Comienzan las clases

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Desde aquello no había vuelto a dirijirle la palabra a Kat. Estaba enfadada, y necesitaba que se diese cuenta, pero ni de lejos lo hacía. Lo estaba pasando muy mal y solo Adrik se preocupaba por mi, el que me llevaba lejos para hacerme olvidar todo temporalmente con sus amigos. Ella o estaba trabajando o con su novia, y cada vez se quedaba más rato  en su casa. A él tampoco le caía bien ella, se ve que le había hecho mucho daño a su hermana en un pasado no muy lejano. Se quedaba a dormir conmigo para aliviarme  y para no escuchar a esas dos que, por más señales que dábamos, seguían sin darse cuenta de que aquello no nos gustaba ni un pelo. Así llegamos hasta el lunes, día en el que ya íbamos a tener que volver a despertarnos a las 6:30 de la mañana para ir al instituto. Con los ojos aún cerrados tanteaba sobre la mesita en busca del botón del despertador, no soportaba ese pitido ensordecedor tan desagradable por las mañanas. Una mano lo alcanzó antes que yo, por lo que me giré y conseguí abrir un poco los ojos para ver a mi madre.

- Venga, chicos, vais a llegar tarde como sigáis ahí remoloneando - dijo con voz preocupada.

- Pero si no han pasado ni dos minutos, mamá. ¿Cómo íbamos a llegar tarde?

- Solo levantáos ya, que voy a prepararos el desayuno.

Y sin decir nada más se marchó escaleras abajo. Me senté en la cama y zarandeé a Adrik, que aún seguía dormido. Se puso en mi misma posición y se frotó los ojos, dándome los buenos días. Le correspondí el saludo y me levanté para ir al cuarto de baño arrastrando los pies, parecía un zombie. Me lavé la cara y los dientes para acto seguido peinarme sin mucho empeño. En cuanto acabé salí y le avise de que ya podía entrar, buscando mi ropa perdida en el armario. La mayoría de los chicos y chicas elegían ropa relativamente elegante para su primer día, pero a mi eso como que me la sudaba un poco, acabé poniéndome una sudadera con un pequeño arco iris cruzándola por el pecho en línea recta que me había comprado hace poco, unos leegins y unas zapatillas. Después, me recogí el pelo en un moño.

- Vaya vaya, dejando todo claro desde el principio, ¿no? - oí a Adrik a mis espaldas. - Así por lo menos no te tirarán tanto los tíos.

- ¿Lo dices por el arco iris? Bueno, me gusta llevar mensajes subliminales.

- Por eso y porque con el moño y tu ropa dejas muy claro que te van las chicas, madre mía.

- ¿Me cambio?

- Nah, tu vas de bollera y yo de gay.

Y tras decir eso se quitó su camiseta y me cogió una con una galaxia y en la que ponía "Normal People Scare Me" en letras muy grandes. Reímos y bajamos a la cocina donde mi madre nos tenía preparadas unas tostadas de mantequilla con una taza de cola-cao, ya estaba encargándose de la comida de media mañana. Como siempre, empezó a quejarse sobre mi manera de vestir, a lo que yo tan solo la ignoraba y seguía conversando con Adrik tranquilamente. Acabamos rápidamente y salimos de casa con las mochilas extremadamente pesadas, hacía algo de fresco pero no demasiado.

- Démonos prisa, ya mismo mi  hermana sale de casa para irse al trabajo.

- Bueno - dije volviendo la cabeza hacia la puerta de su casa -. Me gustaría que todo fuese como antes, que no estuviese todo el rato obsesionada con Mikah, me tiene ya hasta el coño.

- A mi también, está todo el rato acoplada en casa, y es una suavona de las que se arriman al sol que más les calienta cuando les conviene. Y en este caso es para que mi hermana le de dinero, como la otra vez. Es una persona asquerosa, ojalá se cayese por un barranco y nos dejase en paz.

- Opino lo mismo, no es justo ni para ti ni para mi. Ahora mismo le damos igual a Kat, solo está para ella.

- Pongamos música, no tengo ganas de deprimirme desde primera hora de la mañana.

Mi Querida Vecina (Lesbianas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora