SEXTO CAPÍTULO.

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Mirando al techo de la enfermería, con el olor del alcohol y la sangre reseca aún en el rostro, caí en cuenta  de lo fabulosa que era la vida que llevaba antes, con las fiestas y las bebidas gratis, enrollarme con desconocidos a la mitad de la noche para llegar a casa y tenderme en la cama sin pensar en nada, con el rostro de los muertos aún si atacarme.

- Han llevado a la chica Epstein a la dirección, también han llamado a su padres- La enfermera ha parado de parlotear desde que llegue, diciendo tonterías a cerca de a los chicos que han golpeado dentro de la escuela...- ¡no tienes nada de qué preocuparte, los casos de acoso escolar son tratados de manera muy profesional!

Suspiro, pero la sonrisa falsa que se asoma por la comisura de mi boca le deja ver a la Señora Richards que no tengo muchas ganas de hablar; pocos minutos después se va, diciendo que irá por algo beber para mí y para ella, que mi cara es la de un cordero sediento. Agradezco en silencio, lo único que quiero hacer ahora es ir a casa, recostarme en la cama y ponerme más hielo en la herida, que aunque duela como el infierno, evita que sea capaz  de sentir rabia con Amelie, lo único que me invade es indiferencia e inercia, incluso me siento egoísta, porque ahora sé que ya no tendré que juntarme con ella por educación.

- Señorita Ledder- la voz dulce de una mujer interrumpe mis pensamientos; me incorporo de la camilla. Es Geraldine Gundry, la reconozco inmediatamente. Los ojos verdes vibrantes y el cabello castaño claro, es tan guapa que a veces se me hace difícil aceptar que es una maestra de música-¡bastante tiempo sin verla!, no regreso a las clases de piano.

Maldigo mentalmente, es cierto, deje de ir a las clases de piano una vez comencé a ocupar mi mente en aspectos banales y estúpidos.

-Los lamento mucho, Miss Gundry; ¿habrá alguna oportunidad de que pueda volver a practicar?- pregunto, ahora incorporándome totalmente.

-Mmm, estoy segura de que si- responde distraídamente, ha comenzado a adentrarse en la enfermería, busca algo entre los cajones

-¿Puedo saber que está buscando?, tal vez pueda ayudarla, he visto a la Señora Richards removiendo cosas la mitad del día, seguro que sabré donde esta lo que busca- agrego, con el ceño fruncido, la situación está tendiendo a ponerse bastante extraña.

-¡Oh, claro!, mmmm- duda, parece nerviosa- estoy buscando un poco de gasa

Le señalo el segundo cajón del primer gran mueble pintando de blanco que hay en la habitación. Miss Gundry me da una sonrisa, termina por despedirse con rapidez, sin hacer ni una sola pregunta a cerca de mi herida.

Pasan cinco, diez, treinta minutos, la enfermera nunca llega, así que decido retirarme de esta tediosa habitación, me doy una última mirada en el espejo, al fin y al cabo, "no esta tan mal" y "hay mucho peores".

Cuando salgo de la enfermería, los pasillos de la escuela están repletos, las personas no paran de hablar, pero en todas las conversaciones puedo identificar un elemento común: El baile de bienvenida no ha sido cancelado.

Vaya dolor de cabeza infernal. 

Aquella noticia hace que acelere mi paso monumentalmente, lo hago incluso sin intensión, ni siquiera lo pienso, para cuando comienzo a sentirme cansada ya estoy saliendo del edificio. 

Cuando llego a casa cumplo mi cometido de recostarme, esta vez no en la cama, si no en el mueble de la sala, mamá ha dejado una nota pegada al refrigerador, "estaré fuera de la ciudad, visitaré a la tía Ellen, hay comida en el refrigerador, por favor no olvides darle comida al gato Fisgón, al parecer volvió a dar señales de vida"; ahora hay una explicación del porque mi madre no contestó una sola llamada del director, pueda imaginarla tendida en la playa, tomando el sol en la casa de playa de la tía Ellen.

Me dedico a ver un poco de televisión, programas de moda y maternidad, nada nuevo. Reviso mi teléfono, notificaciones de juegos para pasar el tiempo y asombrosamente, un nuevo mensaje.

"No sabía que la chica Epstein daba tan buenos golpes"

El número es desconocido, así que la primera persona que se me viene a la mente es Jughead; Él no tiene celular, o por lo menos no la última vez que lo vi. Seguro habrá tomado el de uno de sus amigos.

Respondo, me empeño que poner todos los signos de interrogación posibles.

-,"¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿Jones???????????????????????????????????????????????"

-¿Por qué crees que sería Jughead el que te escribiría?...sabes, él se ve más como una persona de llamadas.

Trago en seco, ¿entonces quien carajos es?

-"No hace falta que respondas, Hera Ledder. No importa cuanto lo pienses tu no sabrás quién soy... ¡pero vaya que yo si se quién eres tú! Escucha, las cosas son claras, más te vale que no te aparezcas al baile de bienvenida...aunque considerando lo que paso el año pasado con el chico Blossom y el resto de la pandilla dudo mucho que hayas tenido la intensión de revivir aquellos melancólicos recuerdos."

Hay ciertas que uno decide olvidar, algo así como espacio en blanco, del baile de despedida del año pasado decidí quedarme con las imágenes, pero no con los sonidos. Me veo a mi misma bailando con el muchacho Rice, pero omito las cosas que me decía al oído; veo a Jason bailando con Polly; pero omito el sonido de su risa nerviosa y superficial; veo a una chica forcejeando bajo el cuerpo de Chuck, pero omito sus gritos, sus golpes a la pared; omito las cosas que Jason me dijo sobre su padre cuando estábamos bajo el árbol, fumando un cigarrillo. Lo omito todo, lo he omitido tanto que incluso he llegado a olvidarlo, pero este olvido parece ser un olvido de venganza, de querer mantener la boca cerrada para que las cosas se pongan peor.

Ese olvido tiene mi nombre, mi culpa. 

storm | RIVERDALE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora