~Capítulo 4: Noticias, y un adiós~

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Una semana mas corrió, en ella Milo anunció su compromiso con la amazona de cobra, sorprendiendo a todos, desde que era un niño el amor que sus ojos y acciones irradiaban eran exclusivamente para el caballero de los hielos, quién en un inicio fue su compañero, después mejor amigo, y mas tarde una pareja, estaban al tanto que discutieron, se habían enterado por ahí, pero no creyeron que fuera para tanto, no para prácticamente romper definitivamente, con una boda en puerta, a la que claramente no tendría a Camus de acuario como “novia.” El guardián de la octava casa siempre fue un hombre libertino, en otras palabras un mujeriego de lo peor, «La carne me tienta» —solía decir siempre. Mas sin embargo era sabido que su corazón pertenecía al acuariano, tras reunir el valor y cofesarsele iniciaron un amorío, los días de juerga terminaron, así como los acostones con cualquier desconocido, pero todo pareció volver en rotroceso, poniendo fin a su relación tras un compromiso y un bebé en camino, procreados por la amazona de cobra y el escorpión celeste. Una cosa si era cierta, Milo solo se casaba por cumplir con la metida de pata, la cual terminó llevándole al altar, aun que estaba disgustado con la peli verde por no tomar precauciones no le reprochó nada, además quería fastidiar a Camus, y lo mas importante, ningún hijo suyo nacería sin un hogar, o un padre quien lo guíe. El matrimonio entre caballeros era algo serio, no podías separarte una vez unidos, mucho menos volver a unirte con otra persona diferente. Una vez casados te comprometias a velar por el otro hasta el final de sus días, sin fallarle. Algo muy dentro le decía que no lo hiciese, que se arrepentiría, pero era tan necio que no escuchó su voz interna.

Para variar ese mismo día Camus se llevaba la sorpresa de un bebé en su vientre, producto de aquella última entrega con el peli morado. Y aun que la noticia parecía absurda no pudo evitar llorar de la felicidad, su corazón latió dándole la razón a sus lágrimas. Irradiaba felicidad por los poros, Athena le informó que tras ser revividos con ello también vino el don de procrear, sin importar si eran dos personas de igual género, y que al parecer fue el primero en descubrirlo. Con las mejillas rojas por soltar la bomba que traía se encaminó a escorpión, con iluciones de una reconciliación, un casamiento, una entrega y la felicidad eterna. Cuando estaba por ingresar sin anunciarse presenció algo lo suficientemente terrible para que un cuchillo se incrustase en su corazón.

Camus se dirigía al templo de Escorpio con verdadera felicidad, sus compañeros aún no sabían la noticia, solo Mü, Shaka y la misma Athena tenían el honor, solo porque los tres fueron testigos de la prueba de embarazo en sus manos, con dos líneas rojas, tras pedirles guardar el secreto éstas dieron su palabra. Sus respectivas parejas no tenían por que estar al tanto de un tema ajeno, de lo contrario Saga se lo informaría a su gemelo tarde o temprano, terminando así en Milo, lo mismo con Aioria, y Seiya, bueno, no aguantaría las ganas y lo gritaría con un megáfono en las manos, haciendo público algo privado. Al poner un pie dentro de la octava casa sin anunciarse presenció algo que mató su órgano vital; Milo tenía a Shaina tomada de las caderas, besándola con dulzura, una lágrima resbaló de su ojo derecho. Al ver a éste arrodillarse frente a la mujer, con un hermoso anillo, incrustado en el medio un reluciente diamante cubrió su boca: “Shaina, se que lo nuestro lleva muy poco, pero no puedo vivir sin ti a mi lado, así que... ¿Te casarías conmigo”

No hace falta decir cual fue la respuesta, entre abrazos, chillidos de felicidad se fundieron en un fervoroso beso, lo que acabó con todo fue verle brindar caricias a su vientre: “Muy pronto seremos una familia, tú, yo y nuestro hijo.”

Hecho un mar de lágrimas, ahogando los sollozos en su boca para no ser escuchado, corrió lejos del sitio. Negándose a ver su burbuja de felicidad, con una sola idea en mente— «Saldré adelante, con o sin él. No lo necesito, ya no más»

Tres días después el guardián de Antares dio a conocer su pronta boda.

























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Largos días encerrado en su templo, simplemente pensando en los recientes sucesos, tomó una decisión: No podía quedarse una semana más en el santuario, tenía que irse. En un inicio tanto Mü como Saori no entendieron su precipitación, pero el hindú sí, su embarazo era cuestión de meses para notarse, y no podrían seguir ocultándolo mas, por lo que se despidió de los tres, Athena le dijo que se cuidara, y no se preocupara, nada saldría de sus labios, se despidió de todos. El ariano quería teletrasportarle al sitio en el que se resguardaría, le pidió no hacerlo. Con un último abrazo partió en la madrugada, la neblina ocultando su silueta.

La ausencia del guardián de la vasija no tardó en ser notada, pero nadie fue capaz de dar su paradero. Un día, era el trascurso que faltaba para casarse, unirse a alguien que no amaba, pero ya no había retorno.

Entre recuerdos, silenciosas lágrimas y almohadillas húmedas la pasó por un largo período.

Era tarde, muy tarde para arrepentirse.


Cami.

El Último Beso © •Milo & Camus•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora