¿Dónde está la pulga?

924 79 4
                                    

Era un día anormal en Ikebukuro.

Y es que lo que en cualquier otro sitio se consideraría como normal, en esta extraña ciudad llena de motoristas sin cabeza, hombres que pueden levantar coches como si latas de refresco y espadas que aman a todo el mundo y lo demuestran cortando a la gente, esa tranquila paz era considerada algo completamente anormal.

¿Y por qué todo estaba tan calmado? 

Esa era la pregunta que se hacía un hombre rubio teñido con traje de camarero mientras trabajaba, no de camarero, sino de recaudador de deudas. 

Pero en la mente de ese hombre el único deseo que habitaba era vivir en paz, por lo que la anormalidad del día no le molestó en absoluto. 

Y no fue hasta que la motorista sin cabeza le dijo que Izaya no había sido visto ni oído en un tiempo que se dio cuenta de su ausencia.

'Ahora que lo pienso esa pulga no ha venido a molestar desde hace un tiempo.' fueron los pensamientos del hombre más fuerte de Ikebukuro, también conocido como Heiwajima Shizuo. 

"Shinra está preocupado por Izaya." -le escribió a Shizuo la dullahar, más preocupada por el médico que por el desaparecido.

-¿Shinra? Oh, cierto, él es amigo de la pulga.-razonó Shizuo pensativo.

La dullahar esperó unos segundos antes de volver a escribir, como esperando a que dijera algo más. Pero ¿qué iba a decir? ¿Qué estaba preocupado por la pulga? Si, claro. 

"¿Podrías...hacerme un favor, Shizuo?" Preguntó entonces dudosa la chica.

El nombrado, previniendo que no le iba a agradar, se forzó a tranquilizarse para no destrozar nada. Y, mentalizándose de antemano que no le gustaría lo que estaba a punto de decir su amiga de negro, preguntó.

-¿De qué se trata?

"¿Podrías ir a casa de Izaya a ver si está bien?"

-¿¡QUEEEE!?-gritó sin poder contenerse a pesar de sus intentos. Y mientras murmuraba una y otra vez la misma palabra como si en trance, empezó a apretar las manos en un gesto de ahogar a alguien. 

-Matar, matar, matar, matar, matar, matar, matar...-repetía en voz baja pero constante. 

Fue Celty la que le despertó de su ensoñación sanguinaria. 

"Por favor, hazlo por mí, y por Shinra. Solo comprobar si está bien. E intenta no matarlo en cuanto le veas. Por favor."

Aggggggg, no podía decir que no a eso. Celty y Shinra eran de los pocos amigos que tenía y aunque sabía que ambos le tenían algo de miedo, al menos Celty no lo mostraba tan abiertamente, y de eso le estaba agradecido.  Pero aún así...es la maldita pulga psicópata que disfruta con el sufrimiento ajeno de quién estábamos hablando.  

-Si tanto le preocupa ¿por qué no va él mismo a ver al piojo?-preguntó cómo última escapatoria.

"Ya fue, pero nadie contesta. Él no tiene tu fuerza, por lo que no puede tirar la puerta abajo. Pero tú sí que puedes. Por favor, Shizuo."

-Ggggggrrr... Vale, lo haré. Pero no creo que pueda mantener tu promesa de no matarle. Ese malnacido es demasiado molesto.-refunfuñó mientras empezaba a dirigirse con pasos pesados (incluso llegando a resquebrajar levemente el suelo bajo sus pies) hacia donde se encontraba el apartamento del condenado desgraciado perdido.

Cada minuto de camino era un nuevo ápice de ira contenida y reservada especialmente para el informante.

Para cuando llegó al lujoso apartamento, Shizuo hervía de rabia hacia su némesis y, sin plantearse siquiera las consecuencias de sus actos, tiró la puerta abajo de una patada.

Al otro lado de los barrotesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora