijo Lemmy, el más pequeño. Mientras Iggy, el más alto, seguía jugando.

- ¿No oíste que dijo que tenía una información de parte de Bowser? - Le reclamó Wendy, la única niña, a Lemmy. - Anda, habla. - Wendy cruzó sus brazos mientras movía uno de sus pies impacientemente, dirigiéndose a Kamek.

- Primero que nada, ¿Dónde están los demás? - Preguntó Kamek.

Wendy y Lemmy se miraron el uno al otro.

- Ni se te ocurra decir algo, pulga. - Amenazó Wendy a Lemmy, mientras unas llamas de fuego se reflejaban en sus amenazantes ojos.

- Lo siento Kamek, ¡juramos no decir nada! - Confesó Lemmy, algo nervioso por el previo aviso.

Kamek les habría insistido, pero a decir verdad estaba algo apurado, así que prefirió conformarse.

- Entonces ustedes tres, vengan conmigo. Bowser los llama, tal vez sea suficiente. - Dice Kamek, mientras por dentro, sentía un pequeño alivio y agradecía que no le habían tocado todos los Koopalings.

Los tres jóvenes Koopas dejaron de hacer lo que estaban haciendo y fueron con Kamek al trono del rey, quien los había solicitado. En el camino, los tres Koopalings no paraban de molestar; Lemmy corría por todos lados y de vez en cuando empujaba a Kamek, Iggy no paraba de hablar sobre su último proyecto científico que había realizado, y Wendy, en cambio, no paraba de gruñir y quejarse de lo fastidiosos que eran sus hermanos. El camino se hizo largo para Kamek, quien por fuera parecía tranquilo, pero por dentro desesperadamente irritado.

Kamek suelta un suspiro cargado de alivio pues finalmente habían llegado - Ya han llegado, señor. - Informa a Bowser.

El rey nota que sólo habían tres de los ocho que buscaba, e instantáneamente se enfada.

- ¡Idiota! - Gritó - ¡¿Dónde están los demás?! - Seguido de esto, Bowser lleno de furia lanza una bola de fuego hacia uno de los muros.

- Mis disculpas, su majestad, pero me temo que los demás están ocupados también... - Intentó apaciguar las aguas Kamek.

- ¡¿También?! ¡¿Es que tengo que hacerlo todo yo mismo?! 

- Señor, estoy seguro de que con estos tres será suficiente llevar a cabo su plan. Verá, tenemos la inteligencia de Iggy, la agilidad de Lemmy y la... uh... - Kamek se detiene a pensar en qué utilidad le tenían a Wendy, quien lo estaba mirando amenazantemente, sin llegar a ofenderla. - La concentración de Wendy; ¡Sí señor! - Improvisó.

Bowser estaba a punto de tirar otra bola de fuego por la furia, pero esta vez decidió pensar en lo que Kamek acababa de decir y decidió dar una pequeña oportunidad.

- Está bien - Asintió, aún enfadado, pero qué más daba; estaba falta de refuerzos y necesitaba llevar a cabo su plan, así sea solo con solo tres de ocho. - ¡Este es el plan, escuchen con atención porque me rehúso a repetir! - Exclamó el rey con firmeza, mientras miraba a cada uno de los que se encontraban en la sala. 

Mario & Luigi: Bewitched Adventure / Aventura EmbrujadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora