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Brevis ipsa vita est sed malis fit longior

"Nuestra vida es corta, pero se hace más larga por las desgracias".









Luego de varias horas, los soldados pudieron traer la calma dentro del barco, comenzando el patrullaje para erradicar cualquier amenaza o simplemente servir de ayuda a los ciudadanos.

Desde el cuarto de comando se veían las cámaras de seguridad de todos los pasillos, en especial donde se encontraban las habitaciones, velando para que no hubiera conflictos. También filtraban la información que les llegaba desde la ciudad, a la espera de nuevas órdenes de los encargados de transmitirla.

Todo estaba bajo control: las personas reunidas tanto en el comedor de la embarcación como en sus lugares de hospedaje, los soldados siguiendo estrictamente las ordenes de su superior, los generales y sargentos acatando las órdenes del gobernador. Nada podía hacer flaquear ese silencio agradable pese al caos que se estaba desatando en tierra firme.

Fue de pronto que una señal de sus superiores solicitó transmitir cierta información, por lo que los monitores a cargo se miraron entre sí, desconcertados.

— ¿Te informaron sobre esto?

El aludido negó, estirándose sobre el tablero de control para coger el teléfono y así poder averiguar si era fiable aquella señal.

Una vez la otra línea contestó, el general iba a hablar, mas le interrumpieron.

—Está autorizada por el gobernador —dijo con tranquilidad una voz desde el otro lado de la línea, logrando transmitirle confianza al reconocer de quien se trataba—. Es algo de suma importancia, así que por nada del mundo cortes la información. ¿Queda claro?

—Afirmativo.

Era como la calma terrorífica antes de la tormenta, esa calma que aparenta que nada sucederá, la calma engañadora que termina esfumándose tan rápido como llega.

Cuando aquel general dejó pasar la señal y la información comenzó a ser transmitida, siquiera se le pasó por la cabeza que su compañero terminaría enterrándole una navaja en la yugular, haciendo su muerte más delirante de lo que alguna vez pudo esperar.

—La verdad está antes que la comodidad. —alegó el otro, observando sin expresión la sangre que comenzaba a derramarse en el suelo y al hombre que clamaba por ayuda de los de su alrededor, siendo cruelmente ignorado.

Aquello es lo que merecía uno de los perros del gobernador que, aun sabiendo las inhumanidades cometidas por este, decidió simplemente hacer la vista gorda y ocultar la tan temida realidad que causó ese apocalipsis.

Siendo un barco equipado con la última tecnología, las pantallas LED se encontraban en cada rincón, siendo eso un factor desencadenante de la histeria colectiva que se produciría luego. Las pantallas se volvieron negras, confundiendo a las personas que se encontraban viendo los programas de variedades y así picando la curiosidad de todos los de alrededor, amontonándose en las pantallas más cercanas, expectantes a lo que se transmitiría.

Experimento 0111 » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora