Pasó una semana desde aquel incidente. Me encontraba en los pasillos de mi cautiverio. Miraba la foto quemada; tenerla me tranquilizaba.
Ya no me dolía saber que Bruce la quemó, ni siquiera su rápido duelo, sólo me gustaba admirar mi sonrisa y contemplar lo feliz que era antes de que el Joker me arrebatara la vida.
Apareció Talia. Estar cerca de ella era tranquilizante. Extendió una caja de color rojo, en señal de que la abriera.
-¿Un regalo?- pregunté, sorprendido. Cerré mi puño, arrugando la foto.
-Ábrela para que puedas saber- su sonrisa ya no era maliciosa.
Hice caso. Destrocé el papel rojo, arranqué la cinta y arrojé la tapa. Dentro había una chaqueta de cuero. Oculté mi alegría.
-Gracias- me la medí. Me quedaba un poco grande (muy grande)-... No te hubieras molestado, pero yo... Yo soy unas tallas más chica.
-La llenarás, Jason- dio una palmada en mi hombro-. Ahora eres uno más en La Liga de Asesinos. Me complace avisarte.
-Ha pasado sólo un mes, Talia- me encogí de hombros-. A veces pienso en escaparme y volver a mi antigua vida.
-Ambos sabemos que no pasará, Jason...- se acercó hacia mí. Estábamos lo suficientemente cerca como para sentir nuestro aliento chocar. La besé y la tomé de sus caderas, ella puso una mano en mi entrepierna y giró la perilla de la puerta que estaba detrás de mí.
Ella se estaba excitando, yo... No tanto. Al final pasó lo que tenía que pasar. Me sentí enojado, culpable. No dije nada cuando se fue, ni ella dijo nada. Estábamos bien.
Me puse la pijama térmica. Levanté la chaqueta y la abracé como un niño abrazando a su oso de Peluche. Recogí la foto del suelo, la guardé en el bolsillo de la prenda y sollocé, mas no lloré.
-No sabes el odio que te estoy agarrando, Bruce...- murmuré-, yo no quería esto para mí. Te odio, te odio, te odio.
Me lamentaba haber tenido relaciones con Talia. Sentí que había sido ultrajado. Estaba más vacío, de pronto, todo comenzó a importarme un carajo.
Puse la chaqueta a un lado. Y lloré con mucha rubia, gemí, gruñí, me mordí las uñas y deseé seguir muerto. Minutos más tarde... Me convencí de que el mejor destino era pertenecer a la Liga de Asesinos.
Caminé hacia la puerta, abrí, claro, sin olvidar fijarme sobre la vigilancia. Nada. Regresé por la chamarra y me la coloqué. Fui adonde estaba la puerta que daba a la salida de los dormitorios (celdas) y giré la perilla. Todo estaba en un silencio inquietante, pero fue interrumpido por el fuerte pitido de una alarma. Ignoré la molestia y salí corriendo, buscando la verdadera salida. Unos guardias salieron; sostenían bastones, no dudarían de molerme a golpes, pero... ¡Yo soy Jason Jodidamente Todd! Me los puedo despachar yo solo. Al primero lo asesté contra la pared, escuché como su mandíbula crujía. Me agaché para tomar el bastón del primer caído y molí al otro con cuatro golpes en el rostro. El siguiente no fue tan rápido.
Llegué a la puerta principal. Estaba en una mansión convertida en cárcel.
Traté de abrir las puertas. Unas dos docenas de guardias venían hacia mí, Ra's y Talia estaban entre ellos. Al ver que las cerraduras no cedían, decidí saltar por la ventana. Caí de un primer piso. Gemí de dolor; el cristal se me incrustó en los pies, aún así, seguí corriendo. Para mi suerte, había un elegante BMW estacionado en la entrada y seguramente esperaba a Ra's porque había un chofer afuera de la puerta. Lo empujé lejos y entré al vehículo, había llaves listas y sin mirar atrás, arranqué.
El sonido de las llantas me regresó a la realidad. Manejé tan rápido como pude. Estaba mareado, tenía muchísimas náuseas, pero no podía despegar las manos del volante. De pronto, choqué contra un poste de luz. Gracias a Dios, ya me encontraba a las afueras de Gotham... Por desgracia, la Mansión Wayne estaba a tres horas.
Aturdido, perdido, herido y confuso, salí del auto, ignorando el dolor de los cortes es mis pies y que toda una Liga de Asesinos me buscaba. Comencé a correr, hasta entrar en un pequeño departamento que tenía las ventanas abiertas. Había un agradable aroma a café y dulce pastel, las tripas me rugieron. No era momento de pensar en comida, así que me dirigí a una habitación; había varios pósters en la pared con la figura de Batman, una mesa llena de dibujos muy elaborados y un armario lleno de ropa que tal vez me quedaría algo ajustada. Tomé unos pantalones y una playera, calcetines y unos tenis que me quedaron medio número más grande, no me olvidé de la chaqueta. Iba saliendo cuando un tipo mayor que yo entró al cuarto.
-¡Oh, Dios mío!- exclamó. Rápidamente, le planté un puñetazo y cayó aturdido, dándome tiempo de escapar.
Mi camino era llegar a la Mansión Wayne.

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Come Back For Me
FanfictionHuesos rotos, gritos vacíos, lágrimas de desesperación, muerte, odio, rencor y venganza. Jason Todd podía resistir hasta los golpes más fuertes, pero el recuerdo del Caballero de la Noche le hería más que ninguna bala. AVISO: ESTA HISTORIA ES SOBRE...