Capítulo 11

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Marina conoció a Toulour en un trabajo. Había entrado en el Louvre en una cálida noche de setiembre y estaba reemplazando un Barbault cuando le conoció.

Había llegado solamente dos minutos antes que él. Por un tiempo, él aseguraba que tuvo que ser el destino lo que los guió al mismo cuadro la misma noche. Ella descubrió que tenían al mismo comprador, que quería asegurarse doblemente que conseguía el cuadro, pero nunca se lo dijo a Toulour. Le gustaba cuando era romántico.

En cuanto a la primera noche que se conocieron, en realidad ellos discutieron. Mayormente fue a causa de la confusión de otro ladrón estando allí. Cuando se dieron cuenta que su tiempo se estaba agotando, y que la ventana, por la cual Marina pretendía entrar antes de que los guardias llegaran, se estaba cerrando, ella metió el cuadro en su bolsa y simplemente salió corriendo.

Desafortunadamente para ella, Toulour era rápido.

"Eso es mío, dame el cuadro." Le ordenó él en francés, caminando a su lado.

"Um, no." Respondió ella. Acababa de empezar con sus clases de francés.

"Escucha, yo soy obviamente el mejor ladrón y con más experiencia de aquí, así que deberías dármelo basándonos en superioridad." Marina no se molestó en dignificar eso con una respuesta, en su lugar le dio una mirada de asco. A veces, ella odiaba a los ladrones franceses de verdad. Siempre eran tan arrogantes, especialmente frente a los americanos.

Se agachó detrás de una pared, sabiendo que había cámaras en el pasillo al que se acercaba. Toulour siguió caminando.

"¡Idiota!" Le siseó ella. Sin pensarlo, le cogió y empujó contra la pared, lejos de la vista de las cámaras.

Después de empujarlo contra la pared, lo mantuvo en su sitio firmemente, pero miró lejos, manteniendo la vigilancia en el pasillo. En cualquier momento su técnico le diría que había apagado las cámaras.

"Bueno, bonjour." Ronroneó el francés, presionándose ligeramente contra ella. Ella le dio otra mirada de asco.

"Sabes, no había conocido a ningún ladrón que fuera mujer," dijo él, inclinando su cabeza a un lado.

"Estoy segura que están muy contentas de no haberte conocido." Le respondió en voz baja, manteniendo la vigilancia. En su bolsillo, su teléfono vibró tres veces, lo cual era su señal que era seguro moverse.

"Vamos." Lo empujó lejos de ella, caminando por el pasillo que llevaba a los baños. Él la siguió, mirando cómo trabajaba. Entró en los baños esperando que no le siguiera, pero no tuvo esa suerte.

Sacó el destornillador de su cinturón y empezó a trabajar en abrir los conductos, enfadada por no haber sido avisada de que habría otro ladrón. Iba a tener que tener unas palabras con su contacto una vez que saliera de allí.

Toulour se inclinó contra la pared a su lado. "¿Tienes nombre?" Le preguntó, empezando una conversación. Ella se detuvo unos segundos para lanzarle una mirada.

Mientras Marina escalaba por el sistema de ventilación del Louvre con un molesto francés a sus talones y un cuadro atado a su espalda, practicó unos ejercicios de respiración para mantenerse tranquila. Principalmente se preguntaba a sí misma ¿Qué haría Rusty Ryan? Así que, en lugar de enfadarse y explotar, se quedó calladita y le lanzó a Toulour miradas pasivo-agresivas.

Una vez que llegaron al final y Marina consiguió deslizarse fuera del conducto después de pegarle una patada para abrir la puerta (normalmente solo la destornillaría, pero estaba demasiado agobiada con Toulour hablando de su mansión junto un lago durante 20 minutos. Necesitaba patear algo). Ella miró por un momento como él se deslizaba por el conducto de ventilación después de ella, pretendiendo no darse cuenta de cómo se veía en ese traje negro tan apretado. Miró su teléfono el segundo en que él terminó de quitarse el polvo, algunos mechones golpeándole la cara al girar la cabeza tan rápido.

La ladronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora