POR TRECE RAZONES [FANFIC BASADO EN 13RW] |COMPLETO|

El paquete

[ADVERTENCIA: Este libro tiene referencias de suicidio.]

[Esta no es una adaptación al pié de La letra. Este fanfic está basado en la novela de Jay Asher y la serie de Netflix]

Hey, soy yo, Simón, Simón Álvarez...

¡No, esperen! Esta historia no empieza así, claro, se la creyeron por vivos, les pasa por mirar la serie y no leer el libro.

Cómo dije, esta historia no trata sobre mí. Trata sobre alguien especial. Ya se van a dar cuenta de quién hablo...

Era un día normal en el roller, bueno, en lo que se podía estarlo, luego de lo que había pasado.

A decir verdad, la mayoría no mostraba mucha empatía o sentimiento como deberían, a mi gusto.

Yo no era la persona que mejor la conocía. Pero no era mala persona... No de el todo. Después de todo ¿Que es ser malo y que es ser bueno? Todos somos un poco de ambas cosas.

Me paré un segundo a ver el ambiente del roller. Todo parecía normal, ¿Acaso era yo el único que todavía se sentía movilizado? No lo sé, yo solo sé que una persona no se suicida todos los días, y más llamativo aún, luego de que todos la tratáramos mal.

Yo acepto mi parte. Todos la tratamos mal. Ninguno de nosotros se molestó en comprenderla. Ninguno de nosotros se dió cuenta que necesitaba ayuda, estábamos todos pensando en nuestras cosas, sumidos en nuestro egoísmo

Después de todo, todos fuimos más egoístas que ella. Con el pasar de los días, todos se volvieron más fríos, ya no querían hablar del tema ni por asomo.

Yo no caía. No me parecía real. No sé por qué. Tal vez debía dejar de pensar un poco.

O tal vez no, tal vez debía pensar un poco más.

Al abrir mi locker encontré un paquete, «el paquete». En ese momento no lo sabía, pero aquel paquete le daría sentido a todo.

Lo abrí. Una caja... Bastante decorada. Y al abrir la caja, encontré siete casettes. Cada uno numerado. De cada lado, excepto el séptimo, que solo tenía el número 13 pintado.

Tenía curiosidad, ¿Que eran esas trece grabaciones? Sean lo que fuesen tenía que averiguarlo.

Así que fuí y le pedí un walkman a Pedro.

Me miró de manera extraña en un principio, o eso me pareció.

—Quedatelo el tiempo necesario.—Me lo dió, misterioso. Así que sin pensarlo mucho metí el casette, cerré la tapa, suspiré y le di a PLAY.