Capítulo 35.

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Mientras que Jaebum y Youngjae limpiaban el lugar donde Jinyoung y Yugyeom habían comido, aquel par aprovechó para darse una corta ducha porque sentían que la necesitaban. Jaebum pasó su mirada por la cocina cerciorándose de que ésta quedara absolutamente limpia y con un suspiro miró a Jinyoung que se secaba el cabello con una toalla.

—Vamos a mi cuarto —dijo, dirigiéndose a aquel lugar sin esperar a que el otro pelinegro aceptara.

Youngjae se mordió el labio y miró hacia el sofá donde estaba sentado Yugyeom, quien lo veía a través de su cabello rojo y mojado, que le tapaba un poco los ojos. Sin mirarlo más, Youngjae se acercó hasta el sofá y se sentó frente a su mejor amigo, permitiendo que un incómodo silencio los abordara mientras él jugaba con sus manos debido a la ansiedad que sentía por aquella situación. Yugyeom se le quedó mirando todo ese tiempo y se sentó con la espalda recta cuando el mayor al fin alzó la mirada.

—Te extrañé —susurró el castaño mirándolo fijamente.

Las palabras de Youngjae afectaron a Yugyeom de la peor forma, en otro momento se habría sentido bien al escucharle, pero ese día, luego de lo que había hecho, sintió que no merecía las bellas palabras de su mejor amigo. Su mirada se dirigió hacia el suelo por la vergüenza que sintió de sí mismo, recriminándose mentalmente por lo estúpido que había sido.

—No voy a recriminarte nada, sólo quiero que dejes a Jinyoung en paz, que le evites a toda costa, a no ser de que sea él quién te busque por su cuenta.

Yugyeom percibió que su rostro se quemaba de lo rojo que éste se estaba volviendo, además de que su corazón se aceleraba y dolía, él no quería dejar de ver a Jinyoung, pero si así debía hacerlo no podía negarse.

—De todas formas no me gusta que te relaciones con él —continuó el mayor—, pero ese es tu problema.

El pelirrojo asintió con lentitud y luego tragó con fuerza para mirarle de reojo y hablar:

—Me siento ridículo al pedirte tantas disculpas cuando sé que no merezco tu perdón, ni el tuyo ni el de nadie, la vida no me alcanzará para que pueda merecerte de nuevo...

Youngjae puso su dedo sobre los labios del menor, haciéndolo callar.

—Por favor, no insistas más —alzó un poco su tono de voz—. No necesito que pidas perdón, tan sólo vuelve a ser el mismo Gyeom de antes, esa buena persona que siempre me cuidaba, quiero que ahora me apoyes en mi nueva vida —su voz se quebró— porque ahora soy muy feliz.

Un par de lágrimas bajaron con rapidez de los ojos de Yugyeom sin permitirle detenerlas a tiempo. Se limpió la cara con la camiseta que Jaebum le había prestado y asintió con energía.

—Lo mereces, mereces ser feliz —dijo entre susurros sin dejar de asentir.

—Quiero pedirte algo más —lo tomó de las manos logrando que el menor alzara su mirada—. Evita hablarle a Minjun sobre mí, no le digas que me has visto, que estoy vivo, porque temo por mi vida y la de Jaebum, tu hermano no dudará en volver a buscarme y acabar definitivamente conmigo.

Yugyeom percibió el temblor en las manos de su mejor amigo, pensando en lo difícil que pudo haber sido todo para él y lo cruel que pudo ser su hermano al hacerle aquello.

—No puedo —negó con la cabeza y le apretó las manos—, confía en mí. Minjun me ama mucho más que a su propia vida, por eso me mintió, para que yo no me enterara de lo que planeaba hacer, él sabía que no se lo perdonaría nunca si hubiese logrado asesinarte. Voy a dejarle las cosas claras para que te deje en paz porque tú no puedes vivir con miedo y escondido de él toda la vida.

MörderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora