GUARDAS DEMASIADA FURIA

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Me estampé contra la pared. Sentí que el cerebro me rebotó contra el cráneo y que los ojos se me saldrían de las órbitas. Talia era aún más fuerte que yo. Dejé escapar un doloroso gemido, pero no me moví.

-¿Eso es todo? ¿No piensas luchar? ¿Acaso te dejas llevar por tu debilidad?- me agarró de los hombros y me asestó una patada en las costillas. El aire escapó violentamente de mis pulmones y empecé a llorar, Talia rio amargamente-. ¡No seas débil, Jason! Si sigues así, jamás serás como Batman. ¿Y sabes qué más? Me estoy aburriendo de ti, fue un error revivirte, pero no te preocupes, yo sé cómo devolverte a tu estado anterior- se arrodilló frente a mí, rodeando mi cuello con sus manos, presionándome la garganta, robándome la vida.

Busqué oxígeno. Abría la boca intentando captar el aire, al igual que un pez fuera del agua. De pronto, el corazón se me aceleró, la adrenalina se hizo dueña de mis venas. Con brusquedad la tomé de las muñecas, arrojándola lejos de mí. Me levanté, aún aturdido y me posé a orcajadas sobre ella, tomé su cuello y lo presioné con toda mi fuerza. Escuché sus gemidos desesperados, sentí mi piel abrirse gracias a sus rasguños, visualicé el cambió de color que tenía su rostro.

-¡Te odio, te odio, te odio, te odio! ¡¡NO SABES CUÁNTO TE ODIO, BATMAN!!- entonces caí en cuenta de que estaba matando a Talia. La solté y ella tosió con violencia. Me alejé hacia el rincón de la habitación.

-Guardas... Guardas demasiada furia en tu interior, Jason- su respiración era acelerada. 

-¿Es malo?

-Es excelente- respondió con una sonrisa cínica.

Yo quería matarla e irme, pero estamos hablando de la liga de asesinos y terminaría muerto antes de cruzar la puerta. Yo era un simple jovencito idiota.

La hora de comer era le peor hora del día. Al principio me daban puré de vegetales y un vaso de agua, el estómago me dolía bastante, terminaba vomitando todo, luego comenzaron a darme carne de res y pastillas de calcio, después comenzaron a darme vegetales, pastas , carne y hasta pan, al final terminé con la misma comida del principio. Me mantenían encerrado en una habitación bastante pequeña, con una pijama térmica que me cambiaban todos los días. El entrenamiento duraba dos horas y casi siempre era Talia la que me asesoraba. De pronto, dejó de hacerlo, nadie quiso informarme, mis nuevos entrenadores sólo me golpeaban.

Una noche, mientras intentaba dormir, abrieron la puerta. Un gran hombre, fornido y temible encendió la luz, tenía los ojos llenos de curiosidad.

-Tú eres Jason Todd- era Ra's Al Ghul, líder de la Liga de Asesinos-, el pequeño acojido por Batman.

No quise decir nada. Hablar sin permiso se merecía una bofetada.

-Joven, he de corregir. ¿Cuántos años dices tener?

-Dieciocho- mantuve la mirada en alto. Ahí no me ganaba una bofetada, era terco y siempre lo hacía, eso le agradaba a Talia.

-Eres muy joven para haber visto tantas cosas- se acercó lo sufiente como para tomar mi rostro y examinarme.

-Vi la muerte- me encogí de hombros, listo para el golpe, pero no.

-Me agrada- sonrió mostrando unos dientes blancos como perlas-. Vamos, sáquenlo de esta pocilga.

Me llevaron a otra habitación, una mucha más grande; en las paredes había armas como cuchillos y katanas. Un escritorio y varias pinturas de Ra's. Quise vomitar, no me sentía a gusto con eso.

-Ponte esto, muchacho- uno de los guardias de Ra's me entregó un traje-. Tengo algo que mostrarte.

Obedecí, hicieron que me vistiera ahí mismo, no se arriesgarían a una traición mía. Creo que me temían, fui entrenado por Batman y la Liga de Asesinos, me volví un profesional en combate. Cuando terminé, Ra's volvió a sonreír, satisfecho. De pronto, me pusieron un saco en la cabeza, eso me tomó por sorpresa, ya que empecé a tomar varias bocanadas de aire, patalear y rasguñar. Me sujetaron los brazos, me tomaron de la nuca y me hicieron caminar. Supe que habíamos salido del edificio porque el aire perforó los poros de tela del saco.

-No te asustes. Eres nuestro invitado, nada te pasará.

Me subieron a un auto. Estuve así durante más de una media hora. El vehículo se detuvo, me sacaron el saco, desabrocharon mis ataduras y me sacaron de ahí. Estaba frente a un gran edificio.

-Si intentas escapar...- hizo una larga pausa, se distrajo con un muchachillo exasperado que llevaba una cámara y una libreta-. Si intentas escapar, te cortaré los dedos uno a uno.

Asentí.

Subimos las escaleras del gran edificio, el museo de Gotham. Había muchísima gente, todos muy elegantes. Entre el flash de las cámaras, los reporteros, las mujeres de vestidos largos, el chico con la cámara y Ra's, estaba Bruce. Todo mi interior se derrumbó; el calor se disipó desde mi espalda hasta mis piernas. Tragué saliva. ¿Qué mierda era eso? ¿Qué querían que hiciera? ¿Matarlo? Y en parte yo quería, pero en otra quería correr y abrazarlo, llorar entre sus brazos.

-Míralo, Jason- susurró mi ahora líder-. Está feliz. Sólo ha pasado un mes desde tu muerte y míralo... Sonríe fugaz, está alegre de él mismo. Tú sólo fuiste pasajero.

Me di la vuelta, empujé a los secuaces de Ra's. Corrí con todas mis fuerzas. Oh, por Dios. Lloraba desconsoladamente. Sabía que me estaban persiguiendo, pero no me importó, prefería volverme a morir.

-¡Déjenme malditos bastardos!- doblé una esquina. Encerrándome en un callejón, pero ese no era impedimento, subí al contenedor de basura y escalé unas escaleras a medio caerse. La libertad era horrible, no quería saber de Bruce. Miré desde la azotea del edificio. Si me hubiera aventado todo estaría mejor, pero reflexioné y no, Bruce tenía que saber que estaba con vida y pagar por ello. Bajé de ahí. Me esperaban. Ra's no estaba alegre, de hecho, parecía furioso. Mis especulaciones eran ciertas porque me pegó una bofetada tan fuerte que los oídos me zumbaron.

-No te cortaré los dedos, pero te haré sufrir por tu estupidez.

El camino fueron insultos y golpes. Una vez quisieron asfixiarme, me golpearon contra la ventana y la nariz me sangró.

-¡Si no fueras tan testarudo tampoco te habrían molido a golpes, Jason!

Me sacaron arrastrando. Terminé de nuevo en mi habitación, sacaron mi ropa. Ra's me golpeó una y otra vez. No hice nada, estaba exhausto.

Cuando tosí sangre, se detuvo, extendiéndome un pañuelo.

-No soy tan malo. Pronto podrás darle su merecido, ¿no es eso lo que quieres?

-S-sí...

-Pues compórtate. No quiero resucitarte una segunda vez.

Come Back For MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora