Capítulo 10

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El universo a proclamado un nuevo siglo. El cambio climático afectó el clima y las criaturas, incluyendo los animales de Ø, tomaron un comportamiento inquietante para la humanidad. Rose y yo vivimos una cuarentena de una semana en una habitación en el Z2 hasta que el comportamiento de los chicos volviera a restablecerse. Una vez concluida la semana, nos detuvimos en Fuguht donde las Sirenas nos supieron comunicar que en la superficie, la cacería aún no había culminado. El rumor de humanos ocultos en algún rincón de Ø había llegado a los oídos del gobierno. Su plan era simple, terminar con el último humano y comenzar con el nuevo proyecto Mæx, que contaba con la conquista de ese planeta y acabar por completo con Ø.

— ¿Hay alguna forma de salvar este mundo? —Yoon apretó su lanza y soltó una risa áspera.

— Soñar nos hace fuertes. —Dijo, caminando a paso pesado entre los escombros de una vieja ciudad.

El viaje a Perper había culminado una vez que la noticia de su exterminación había sido confirmada por unos sobrevivientes que trabajan para los TangBan. Nuestro viaje terminó de instalarnos en Cuzmo, la ciudad de los duendes endemoniados, y hemos estado viviendo aquí durante cuatro meses. Al principio fue difícil pero la vida bajo tierra, me ha enseñado muchas cosas. Aquí abajo es un mundo diferente. Los Duendes de aquí son trabajadores y están estado bajo la tutela de los padres de Nam durante un siglo.

— Los cuatros soles ya se ocultaron... —Murmuró, cabizbaja, a lo que yo me puse de pie— ¿Es hora de comer?

— Sí, volvamos.

La ley aquí es simple: "No molestar si no quieres ser molestado.". Así que, durante este tiempo, todos hemos permanecido haciendo oficios para no tener problemas con nadie. El trabajo era duro y el tiempo que teníamos para reunirnos entre todos, era mínimo. Los dos primeros meses de investigación habían satisfecho a Nam y la búsqueda de otros humanos en esta zona, lo motivó a contruir una segura en este lugar para los recién rescatados. Los que mandaban entre los Duendes, ayudaron con la aceleración del proceso. Y, en menos de un mes, teníamos un lugar fijo y veinte personas viviendo allí.

— ¿Cómo van las cosas con Jimin y Yoon?

— Mal. —Bajó la mirada, sobando su brazo derecho— Todo sigue igual y presiento que seguirá así hasta entonces.

— Rose. —Ella desvió la mira y suspiré— Como hermana te digo que te olvides de ellos, pero como amiga te digo que insistas más antes de que empeoren las cosas. Ya ha pasado un mes y Jimin no te ha dirigido la palabra.

— Lo sé y sé que es mi culpa. Debí ignorar a Yoon desde un comienzo, tal vez así ese beso nunca hubiese pasado.

— Tal vez. —Abrí la puerta de la sala de infantería, dejando que Rose entrara primero— Pero eso ya no importa. Debes hablar con Jimin o pensara que ya no lo amas.

— ¡¿Tú crees?!

— Mira. —Señalé al final del pasillo y Jimin se enderezó al vernos— Ve y arregla las cosas con él antes de que sea demasiado tarde. —La animé y caminé en dirección contraria antes de que Rose dudara de sí misma. Una vez en la cocina, mis dotes culinarios terminaron de preparar la cena. Con la ayuda de los Duendes, llevamos a la mesa de infantería, los platos a servir— Gracias por la ayuda.

— ¡A comer! —Gritó uno de los Duendes y la mayoría se sobresaltó. Kugo sonrió— Estamos contentos por ayudar. —Dijo y se marchó una vez los niños llegaron a sentarse al rededor de la mesa.

La cena pasó de lo más tranquilo. De vez en cuando veía a Rose y Jimin, y me sentí tranquila una vez los ví abrasados. Los niños y yo, terminando de recoger hasta el último plato, nos dirigimos hacía su casa, lugar donde sus padres los recogieron gustosamente una vez llegado.

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