Vayamos

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El sábado, cuando Mal se despertó sobresaltada, tenía el presentimiento de que esos niños estaban encerrados. ¿Quienes eran los padres desalmados de esos niños? Decidió platicarlo con sus amigos. Notó que Evie no se encontraba en su habitación. Echó un vistazo al reloj cerca del buró y vio que era la hora de desayunar. Se levantó y se cambio la pijama por su ropa de siempre.
Llegó al bufete en donde divisó a Evie sentada con Jay y Carlos. Antes de irse con ellos, fue por su comida.
Una vez que la obtuvo, se fue con ellos a la mesa.
Mal: Hola, chicos-saludó antes de sentarse junto a Evie.
Evie: Mal, ¿por qué vienes hasta ahora? ¿Y por qué te quedaste dormida?
Mal sabía que podía contar con sus amigos, pero ella no estaba segura sobre si contarles o no.
Mal: No creo que sea importante.
Los chicos, quienes estaban comiendo, pararon de hacerlo y se dirigieron hacia Mal.
Carlos: Mal, puedes decirnos.
Jay: Estamos contigo.
Evie: Somos tus amigos.
Mal lo pensó por un momento; después, suspiró.
Mal: Tuve un sueño, y en él habían cuatro niños llorando dentro de una bodega.
Evie: ¿Niños? ¿En una bodega?
Jay: ¿Por qué estarían en una bodega?
Mal: Por el sueño diría que están encerrados-comentó.
Carlos: ¿Por qué sacar esa idea?
Mal: La bodega estaba en la Isla de los Perdidos.
Los chicos abrieron los ojos como platos.
Evie: ¿La isla?-preguntó incrédulamente.
Mal: Sí. Pienso que algún villano, o villanos, los encerraron.
Carlos: ¿No crees que será simplemente algún malentendido en tu sueño, Mal?
Mal: ¿Malentendido?
Carlos: Sí. Dijiste que eran cuatro niños, ¿qué tal si se trataba de nosotros?, y esa bodega significaba que estábamos aún más encerrados en la isla. Y a más encerrados a que no éramos libres de nuestros padres.
Mal: No éramos nosotros, Carlos.
Jay: ¿Qué edad tenían esos niños?
Mal: Eran 2 niños y 2 niñas; los niños y una de las niñas parecían de 3 años; la otra niña era de un año más tardar.
Evie: ¿Pero quiénes serían? No hay tantos niños en la isla.
Carlos: ¿Y por qué respondes de que no éramos nosotros, Mal?
Mal: Porque uno de los niños tenía el cabello morado. Y la niña de un año tenía el cabello blanco con negro.
Carlos estaba más sorprendido que Evie y Jay.
Evie: ¿Qué hay de los otros 2?
Mal: Había una niña de cabello azul y un niño de cabello castaño oscuro.
Jay: Casi todos son de cabellos oscuros, pero de colores llamativos son muy pocos.
Evie: Aparte de Hadie, no sé si haya alguien más con el cabello azul.
Carlos: No conozco a alguien más que tenga el cabello de color blanco y negro que no sea mi madre o Diego, mi primo.
Mal: Y yo no era la única pelimorada, Mad Maddy también lo era. Tal vez sea pariente suyo. No me sorprendería el sufrimiento de ese niño.
Carlos: Pero sigue siendo un misterio quiénes son ellos.
Mal: Deberíamos de ir allí.
E, J y C: ¿Qué?
Mal: Sí.
Jay: Mal, es peligroso ir allí.
Carlos: Casi mueres cuando regresamos a la isla.
Mal: Solamente quiero comprobar de que eso fue un sueño y de que no hay niños en esa bodega.
Evie: Mal.
Mal: No me gustaría saber que hay unos niños encerrados en una bodega y sin comer por culpa de los villanos.
Todos, a excepción de Mal, se voltearon a ver el uno al otro. Parece que se decidieron.
Evie: ¿Cómo sugieres que lleguemos?
Mal: Está vez pediremos la limusina.
Carlos: ¿A quién?
Mal: Al rey de Auradon.
Jay: ¿Crees que accederá?
Mal: Vale la pena intentarlo. Esperaré a que él se desocupe por un momento e iré hablarle.
Todos volvieron a comer y dejaron un poco atrás el tema.

Alrededor de las 12:00 pm, Mal recibió una llamada de Ben. La aceptó y contestó.
Mal: Hola, Ben.
Ben: Hola, Mal. ¿Qué haces?
Mal: Estaba esperando a que te desocuparas.
Ben: ¿En serio?
Mal: Sí. Necesito hablar contigo.
Ben: ¿Sobre qué?
Mal: Es mejor hablarlo en persona.
Ben: Bueno, podemos encontrarnos en la biblioteca de la preparatoria en 15 minutos si quieres.
Mal: Claro.
Ben: Adiós, Mal.
Mal: Adiós, Ben.
Se terminó la llamada y Mal decidió ir directo a la biblioteca.

Mal esperó a Ben en una mesa de la biblioteca, donde apareció él apenas entrando por una de las puertas. Ben se acercó a Mal; se saludaron y ambos se sentaron.
Ben: ¿Qué era lo que me tenías que decir?
Mal: Necesito regresar a la isla-dijo algo rápido pero entendible.
Ben abrió los ojos como platos.
Ben: ¿Qué?
Mal: No es que me haya arrepentido, sólo que tuve un sueño, y en él aparecen cuatro niños llorando en una bodega de la Isla de los Perdidos. Creo yo que están encerrados.
Ben: Tú lo dijiste Mal, fue un sueño.
Mal: Pero parecía tan real. Esos niños estaban sufriendo. Se lo conté a Evie, Carlos y Jay y ellos también me dijeron lo mismo. Lo raro fue saber que uno de esos niños era pelimorado, y una niña era de cabello blanco y negro; los otros parecían ser Evie y Jay, pero era imposible. Solamente quiero ir a la Isla de los Perdidos para confirmar que mi sueño era real o no. Y si es real, quiero sacar a esos niños.
Ben: No lo sé, Mal. Dejarte ir sola a la isla, y que te encuentres con personas que te tengan rencor.
Mal: Evie, Jay y Carlos accedieron a venir conmigo, pero necesitamos tu aprobación. Nos podemos ir en la noche y regresar el domingo por la mañana. Si lo compruebo o no, ya no regreso a la isla a menos de que sea una emergencia y no un sueño.
Ben lo tuvo que pensar por un momento largo. Parece que se decidió.
Ben: Les prestaré la limusina. Vayan en la noche para que los chicos de la isla no los vean y regresen mañana por la mañana. Pidan en la cafetería comida para un día de campo, si están esos niños, será mejor llevarles esa comida, si no, será para ustedes.
Mal: Muchas gracias, Ben.-Se acercó a abrazarlo y lo correspondió.
Ben: Solamente espero que cumplas tu palabra, Mal.
Mal: Te lo prometo.
Se separaron y salieron tranquilos de la biblioteca.

Descendientes/ Secretos revelados, villanos reveladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora