Lo Que Debí Decir | Tokyo Ghoul | Shōnen-ai | Hide x Kaneki

Juntos... Kaneki.

Una hermosa noche despejada, envuelta con sus estrellas; dando luz a ese oscuro cielo. La luna no había salido; se encontraba oculta tras unas nubes. El silencio se hizo presente entre ellos, solo el sordo sonido de la brisa los acompañaba; meciendo violentamente sus cabellos en una constante danza.

Kaneki levantó la mirada observando ese cielo nocturno. Cerró sus ojos y respirando profundamente. Hide permaneció en el mismo lugar, su cuerpo no le había permitido avanzar más de tres pasos, no dejo de observarlo en ningún momento, de verdad que había cambiado, no solo sus cabellos; los cuales ahora son blancos. Si no también su personalidad, se notaba más seguro de sí, fuerte e imponente... Pero seguía siendo el mismo Kaneki que el conocía, su personalidad tierna, amigable, tímida... Ese era su Kaneki.

La luna se descubrió bañando con su brillo lentamente el lugar, iluminando a Kaneki, el cual bajaba lentamente su mirada, con sus ojos abierto; la luz dejaba ver por completo su rostro, al igual que el color rojo y negro, de uno de sus ojos.

Lo miró fijamente esperando su reacción, mientras el otro esperaba por sus palabras... Las cuales no tardaron en salir.

–Hide... –Su Kagune fue emergiendo lentamente; opacando con su propia luz roja, la de la luna. Dejándose ver completamente frente a su amigo; quien no se movía. Y la verdad... Salio a la luz –.  Yo soy un Ghoul –dijo mostrando su Kagune completamente extendido a su alrededor, y esperando su rechazo.

“De seguro huirá de mí, ya debe estar pensando en como escapar, debe estar aterrado, debe pensar que soy un monstruo, de seguro, de seguro... Se alejara lo más rápido que pueda de mí, me odiara, ¡me odiara!, Hide me odia.”

En esos pocos segundos que habían transcurrido, Kaneki ya había pensado eso, y mucho más. Kaneki vio a Hide, veía cada acción, no temblaba, no corría o huía, nada parecía decir que estaba asustado. Los labios de Hide se separaron, poniéndolo más nervioso de lo que diría.

–Eso ya lo sabia –dijo rascando suavemente sus mejillas con un dedo –el índice derecho–. Kaneki sintió que esas palabras lo liberaron; no fue un “eres un monstruo”. Pero, eso también lo confundió.

–¿Sabías? –Hide le sonría con satisfacción, como si una carga se hubiera liberado de sus hombros.

–Solo estaba esperando, que tú me lo dijeras, Kaneki –No se quitaron la mirada en ningún momento. Hide sabia ya la verdad, ¿por qué no le dijo al CCG?, ¿por qué seguía a su lado aún y lo buscaba incontables veces?, ¡¿por qué no le dijo a él que ya lo sabía?!. Por dentro Kaneki mantenía un conflicto, ¿en que momento pasó eso?, ¿en que momento su corazón sucumbió con sus palabras? –. Yo nunca me alejaría de ti por eso, recuerda que nuestra amistad no es solo de días, ni de años...  Si no de sentimientos fuertes –Hide tomo fuerzas, para acercarse a Kaneki; el cual seguía inmóvil, solo observándolo –. No me alejaría de ti por miedo, ¡y nunca por odio!, nunca, nunca me alejaría de ti. El que sea un Ghoul, no es un impedimento para que, te siga queriendo...

–Hide... –Por dentro se sentía muy feliz por escuchar eso.

–No es justo que yo también te oculte cosas... Kaneki, yo también guardo un secreto, ¡y como me ha costado... Ocultarlo! –decía muy sonriente, como si en verdad no le importara que supiera que está frente a un Ghoul, parecía tomar otra vez su típica actitud alegre, optimista –. Pero me he dado cuenta que eso ha sido inútil, no puedes ocultar algo como esto... –Tomo aire –. Siempre estuviste a mi lado, como un compañero, como un hermano, como mi... Mejor amigo –Se acercó más hasta quedar cerca, frente a él. Kaneki aun creía que eso no era real. Hide se silencio, ¿tanto le costaba decir eso?, –. Kaneki... Yo, te amo –Y ahí, Kaneki sintió su corazón golpear como ninguna otra vez en su vida, sus ojos se abrieron sorprendidos. Si antes no podía hablar, ahora no podía ni respirar –. ¡Yo te amo! –Lo volvió a decir –. Por eso creo, que nunca me alejaría de ti... Así que ahora, que ambos sabemos la verdad.... ¡Kaneki, volvamos a casa! –dijo sonriendo, con sus mejillas muy sonrojadas –, volvamos.