La propuesta de Isaac

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La graciosa mueca de Ramón casi la hace partirse de risa.

Guillermo dejó escapar un agudo silbido en cuanto vio la juvenil y esbelta figura de la chica. Esta le regresó una intimidante mirada esperando que de una vez soltara lo que tenía en mente.

-¿Y?- Preguntó finalmente al ver que no había respuesta de aquel extraño individuo.

Guillermo se guardó la katana con parsimonia mientras se reacomodaba la negra yukata. Pareciera que aquella pregunta jamás llegaría.

-Te estaba buscando linda- Comenta finalmente con voz ronca y sensual.

-No me digas… Te he dicho que no me sigas, no hay nada que tengamos que hablar tu  y yo…- Respondió  la joven con indiferencia mientras revisaba los sanguinolentos cadáveres que se encontraban regados por el lugar.

-Malena…- susurró Ramón para enmudecer de inmediato al sentir la reprobatoria mirada de Heriotza por atreverse a pronunciar aquel nombre. Aquel que había dejado atrás a cambio de la oportunidad de obtener venganza.

-Malena- Repitió Guillermo para su propio disfrute, ignorante del malestar que le causaba a la joven.

La chica rodó los ojos con impaciencia. ¿Qué acaso no había quedado claro que su nombre era Malena?

Caminó sin preocupación entre los cadáveres satisfecha de la pintoresca escena. Aunque ella no se hubiera encargado de ninguno de ellos, sería bien premiada por cada alma que entrara a su oscura prisión.  De pronto recordó que pronto él vendría a hacer el recuento de las ganancias. Si alguien era su persona menos favorita en ese momento era precisamente Isaac. Suspiró con frustración y tomó del brazo a Ramón ignorando por completo a Guillermo que observaba embelesado la silueta de la joven.

-Tenemos que irnos –Ordenó Heriotza de inmediato acelerando el paso –No es seguro quedarnos aquí.

-¡Espera! ¡Espera! –Exigió Guillermo en cuanto cayó en cuenta de la situación. - ¿A dónde van?

-Lejos… -Respondió cortante la joven sin detenerse.

-Primero necesito respuestas –Exigió Guillermo tomándola del brazo para detenerla –Necesito…

La petición de Guillermo murió enseguida cuando el brazo de Heriotza dio un repentino revés siendo ahora el brazo de Guillermo el que era sostenido y forzado a doblarse de manera nada natural obligándolo a hincarse en el suelo formando una mueca de dolor.

-No necesitas nada más que largarte de aquí –Siseó Malena con voz asesina sin voltear siquiera a ver a Ramón que atónito observaba toda la escena –Lo harás si aprecias tu apestosa vida.

Guillermo, con una mueca de dolor en el rostro tan solo escuchó la advertencia de la joven pero permaneció en el suelo sin discutir.

Malena soltó el lastimado brazo de Guillermo, lanzándole una última mirada de desdén y continuó con su camino.

-Malena… te juro que no dije nada… el no…

-Callate Ramón –susurró la chica poniéndose en alerta repentinamente. Alguien estaba cerca y no había duda de quien podría tratarse.

-Pero debes saber…

–¡Cállate! –Heriotza se detuvo de improviso cuando la extraña sombra para Ramón y Guillermo pero perfectamente conocida para la joven se hizo presente frente a ellos.

-Hola querida… -Saludó Isaac con voz melosa cosa que molestó a la joven –Me da gusto ver que estás muy bien.

La joven permaneció impasible frente a la desagradable presencia. Ramón miraba de un lado a otro como si se estuviera llevando a cabo un partido de tenis delante de él, mientras que Guillermo se colocaba la mano derecha sobre el mango de la espada en señal de advertencia contra aquella extraña presencia.

-Isaac… -susurró la joven con una mueca cargada de desprecio –No te esperaba tan pronto.

-Oh… vamos querida… ¿Acaso ya olvidaste que mi labor es… limpiar- tus desmanes?

La joven dibujó una sonrisa de incredulidad.

-Vamos Isaac, sabes que no lo haces muy bien que digamos. Solo "recoges las ganancias" Es lo que siempre dices. Además ¿Es tu única labor? ¿O tienes una tarea más, pendiente por resolver? -Respondió la joven con burla mientras se encaminaba un par de pasos delante de los dos hombres y se miró las uñas con indiferencia. No quería mostrar a Isaac un ápice de molestia o incomodidad. Jamás demostraría debilidad contra ninguno de sus enemigos.

-Tus palabras me hieren querida, si no te conociera bien, diría que desconfías de mi… -Respondió Isaac mientras se cruzaba de brazos, fingiendo un tono de decepción en la voz. En su boca tenía su característica sonrisa, la cual se desvaneció cuando centró su atención en los dos mortales detrás de ella. -¡Magnífico trabajo! -Exclamó Isaac, mirando fijamente a Guillermo, mientras que con sus brazos, señalaba los sangrantes cadáveres de los atacantes de Ramón -Tal vez te gustaría considerar la posibilidad de unírtenos…-

-¡No! -Siseó Heriotza con molestia.

Isaac formón una sonrisa de triunfo al notar la molestia en la juventud.

-Oh… vamos querida, ¿Por qué no? Él, al igual que tu, tiene una tarea pendiente que él mismo se ha establecido ¿Acaso no es la venganza lo que ambos buscan? ¿Qué de justo tendría que tu si pudieras saciar tu sed y él no? Vamos… piénsalo… Guillermo.

Guillermo escuchó atónito aquella propuesta. ¿Qué diablos estaba sucediendo? ¿Quiénes eran estas personas? Sabía perfectamente, o al menos sospechaba que Malena definitivamente era especial, pero ese tipo Isaac, pareciera que podía leerle como a un libro abierto.

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