Tebeos (I)

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Era 22 de Marzo a las seis de la tarde y Frank se decidió a cruzar aquella calle de Nueva Jersey en dirección a la tienda de cómics que solía visitar tiempo atrás.

Entró a la tienda a la par que sonaba la campanilla colocada sobre la puerta, comprobó que la sala estaba vacía, el conocido olor a libros le hizo estremecerse y estuvo a punto de darse la vuelta e irse, pero una chica salió a recibirle y no pudo dar marcha atrás, en realidad, nunca había tenido ninguna relación con los distintos dependientes que le atendían cuando solía ir a aquella tienda, y eso que a Frank le encantaba hablar e intercambiar opiniones, pero, en aquel entonces no iba a aquella tienda a buscar nuevo material de lectura ni a ojear antiguos tebeos y mucho menos a hacer nuevos amigos... se dio cuenta de que no había hecho caso a la joven dependienta y se limitó a sonreír y ha mirar en la estantería de "nuevos artículos"

La tienda estaba organizada de tal forma que los cómics más nuevos quedaban más próximos a la puerta y los más antiguos al fondo. Había tres filas de estanterías. Al lado de la caja de pago había una sala con sillas, mesas y sillones, donde podías leer los tebeos de la tienda sin necesidad de comprarlos.

Frank paseó el dedo índice por la estantería de los artículos más nuevos, fue desde la letra A a la H, pero, al ver que no había nada que le interesase, no se molestó en mirar el resto de letras del abecedario.

Estuvo durante casi una hora caminando entre libros, miró algunos de sus tomos favoritos, se fijó en los trazos de algunas sorprendentes portadas y acarició las páginas de muchos tebeos hasta que se atrevió a entrar en el pasillo de estanterías que había estado evitando todo el tiempo.

Se deslizó por ese pasillo mientras en la entrada de la tienda la campanilla sonaba, avisando de que un nuevo cliente había llegado, pero Frank lo ignoró. Se abalanzó sobre una de las estanterías y comenzó a buscar nerviosamente entre los autores que comenzaban por la letra G. Sus dedos se deslizaban nerviosos por las carátulas de aquellos tomos, hasta que encontró lo que estaba buscando. Se le cortó la respiración, ¿quería realmente coger aquellos tebeos? Frank se había quedado inmóvil, frente a aquella colección de cómics, demasiados sentimientos y recuerdos, pensaba que se iba a poner a llorar como un niño de un momento a otro. Escuchó cerca suyo pisadas y volvió a la realidad. Decidido, alargó el brazo y saco de la estantería unos de los tomos de aquella colección, The Umbrella Academy, escrito por Gerard Way.
El simple hecho de leer aquel nombre le producía a Frank la sensación de tener miles de mariposas en el estómago. Incluso parecía que, en la sala, el olor de los libros había sido sustituido por el de Gerard.
Miró de nuevo la portada del cómic, cuánto echaba de menos a Gerard. Frank recordaba cuando Gerard se levantaba de la cama en mitad de la noche porque tenía que apuntar en su ordenador alguna idea nueva para crear aquel mismo cómic, y como él gruñía y le abrazaba para impedir que se levantara. Recordaba el roce de sus cuerpos.
Recordaba aquellas veces en las que mientras Gerard escribía en su escritorio, Frank se lo impedía, besándole el cuello y arrancándole la ropa en cuanto tenía oportunidad. Tenía tantos recuerdos, basados en esa colección de cómics... pero solo eran eso, recuerdos, porque Gerard se fue, decidió que no podía tener todo, que tenía que elegir, y no eligió a Frank, se alejó lo máximo posible de él, la banda de música que tan felices les había hecho, se rompió a la vez que su relación, el 22 de marzo de 2013, Frank no podía reprocharle nada, Gerard eligió a Lindsey, su mujer, como el propio Frank hubiese elegido a Jamia si se hubiese dado la situación.

Abrió el cómic y empezó a pasar las páginas, auque en realidad no leía, estaba abstraído recordando cuánto tiempo habían pasado juntos Gerard y él en los sillones de aquella sala al lado de la entrada de la tienda, mientras Gerard leía sus cómics favoritos y Frank... bueno, Frank se acurrucaba en el pecho de su amigo y escuchaba el sonido de sus latidos y su respiración, hasta que se aburría, entonces empezaba a buscar debajo de la camisa de Gerard, porque, aunque a Frank le encantaba leer, nada era mejor que disfrutar junto a Gerard, y así, todos lo meses, tras el ensayo con la banda.

Dejó aquel tomo y fue a coger el último de la colección, pero alguien tiró de aquel libro desde el otro lado de la estantería a la par que Frank, hubo un pequeño forcejeo, pero Frank consiguió apoderarse de él. Con el último tirón, las páginas el cómic se abrieron y de ella salieron varios postits de color amarillo. Por un momento Frank creyó que eran páginas, que habían roto el tebeo, pero al ver el tamaño de los papeles amarillos, se tranquilizó.

Al quitar el tomo de la estantería, el resto de libros allí puestos se habían desequilibrado, dejando un espacio, por el que Frank intentó ver quién estaba interesado en aquel cómic casi desconocido. Al mirar por aquel agujero, se quedó helado. Unos ojos verdes se encontraron con los suyos, unos ojos verdes que conocía muy bien y que, parecieron sorprenderse tanto como los suyos.

Frank reaccionó como si hubiese visto un fantasma y calló al suelo con el cómic en la mano, rodeado de postits.

-¿Frankie?. Dijo una tímida voz masculina.

Frank intentó contestar, pero estaba tan nervioso que no pudo pronunciar palabra. Entonces, el hombre de ojos verdes empezó a caminar y rodeó la estantería, encontrándose a Frank tirado, que le miraba con una mezcla de miedo, ternura y sorpresa.

Entre páginas (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora