Nuevamente, perdón por la tardanza en subir un nuevo capítulo. La facultad al parecer es tan devastadora como dicen </3
La noche se hizo día lentamente y Keiwell no había podido dormir después de aquel extraño sueño que tuvo, se había sentido tan real. Se miraba las manos, parecían un mapa de todo lo que había pasado, algunos lunares, líneas en su palma, pero todo sobre su piel que ahora le parecía tan irreal. En sus recuerdos claros siempre había tenido piel, ni una escama, cada corte, raspón, golpe, dejó un registro en su piel a veces temporal, otras permanentes, pero recordando aquel sueño sentía que era un simple encantamiento, un simple personaje, un disfraz que no era él... si Keiwell no era "Keiwell", aunque tuviera el mismo nombre y no haya conocido otra cosa que una vida mundana dónde los dragones, la magia, los monstruos eran una simple fantasía, entonces, ¿quién era?
Bruscamente sacudió su cabeza tratando de apartar todos esos pensamientos que no lograban más que confundirlo y que tal vez no tuvieran otra respuesta más que filosófica. No tenía ganas de buscar la respuesta a preguntas como si es que era el mismo Keiwell que fue, pero era imposible apartar esas cosas de su mente. Sintió un escozor en las manos y se las miró, estaba apretando los puños sin darse cuenta, soltó un quejido casi sollozo de frustración y volvió a mirarse las palmas, tenían un color rojizo por mantenerlos tanto tiempo cerrados con furia. Se sentó en el sofá y se tapó el rostro con sus manos antes de empezar a sollozar.
¿Hace cuánto se había ido de su casa... o de su mundo? ¿Una semana? ¿Un mes? No podía saberlo, estaba en una ciudad subterránea y apenas era posible diferenciar el día de la noche. Extrañaba su hogar, sus amigos, su familia y todo lo que conocía realmente. Su piel se erizó con la fría brisa que entró por la ventana y sintió una enorme desolación, una extraña sensación de que no tenía sustento, Donovan no estaba, no había nadie cerca de él y los ruidos de la calle eran inexistentes, ¿acaso también lo era Keiwell? Sin pasado verdadero, sin conocimiento de dónde estaba, en un mundo que no estaba seguro que exisitiera, sin ruido, sin señal de que en ese momento hubiera vida externa a la de él, ¿pero estaba vivo? Es decir, ¿existía realmente en el aquí y ahora?
Preguntas sin respuesta posible seguían rondando por su cabeza, el silencio penetrante empezó a sonar como un pitido de ningún lugar que le taladraba los oídos. Cayó de rodilla al piso y se tapó las orejas mientras se rendía a los pensamientos y dudas existenciales. Necesitaba saber que estaba vivo más allá de sus pensamientos, necesitaba saber que había al menos una persona más en la cual poder encontrarse, sentirse real. Su mente seguía inmersa, ahogándose, por acto reflejo su cuerpo intentó pedir ayuda y lo primero que hizo fue levantar la cabeza con los ojos cerrados para gritar, necesitaba llamar la atención de alguien, de quien sea. Tomó aire, gélido, helado que raspó su laringe y finalmente soltó el aire con intención de pronunciar un prolongado "AHHHH", pero en su lugar un fuerte rugido se escapó haciendo vibrar su pecho, las ventanas y las paredes de aquella roca pulida, estallaron un par de objetos de cristal delicados y el frío abandonó cobardemente el ambiente dejando espacio al agradable calor infernal.
Al instante unos pasos apresurados sonaron desde la escalera, Donovan trastabilló al olvidarse de aquel último e insignificante escalón, rápidamente recuperó su postura y sacó su espada de la funda con un movimiento armónico y ágil apuntándola en dirección a Keiwell, buscando alrededor si había alguien más. Aún resonaba en los rincones de su cabeza aquel feroz rugido, nunca antes había escuchado uno igual, parecía un extraño grito de liberación y a la vez de furia, ira, de miedo. Sus escamas aún estaban alertas, vibrantes, el susto había recorrido su columna vertebral de punta a punta y le había dejado una extraña sensación en la garganta.
ESTÁS LEYENDO
Los Rubíes
FantasyEsta historia comienza en un receso en las clases matutinas de Keiwell Doroman, un joven extraño con ojos de color de rubí, es "abducido" por una raza milenaria creada por los cuatro elementos naturales para proteger a la Madre Tierra que le dice qu...