Capítulo 5: Pistas de un traidor.
Los cuatro pingüinos se escabullían en fila pegados a las frías paredes de las escaleras que daban al tren recién inaugurado. De uno en uno con sus respectivas herramientas en mano y con un auricular en sus orejas, los cuales servirían como radios para cada uno de ellos.
—Regresar al lugar de los hechos es peligroso. Estén atentos y desarrollen todos sus instintos, cualquier cosa puede suceder aquí—advirtió Skipper paranoicamente como de costumbre.
Cada uno se fue hacia una de las direcciones, Rico se dirigió hacia la sala de controles que ponía en marcha todas las estaciones del tren, la puerta a pocos metros del pingüino explosivo se encontraba atascada y en un impulso muy propio de él, colocó una bomba para abrir la puerta con violencia.
— ¡Kaboom! — exclamó con alegría, mientras entraba a la sala de controles. Adentró todo parecía de lo más normal y eso creía, hasta que notó algo extrañó en los controles, una de las palancas estaba forzada, como si alguien en primera estancia lo hubiese tratado de mover mientras estaba "apagado". Rico recordó que cuando llegaron allí por primera vez para detener el tren, lograron mover la palanca y detenerlo.
Por el momento, todo indicaba que alguien más había entrado allí para volver echar andar el tren y por si fuera poco, atascó la palanca y la puerta también. Eso explicaba por qué el tren volvió andar después de que supuestamente lograran detenerlo.
Por otro lado, Kowalski había ido a la escena del crimen, entro en el mismo vagón donde sucedió la terrible pelea con el cachorro, el lugar relucía de limpio—. "Posiblemente en la mañana, los humanos debieron de haber hecho limpieza" —dedujo.
El científico usaba unos lentes que le servían como lupa y rastreador, identificando debajo de los asientos unos cuantos cabellos del canino, los cuales los tomó con mucho cuidado con unas pinzas, para luego meterlos en una bolsa como evidencia. Luego, viro hacia las ventanas, más arriba había algo extraño. Cerca del techo del tren y en fila a lo largo de la fina línea que separaba el techo de lo que era la "pared" del vagón, se encontraba una pintura grisácea.
— ¡Y es por eso que amo a la ciencia! — exclamó mientras arrojaba besos hacia la nada. Con unas maniobras llegó hasta la ventana para que sus lentes pudieran ayudarlo a observar con mayor claridad lo que veía. Esa mancha grisácea solo indicaba una cosa: alguna especie de sustancia había quemado el metal del tren en tan poca medida que, ante la vista de cualquiera era invisible.
Hizo algunas anotaciones más para seguir revisando el vagón.
A Cabo le tocó revisar la cabina del tren, los cristales rotos de enfrente ya no estaban y el enorme botón rojo que había aplastado esa noche para detener el tren ya no estaba, en su lugar, solo había un enorme agujeró como si los humanos aun no hubiesen puesto una pieza allí.
Skipper revisaba las vías del tren, el comandante suponía que quien estuviera detrás de todo el caso, debió de haber dejado alguna pista, algo que delatara al autor de toda la locura. O al menos así pensaba el pingüino. Cuando creyó que la confusión lo estaba invadiendo e intentó marcharse de allí, algo lo detuvo para robar su completa atención. Encontró una nota azul.
Los cuatro pingüinos se deslizaron para llegar al punto de encuentro, Cabo nuevamente era el más temeroso pues sus pequeños ojos azules se arrugaban pensando en quien sabe que cosas, mientras mantenía sus aletas en sus picos.
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El mas traidor se lo lleva todo
FanficEl equipo ha fracasado constantemente en sus misiones, los mismos integrantes estarán al borde de la muerte ¿quien trata de aniquilar a los pingüinos? ¿Quien sabotea las operaciones y por que lo hace? ¿Podrán mantenerse ilesos y seguir juntos a pesa...