PROLOGO

11 1 0
                                    


Ella se encontraba sentada en la banca de un verdoso parque, donde muchas familias se encontraban con sus hijos y mascotas, Podía ver a los niños jugar, algunos que otros ayudando a su mamas con un picnic, veía a las niñas jugar entre ellas, y a los padres con sus niños jugar futbol. Llevaba ropa de verano, unos shorts negros, una camiseta sin mangas y unos zapatos deportivos, su cabello estaba recogido en una sencilla trenza, y solo observaba a las demás personas pasar por su lado, siendo totalmente ignorada por ellos. Hacía mucho tiempo no iba al exterior, podía sentir el cálido viento tocar su blanca piel, podía oler las dulces flores a su alrededor, pero su cara permanecía neutra, sin saber ya como encajar frente a todos. De vez en cuando algún padre le dedicaba una mirada, pero no duraba más de 5 segundos de atención y volvía a pasar desapercibida, como si la banca estuviera vacia. Solo cuando ya estaba por marcharse, una pequeña niña, de cabello castaño claro se sentó a su lado y comenzó a mirarla fijamente.

La pequeña no podía tener más de 6 años, vestía un hermoso vestido de tirantes rosado y su cabello estaba suelto y un poco revuelto por la brisa. Al darse cuenta de que sus vistas se cruzaron, la aparto rápidamente, y la pequeña saco un pañuelo de un bolsillo de su vestido.

-Tienes unos ojos muy bonitos, aunque son bastante raros. Los míos son solo de color café. Me preguntaba... si quisieras jugar conmigo, no me gusta ver que las personas están tristes y sin jugar.

Su mente estaba en blanco, como una niña tan pequeña podía hablarle a ella así? Nadie le había dirigido la palabra sin rodeos desde hace mucho tiempo. Justo cuando estaba dispuesta a responderle, la madre de la niña la llamo y esta se levantó de su lado y le tendió el pañuelo, mirando con cierto desconcierto la prenda, ella lo recibió.

-Creí haberte visto llorar, los adultos no suelen hacerlo... además tus ojos son bonitos para que hagan eso. Mi mama dice que llorar es bueno, nos hace humanos... aunque yo lloro todo el tiempo.

Al terminar de decir esto, se marcha dando saltos hasta llegar justo al lado de su madre, se voltea a decirle adiós, pero ya ella se ha levantado y comenzado a alejarse para volver una vez más a su lugar, sin comprender aun como las personas pueden estar tan tranquilas y contentas con lo que. Si solo supieran que ella los salvo hace mucho tiempo, teniendo que pagar ella sola un alto precio, quizá no se asustaran de verla, o la trataran como solían hacerlo, porque...eso hacían antes, no?

OtorgadoresWhere stories live. Discover now