El otro día, una persona que no sé si calificarla como amigo o conocido, me recomendó ir al psicólogo. Dijo que sería algo bueno para mi, porque digo cosas muy extrañas y mi mente está muy enferma.
Al principio me chocó, y como hacía un rato habíamos estado hablando sobre mi orientación sexual, me puse un poco a la defensiva, porque creía que él había llegado a esa conclusión a raíz de un pensamiento homófobo, a pesar de saber que para nada lo era. Pero entonces empezamos ha hablar, me sinceré, le conté todo lo que me había pasado, y al poco tiempo comprendí que a lo mejor podía ser una opción.
Hoy voy camino del psicólogo, no es para mi, en esta ocasión no, pero no niego que una parte de mi lo agradecería. No porque esté loca, ni mucho menos, pero puede que si que piense que necesito un ratito dedicado a mi, para hablar y desahogarme un poco.
Puede que esté diciendo una locura, pero puede que reconozca que en estos momentos mi cabeza no está pasando por un buen momento.