¿Puedes Oírme?

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Su corazón comenzó a latir de una manera impresionante, golpeaba contra su pecho como si se tratara de un caballo desbocado, estaba cercana a un infarto, la mujer seguía junto a Ginny, con esos ojos extraños, no sabía si se daba cuenta de que podía verla y escucharla, si no lo sabía, podía explicar por qué seguía ahí sonriendo de esa manera siniestra; porque siempre había visto en las películas que los espíritus huían, sólo te daban un segundo para asustarte de muerte y desaparecían. Pero sin embargo este, quería asegurarse de que si muriera.

Giró la vista hasta el techo, sabía que después de ese encuentro, no iba a poder dormir en mucho tiempo, no sólo los veía en la noche, también en el día.

—No hice mis deberes de matemáticas para al rato –se cubrió el rostro – ¿pero que tenía en la cabeza?

—Un lindo chico que te llevó al parque –le susurró con esa voz fría y fantasmal de hacía un momento.

Probablemente si la ignoraba, se marcharía ¿no? No quería nada que ver con los fantasmas, si buscaban redención o lo que fuera que quisieran, Ginny iba a cerrarles la puerta en la cara, por fin comprendió que su vida no era como en las películas de terror. Era peor. Y tenía que dejar de compararla de esa manera, se veía tonta haciendo las comparaciones.

Brincó asustada cuando se giró a apagar la luz, la mujer seguía junto a Ginny, con los ojos muy abiertos y la sonrisa deplorable en los labios ¿acaso buscaba su amistad? Porque el acoso no era una buena forma de iniciar lo que pudiese ser una desquiciada amistad entre un fantasma siniestro y una esquizofrénica nueva.

—Veo que sigues con tus problemas de insomnio cariño –indicó su padre al verla.

—Créeme que no se me quitará si no me drogo papá –suspiró.

—Por cierto –sonrió su padre –me gustaría que invitaras a Draco a cenar esta noche.

— ¿Qué? –preguntó sorprendida y el sueño huyó de su cuerpo por completo.

—Me gustaría conocerlo mejor –comentó su padre.

—Pues a mí también antes de traerlo a casa –tomó el café de su padre y lo bebió de un solo trago.

— ¿Cuánto tiempo tienen de conocerse? –interrogó.

—De hecho, desde ayer, lo vi de casualidad, fue muy grosero con mi amigo –se encogió de hombros.

—Deberías invitarlo de todos modos –sonrió su padre.

—Papá, él no va a mi colegio y...

—Tiene quince minutos esperando a que bajes –la sorprendió.

—Ese tipo está loco papá –se asomó por la ventana de la cocina, Draco estaba ahí, sobre la moto –nos conocimos ayer, y ya cree que puede venir a la casa cuando se le plazca.

—Le interesas, por eso está aquí.

—No creo que eso sea cierto –suspiró.

— ¿Por qué no? –preguntó su padre inquieto.

—Por Dios papá, ¿no se te hace extraño que me persiga después de que le dije que no podíamos volver a vernos? –lo miró –apenas crucé palabra con él ayer.

—Tardaste bastante para volver del colegio, eso les dio mucho tiempo para saber cosas del uno y del otro.

—Bueno, sin duda sabe que tu hija está loca y que se desmaya de la nada –murmuró.

—Y aun así le interesas –expresó su padre divertido –entonces, debe ser el chico correcto ¿no lo crees? –Preguntó.

—Claro que no.

Midnight.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora