Capítulo 29.

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Jaebum dejó su lapicero a un lado y miró a Youngjae sin evitar sonreír. El menor escribía con rapidez, su ceño permanecía fruncido y luchaba contra su cabello cada vez que éste comenzaba a taparle los ojos por lo largo que ya estaba. Todo en él indicaba que estaba enfadado y el mayor no podía dejar de pensar en lo lindo que se veía de esa forma.

—¿Quieres que te ayude? —se arriesgó a decir, cerrando su propio cuaderno de apuntes y apoyándose sobre sus codos para quedar más cerca de su novio.

—Ya has hecho demasiado —bufó Youngjae sin mirarlo.

—Debes estar cansado, pareces en una competencia de escritura, ¿no te duele la mano?

—Debo terminar rápido para devolver los apuntes, yo mismo lo haré, así no tendrás que verte de nuevo con esa... chica —Youngjae al fin lo miró. Su enfado era tan grande que sus ojos brillaban y su boca se fruncía.

El moreno apretó los labios para contener una sonrisa. Se preguntaba cómo su chico podía ser tan adorable.

—¿Estás celoso? —preguntó. Él sabía que era una pregunta demasiado tonta, pero moría de ganas por hacerla desde que habían llegado a la biblioteca.

—No.

—Lo estás.

—¡Bien! ¿Cómo pretendes que no lo esté si te vi coqueteando frente a mis narices con esa chica? ¿Eh? ¿Por qué nunca me coqueteaste de esa forma cuando me conociste? Yo fui el que hizo todo —le apuntó con el lapicero y Jaebum se encogió en su asiento sintiéndose amenazado.

—Nunca lo hice porque realmente me gustabas —Jaebum volvió a apoyarse sobre sus codos y se le acercó para besarlo, pero Youngjae puso su mano en el pecho del mayor para evitar que se acercara más.

—No te creo. Yo juraba que no sabías lo que era coquetear y llegas y... ¡agh! —Youngjae retomó su trabajo mientras negaba con la cabeza.

—Y no sé cómo hacerlo, vamos, Jae, no te enfades, lo hice sólo para conseguir esos apuntes que tanto necesitas —volvió a acercársele, logrando besarlo.

Youngjae gimió por lo bajo al sentir sus labios. Jaebum enredó sus dedos entre el cabello del menor acercándose mucho más para profundizar en aquel beso hasta separarse rápidamente al recordar dónde estaban. Miró a su alrededor confirmando que nadie los estaba mirando, tranquilizándose de más al notar que aquel lugar estaba igual de vacío.

—Sí que sabes hacerlo —se quejó haciendo un puchero.

—Jackson me indicó lo que debía decir —explicó apenado—, lo llamé mientras tú estabas en clase y él fue mi maestro por cinco minutos. Además, no fui yo el que eligió a la chica, fuiste tú el que me llevó hasta ella mientras te burlabas por mi futuro fracaso —le recordó.

Youngjae permaneció en silencio y luego hizo un puchero.

—Estaba seguro de que no lograrías nada, ella se veía tan seria, pero llegaste y su mirada cambió por completo... y luego vienes con esa maldita sonrisa picarona y tus halagos, ¿cómo fue tan tonta de creer que pertenecías a nuestro pregrado? ¡Es una de las mejores de la clase!

—No te enfades más —Jaebum sonrió y le acarició el rostro—, no me arrepiento de hacerlo porque ya podrás estar al día con todo.

—Sí que lo estaré —apretó el lapicero entre la mano con fuerza—, ¿a qué hora dijo que te esperaba el martes para que le entregaras sus apuntes?

—Diez de la mañana en la cafetería de tu facultad —dijo, sin dejar de mirarlo con la esperanza de que Youngjae lograra comprender aquello.

—¿Cafetería? ¡Ni yo he podido tomar un café contigo en una cafetería! ¿Cómo se atreve? ¡No irás, Jaebum!

MörderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora